Alemania abandona la energía nuclear e impulsa las energías renovables

Angela Merkel, ingeniera física de profesión, anunció un giro de 180 grados en la política energética sólo seis meses después de aprobar la prórroga de la vida útil de las 17 centrales alemanas hasta 2032. Los siete reactores más viejos, parados desde el accidente de Fukushima por la presión ciudadana, no volverán a arrancarse. Otros siete se pararán progresivamente de aquí a 2021 y los tres últimos, los más nuevos, serán cerrados en 2022.

Alemania pretende sustituir la generación eléctrica de las nucleares con más energías renovables, más centrales de gas y más uso de carbón. La eenergía nuclear supone hoy el 22 por ciento de la electricidad germana. La eólica pesa ya más que la nuclear -27.000 megavatios por 20.000- y Berlín promete invertir masivamente en energías renovables. Se instalarán parques eólicos gigantes en la costa norte y a las empresas involucradas se les asegura un precio de venta de la electricidad que haga rentables sus inversiones.

Para completar el abandono de la energía nuclear se potenciará la importación de gas desde Rusia por el nuevo gasoducto ‘Northstream’, que debe inaugurarse a finales de este año y que genera un conflicto con la vecina Polonia, que ve cómo permitirá a Rusia enviar gas directamente a Alemania sin pasar por territorio polaco. El gas produce actualmente el 14 por ciento de la electricidad alemana.

Todos estos planes no saldrán gratis. Desmantelar los reactores nucleares costará, al menos, 14.200 millones de euros. Y las inversiones para aumentar la energía eólica y modernizar las centrales de carbón podrían llevar la factura hasta los 39.000 millones de euros de aquí a 2025. Las empresas alemanas calculan que el encarecimiento de la electricidad les supondrá pérdidas de 22.000 millones de euros. Eso sin contar con el aumento de la dependencia energética de Rusia -quebradero de cabeza europeo en los últimos años- por el aumento de la importación de gas.

El lobby nuclear sufre un duro varapalo con esta decisión. El Foro Nuclear, que reúne al sector español y que hace una intensa campaña de lobby en Bruselas, considera, en declaraciones a EL TIEMPO, que la decisión alemana "está basada en razones políticas y coyunturales". También creen que el cierre tiene "consecuencias de orden económico, debilita a la industria alemana, incrementa las emisiones contaminantes y será una carga para el consumidor".

En el lado opuesto, un portavoz de la sección de Greenpeace en Alemania contó que, aunque ven con buenos ojos la decisión alemana, creen que "se podría hacer mucho más rápido y cerrar todos los reactores nucleares en 2015, sin importar más electricidad de los vecinos ni emitir más gases contaminantes, sólo invirtiendo más y más rápido en energías renovables y aplicando políticas de ahorro energético".

En otros países el accidente en la central nuclear de Fukushima ha provocado anuncios importantes: Suiza anunció que no construirá más centrales nucleares e irá cerrando las que ya tiene. Italia celebrará un referendo el 12 y 13 de junio para reintroducir la energía nuclear -que abandonó después del accidente de Chernóbil de 1986- y todos los sondeos apuntan a una victoria arrolladora del no.

Francia sigue siendo la reina del átomo. Su primer ministro, François Fillon, dijo que "aunque respeta la decisión alemana", la energía nuclear "seguirá siendo una solución para el futuro".

Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.