El camino de liderazgo tecnológico e industrial de la energía eólica, por Juan Virgilio Márquez

La eólica es uno de los pilares fundamentales en la estrategia de la Unión Europea para avanzar hacia un sistema energético más sostenible. La historia de la industria eólica en Europa y España se remonta a hace más de 30 años, y constituye una trayectoria de éxito, a pesar de haber vivido vaivenes, pero siempre demostrando su apuesta por el liderazgo tecnológico, además de adoptar decisiones de inversión basadas en el largo plazo e implementando las políticas adecuadas enfocadas a consolidar cadenas de valor completas y competitivas.

Fotografía: ©JavierCarbajal

De esta manera, se ha obtenido una industria resiliente y puntera a nivel mundial, dando paso a actores industriales globales que han venido liderando durante años la fabricación y exportación de aerogeneradores a nivel mundial y que en algunos países concretos constituyen de las mayores aportaciones al PIB en sus economías, y en el caso de España ascendiendo al 0,5%, con casi 6.000 millones de euros anuales.

La industria eólica en nuestro país ha demostrado ser un pilar fundamental para el impulso económico, la creación de empleo cualificado y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y mantiene una firme convicción de seguir jugando un rol protagonista para el cumplimiento del PNIEC. El sector cuenta con 40.000 empleos de alta cualificación, el gasto de personal de las compañías del sector es de los más elevados del tejido industrial en nuestro país, con cifras equivalentes a sectores como las telecomunicaciones o la industria farmacéutica, las exportaciones superan los 2.500 € anuales situándonos en el 5º puesto del ranking mundial, y el desarrollo de patentes sigue siendo líder en nuestro país, ocupando el 6º puesto a nivel mundial. Por ello, velar por nuestra industria eólica en Europa y en España con el objetivo de mantener y fortalecer toda la cadena de valor es sin duda una prioridad.

El sector eólico español se congratula por el importante impulso recibido a través del Plan de Acción Eólico Europeo presentado por la Comisión Europea en octubre del año pasado. Y en concreto, la firma del European Wind Charter en diciembre de 2023 demuestra que la eólica es una tecnología clave para la transición energética. 26 ministros de Energía de la UE respaldaron el documento “European Wind Charter” o “Carta Eólica”, junto con los CEOs de la industria eólica en el marco de una reunión del Consejo de Energía en Bruselas. España se adhirió a esta iniciativa, siendo además un país impulsor y tractor para sumar a otros países. Además del apoyo de los gobiernos europeos, más de 300 empresas se unieron, siendo un número considerable de estas empresas parte del sector eólico español y asociadas a AEE.

El European Wind Charter representa un avance para nuestra industria, comprometiendo a los gobiernos nacionales a tomar las acciones establecidas en el recientemente aprobado Wind Power Action Plan, que incluye 15 acciones inmediatas para fortalecer la industria eólica europea. Algunas de estas acciones están dirigidas a la UE y al Banco Europeo de Inversiones, pero la mayoría corresponde a los gobiernos nacionales. Además, la Carta también implica un compromiso por parte del sector eólico para cuidar nuestra cadena de valor en Europa con mecanismos que apoyen la supervivencia financiera y el crecimiento de las capacidades industriales eólicas actuales, que permitan seguir invirtiendo en I+D y que permitan a los gobiernos priorizar la tecnología europea frente al resto, equilibrando las condiciones de competencia entre los actores extracomunitarios y los de la Unión Europea.

Este plan llega en un momento clave en el que la industria eólica en España y en la Unión Europea sufre una extrema vulnerabilidad financiera, con limitaciones para poder invertir en ampliar sus capacidades de producción y en desarrollar nuevos productos, justo en el momento de mayor expectativa de crecimiento del mercado eólico europeo y cuando la industria asiática tiene la estrategia comercial de exportación eólica más agresiva de su historia.

Es una cuestión de emergencia si no queremos sufrir una descapitalización industrial en la eólica. La tecnología eólica fabricada en Europa es referencia a nivel mundial, seguimos por delante en prestaciones y valor añadido. Pero la tormenta perfecta que la industria eólica está sufriendo también es histórica, confluyendo factores de subida de costes de materias primas, retrasos inimaginables hace tiempo de suministro de componentes, subida de costes de financiación; y todo ello en el momento de mayor demanda histórica de aerogeneradores en Europa. Por ello, es necesario proteger nuestra cadena de suministro y proteger la autonomía industrial y tecnológica de Europa, en aquellos vectores que son vertebrales para nuestro futuro. El Plan de Acción Eólico Europeo debe ser la herramienta de urgencia para poder conseguirlo.

Aún con sus fortalezas, la industria eólica española se enfrenta a desafíos a corto y medio plazo. Las fábricas eólicas ubicadas en España que llevan tiempo en una coyuntura complicada, primero por la pandemia y posteriormente por las subidas de precios de materias primas, los costes y plazos logísticos, han venido soportando tensiones financieras, y afrontando un proceso de reestructuración y mejora de la competitividad que permitirá seguir produciendo en nuestro país y jugar un rol significativo en la exportación hacia los mercados en los que operan. Una vez consigamos que la industria se recupere financieramente y se equilibre el campo de juego internacional, lo que nos espera será sin duda igual de positivo o mejor que lo vivido hasta ahora.

