La crisis del COVID 19 pone de manifiesto que es necesario avanzar en el empleo de la energía eólica

No se puede reconstruir la economía de los países en base a restablecer el modelo de consumo previo a la crisis provocada por la pandemia. Es necesario invertir en un cambio de modelo productivo, que nos lleve a salvaguardar el medioambiente, la agricultura, los ecosistemas, la vida en las ciudades, la salud, etc. 

En el Día Mundial del Medio Ambiente es necesario recordar la importancia que tiene, hoy más que nunca, mantener la fortaleza de los ecosistemas a nivel mundial como base del bienestar de los seres humanos.

Para mantener esta fortaleza, una de las medidas más importantes que tenemos pendiente es la reducción del consumo de recursos no renovables y la correcta gestión de los recursos que si lo son. Y la principal amenaza para el Medio Ambiente y para nosotros es el cambio climático.

Desde la adopción de la Convención Marco sobre el Cambio Climático de 1992 en Rio, la humanidad ha tenido claro que es necesaria la reducción de las emisiones que generan los combustibles fósiles; tras el Acuerdo de Paris hemos establecido la fecha límite de 2050 para la conversión de estas fuentes de energía emisoras de gases de efecto invernadero a energías renovables. 60 años para conseguir una transición energética, que tecnológicamente estaba en pañales para la Convención de Río, pero que hoy en día ya está en marcha en algunos sectores. Mientras en sectores de tecnologías eléctricas se ha avanzado rápidamente en la búsqueda de soluciones para sustituir los combustibles fósiles por energías renovables (según IRENA en los últimos 10 años se han instalado 1.300 GW de nueva potencia eléctrica renovable, el equivalente a 13 veces a la potencia total instalada en España), en otras tecnologías de combustión, como el transporte, prácticamente no ha habido avances hacia las energías renovables. Y sólo nos quedan 30 años.

En este sentido, según la AIE, las tendencias de emisiones para 2019 sugieren que las transiciones de energía limpia estarían en marcha, lideradas por el sector eléctrico. Las emisiones globales del sector eléctrico disminuyeron en unos 170 Mt, o 1.2%, con las mayores caídas en las economías avanzadas donde las emisiones de CO2 ahora están en niveles no vistos desde fines de la década de 1980 (cuando la demanda de electricidad era un tercio más baja).

Pero la velocidad a la que tenemos que actuar aún no es suficiente si queremos mantener la temperatura global por debajo del umbral de los 1,5ºC de aumento respecto a la época preindustrial. La atmósfera sólo puede contener una cierta cantidad de gases de efecto invernadero antes de que sobrepasemos ese umbral, y sólo hay dos formas de no llenarla de gases: reduciendo la cantidad de gases que emitimos y facilitando la captura de los GEI (principalmente el CO2) por parte de las plantas. Así que la cantidad de GEI que podemos emitir antes de que pasemos irremediablemente el umbral de los 1,5ºC está ya fijado, y en función de ese valor se puede establecer cuanto podemos emitir en todo el mundo en los próximos años.

En el siguiente gráfico se puede ver un ejemplo de las diferentes trayectorias que se pueden seguir para mantenernos en la senda del Acuerdo de París:

Lo que llama la atención de este gráfico, es que sea cual sea la senda de reducción que consigamos seguir, alrededor de finales de esta década (2027) parece que hay un hito fundamental: alcanzar unas emisiones globales de 17 GTonCO2, con una reducción del 53% respecto a 2019, cuando hemos emitido según estimaciones preliminares 36,8 GtonCO2.

El reto es mayúsculo, reducir las emisiones a la mitad en 7-10 años. Pero, como consecuencia del parón en el consumo de energía provocado por la crisis del COVID19, se nos presenta una oportunidad única de avanzar en la senda de reducción de emisiones adecuada. Con los fondos de reconstrucción que todos los países están aprobando para reactivar la economía, sólo la Unión Europea está hablando de 750.000 M €, tenemos la oportunidad de priorizar la inversión principalmente en actividades que nos ayuden a reducir las emisiones. Actividades que, como las energías renovables, la eficiencia energética o la reforestación, son actividades también intensivas en empleo y productivas. No se puede reconstruir la economía de los países en base a restablecer el modelo de consumo previo a la crisis, solamente nos llevaría a otra crisis en pocos años. Es necesario invertir en un cambio de modelo productivo, que nos lleve a salvaguardar el medioambiente, la agricultura, los ecosistemas, la vida en las ciudades, la salud, etc. Todos aspectos que de volver al paradigma anterior estarían otra vez en riesgo.

Invertir en la salvaguarda del medioambiente y la sostenibilidad de nuestra sociedad es invertir para tener un planeta resiliente y por lo tanto un futuro para nosotros y las generaciones que nos siguen.