La eólica y el vehículo eléctrico

La electrificación del transporte puede suponer el gran salto que necesitan las energías renovables destinadas a la generación de electricidad para consolidarse y superar sus inconvenientes de no gestionabilidad y de no garantizar el suministro. La eólica es la que presenta, con mucho, el mayor potencial a corto y medio plazo, pero la fotovoltaica también puede proporcionar electricidad en lugares aislados o no conectados a la red con sencillas pérgolas (ya hay modelos patentados) o en garajes con cubiertas fotovoltaicas. La solar termoeléctrica jugará un papel importante en determinadas regiones, como el sur de España, el suroeste de Estados Unidos, o Israel.

La electrificación del transporte en las dos próximas décadas puede tener la misma fuerza impulsora para la eólica y otras renovables como la que tuvo el motor de combustión interna a principios del siglo XX para la industria petrolífera.

Las baterías con las que funcionan los vehículos pueden recargarse cuando hay excedentes de electricidad de origen eólico. En un futuro no muy lejano, se podrá verter la electricidad almacenada a la red en las horas punta, actuando como un sistema de almacenamiento distribuido de forma similar a las centrales reversibles de bombeo, pero a una escala mucho mayor e implicando a miles o millones de vehículos que, además, pasan la mayor parte del tiempo aparcados. La integración bidireccional entre la red y los vehículos eléctricos crea las condiciones para integrar la generación de electricidad y el transporte, abriendo un nuevo horizonte a la energía eólica y otras renovables, que podrán superar muchas de sus limitaciones actuales.

De hecho, la eólica, por sí sola, podría suministrar toda la electricidad necesaria para electrificar el parque de vehículos existente en España.

El consumo eléctrico de una reconversión paulatina del parque de vehículos en España no plantea problemas irresolubles, e incluso puede contribuir a mejorar la gestión de la red (redes V2G). Un vehículo que consuma 14 kWh por cada 100 km (los consumos oscilan bastante, de 10 a 20 kWh por cada 100 km), y que recorra unos 15.000 km anuales, consumiría al año 2.100 kWh.

En un horizonte no lejano, podrían existir redes eléctricas reversibles (V2G, de la red al vehículo en horas valle, y del vehículo a la red en horas punta), donde las baterías de litio de los vehículos pudiesen almacenar la electricidad producida por la noche o en horas de baja demanda, y venderla a la red a un buen precio en las horas punta.