Por lo tanto, el sector eólico tiene por delante un año con interesantes desafíos sobre los que trabajar. El primero de ellos tiene que ver con el ritmo de avance de la eólica necesario para cumplir el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). Acelerar la tramitación administrativa es crítico para nuestra resiliencia energética, económica, industrial y climática. Todos los países debemos priorizarla como un asunto vertebral. Hay que tramitar más rápido y cumplir los plazos establecidos en la normativa europea, con criterios homogéneos y coordinación estrecha entre las administraciones. Para ello, es indispensable que las Administraciones Públicas competentes dispongan de las capacidades necesarias de forma integral: con los recursos materiales y herramientas, con las personas y la formación necesarias, con directrices únicas y claras, con estructuras organizativas realmente operativas, y con enfoques modernos y procesos eficientes. Y el sector debe contribuir con responsabilidad y rigor, priorizando aquellos proyectos más maduros y enfocando los esfuerzos en aquellas iniciativas que tienen menos riesgo.

Para poder alcanzar en 2030 el objetivo eólico de 63 GW contemplado en la propuesta de PNIEC remitida a la Comisión Europea para su aprobación, habría que incorporar más de 4 GW al año, necesarios no solo para el consumo directo de los hogares y empresas sino para consumos industriales de sectores clave como el hidrógeno renovable. Por tanto, si la eólica no puede cumplir con el ritmo de instalación adecuado, las implicaciones son multisectoriales.

En este punto es primordial disponer de seguridad jurídica, que impida que proyectos que han obtenido todas las autorizaciones técnicas y ambientales y tras años de exhaustivo trabajo puedan ser paralizados posteriormente por criterios judiciales que modifican la interpretación de una norma que ha venido siendo utilizada hasta la fecha de forma satisfactoria. Paralizar instalaciones o proyectos en construcción tiene implicaciones graves en el empleo del sector, pero también en el empleo industrial que será consumidor de la energía generada por los mismos.

En este aspecto, cómo ponemos en práctica la búsqueda del valor y no del puro precio a la hora del desarrollo de los proyectos eólicos, tanto mediante subastas como con otras modalidades de implantación, es uno de los objetivos a conseguir. Medidas como la precalificación de actores con una óptica industrial europea siguen siendo tremendamente necesarias y pragmáticas para poder equilibrar la balanza.

La aceptación social de la eólica en los territorios es otro de los puntos clave para lograr el ritmo de avance necesario. La primera responsabilidad recae en el sector el cual debe trabajar con sensibilidad y rigor, de forma anticipada en los territorios y siendo conscientes de las realidades locales. Tenemos que seguir haciendo mucha pedagogía sobre la realidad de los beneficios que los parques eólicos trasladan al territorio, a su socioeconomía local y al cuidado del medioambiente.

Otro de los desafíos es la actual evolución de la electrificación de la economía, necesaria para que la demanda eléctrica vaya creciendo paulatinamente y dando cobertura a la instalación de las nuevas instalaciones renovables. Es necesario evitar situaciones de pérdida de rentabilidad de activos renovables, que puedan estar ociosos a la espera de una demanda de energía, asumiendo pérdidas de rentabilidad y ocasionado una paralización de la toma de decisión sobre nuevas inversiones a futuro. Conseguir ritmos de crecimiento renovable equilibrados y sincronizarlos con el crecimiento de la demanda es clave.

El sector eólico lleva tiempo reclamando un cambio en el diseño de las subastas para las energías renovables. El nuevo RD Ley 8/2023 modifica los criterios de las subastas. Además del criterio de adjudicación del precio de retribución de la energía, podrán incluirse otros criterios no económicos hasta un máximo del 30 % de la ponderación, tales como la contribución a la resiliencia, a la sostenibilidad medioambiental, a la innovación, al impacto socioeconómico del proyecto u otros aspectos que mejoren la integración de las renovables en el sistema eléctrico.

Es importante que, al igual que en otros países que ya tienen este tipo de criterios (como los Países Bajos) se involucre desde el principio a todos los actores con intereses en las subastas, incluido, claro está el sector eólico, en la definición y ponderación de estos. Es fundamental que estos criterios sirvan, entre otras cosas, a salvaguardar la competitividad y permanencia de la industria eólica española en particular y la europea en general, tal como se establece en el European Wind Energy Package.

Y por último, este año 2024 debe ser el año del despegue de la eólica marina en España. La eólica marina flotante es una oportunidad de país por la creación de nuevos empleos y por las sinergias con otras actividades industriales, como la industria naval o la portuaria, entre otras. El PNIEC identifica como retos específicos la instalación de al menos 3 GW de eólica marina en 2030 y para conseguirlo debemos disponer de la primera subasta a lo largo de 2024.

Todos estos temas y muchos más, los analizaremos el próximo 13 de febrero en la jornada ‘Eólica y Mercado’ organizada por la Asociación Empresarial Eólica. Más de 150 expertos se reunirán para explorar temas clave en el nuevo escenario energético, desde perspectivas de mercado hasta proyectos híbridos, almacenamiento, PPAs para hidrógeno y sinergias con la eólica.

Los patrocinadores son EDP Renewables, FE Energy, Greenalia, Hitachi Energy, Iberdrola, Naturgy, Repsol, Vestas, SSE Renewables y Axpo.