La energía eólica se enfrenta ahora el reto de avanzar sin los generosos subsidios federales que expiraron a finales de 2013 y ante el "boom" energético de la fractura hidráulica. La capacidad instalada de energía eólica ha crecido notablemente en la última década en Estados Unidos, y se espera que en 2014 alcance los 73.000 megavatios. En la actualidad, supone algo más del 4 % de la producción eléctrica en todo el país, y el Departamento de Energía espera que supere el 5 % en 2015. Solo en 2013, se iniciaron la construcción de proyectos eólicos que generarán 12.000 megavatios más, un récord para esta energía renovable, según datos de la America Wind Energy Association (AWEA, por sus siglas en inglés).

Eólica en 2014 en Estados Unidos acabará con otros 12 gigavatios

REVE

Estados Unidos construye más de 12.000 MW de eólica este año.

Según el primer balance semestral 2014 de la Asociación estadounidense de la Energía Eólica (American Wind Energy Association, AWEA), en Estados Unidos se instalan ahora más de 12.000 megavatios eólicos.

En Estados Unidos, a treinta de junio de 2014, había ya 61.946 megavatios de eólica (46.300 aerogeneradores), según AWEA.

Unos proyectos que han demandado la incorporación de profesionales formados en un y con experiencia en el campo de las energías renovables.

La capacidad instalada de energía eólica en EEUU ha crecido exponencialmente. Las previsiones del Departamento de energía hablan de superar el 5% en el 2015.

Los subsidios federales representaban un descuento al kilovatio/hora producido durante los diez primeros años de operaciones. El más conocido era el Fiscal de Producción (PTC) que expiró a finales del año pasado y ofrecía un descuento de 2,3 centavos de dólar. Según Michael Webber, del Energy Institute de la University of Texas en Austin, el sector de la energía eólica ha ya había crecido y era hora de replantearse este cuantioso subsidio.

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La supresión de la ayuda pública es un obstáculo para las empresas. La española Gamesa decidió cerrar la planta de producción de palas de trabinas en Pensilvania, ante la incertidumbre en el sector y como modificación en su estrategia de cadenas de suministro. Gamesa llegó a Estados Unidos en el 2005, y el cambio le permite mantener el coste de la energía bajo para sus clientes.

La retirada de los subsidios coincidió con el boom de la energía de la fractura hidráulica, que ha impulsado la producción y utilización doméstica para generar electricidad de petróleo y sobretodo de gas. El abaratamiento notable en los costes energéticos amenaza con dejar en nada los esfuerzos dedicados a los proyectos en energías limpias como la eólica o la solar. Los proyectos eólicos están en riesgo en más de 30 estados del país. A la competencia de la energía por fractura hidráulica se añade el desarrollo de la offshore, la energía eólica marina, que se ha iniciado de forma experimental en la costa este, en Oregón. De hecho, Washington se ha marcado como objetivo que el 4% del 20% de la electricidad generada por las eólicas, provenga de las plantas eólicas costas afuera.

La capacidad instalada de energía eólica ha crecido notablemente en la última década en Estados Unidos, y se espera que en 2014 alcance los 73.000 megavatios.

La energía eólica se enfrenta ahora el reto de avanzar sin los incentivos fiscales que expiraron a finales de 2013 y ante el boom energético de la fractura hidráulica.

En la actualidad, el sector eólico estadounidense supone algo más del 4 % de la producción eléctrica en todo el país, y el Departamento de Energía espera que supere el 5 % en 2015.

Solo en 2013, se iniciaron la construcción de proyectos eólicos que generarán 12.000 megavatios más, un récord para esta energía renovable, según datos de la America Wind Energy Association (AWEA, por sus siglas en inglés).

A la cabeza están los estados del sur y el medioeste como Texas, Iowa, Dakota del Norte, Michigan y Kansas.

Sin embargo, esta consolidación como fuente de energía venía en gran medida alimentada por los generosos subsidios federales, especialmente el conocido Crédito Fiscal de Producción (PTC, en inglés) que expiró a finales del año pasado y ofrecía un descuento de 2,3 centavos de dólar por kilovatio/hora producido durante los primeros diez años de operaciones.
Para las empresas, la supresión de este tipo de respaldo federal, lanzado como parte del impulso del gobierno estadounidense para doblar la producción de electricidad originada por energías renovables, supone un obstáculo.
Es el caso de la española Gamesa, con presencia en EE UU desde 2005 y que este mes anunció el cierre de una planta de producción de palas de turbinas en Pensilvania, como parte de una modificación de la estrategia de cadenas de suministro y en respuesta a la incertidumbre sobre si los incentivos fiscales desaparecerán o disminuirán.