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La eólica marina en Alemania se ve lastrada por la decisión de instalar los parques eólicos a 50 km de la costa, lo que encarece los costes.
El proceso de generación de electricidad en Alemania debe ser menos contaminante y peligroso de lo que ha sido durante décadas. Ese es el objetivo del megaproyecto aprobado hace dos años para cambiar el modelo energético nacional, abandonando las centrales nucleares y los combustibles fósiles progresivamente. Pero el camino hacia la producción de energía limpia ha demostrado ser más accidentado de lo previsto: los consumidores se quejan de los precios, la industria exige más apoyo financiero para el desarrollo de nuevas tecnologías y los políticos –tanto en el Gobierno como en el Bundestag– parecen haber perdido la orientación.
Todos dicen querer el cambio de modelo energético, pero nadie se pone de acuerdo sobre cómo implementarlo. La reciente discusión en torno a los beneficios y desventajas de los parques eólicos de alta mar se suma a otros debates que hacen temer por la viabilidad del proyecto de futuro que los alemanes se han trazado. “No tiene sentido invertir en la construcción de parques eólicos en las aguas territoriales de Alemania porque esa tecnología es muy costosa”, sostiene Niels Schnoor, de la asociación civil Central de Consumidores.
Por extraño que parezca, la posición de este grupo es compartida por WindEnergie, una organización que defiende los intereses de quienes operan centrales de energía eólica en el mar y en tierra firme: “Es cierto, el cambio de modelo energético no debe encarecerse demasiado”, dice Matthias Hochstätter, asesor de WindEnergie. Si se suspenden las inversiones en los parques eólicos de mar abierto, los recursos con que se fomenta a la industria de la energía alternativa se reducirán y a los consumidores se les quitará un peso de encima, explica Hochstätter.
“Unas ganancias más discretas obligarían a los fabricantes a ser más eficientes. Si no conseguimos liberar a los consumidores de ese lastre, la energía eólica perderá credibilidad y atractivo”, sigue el asesor de WindEnergie, agregando que la red eléctrica alemana debe alimentarse más de los parques eólicos en tierra firme que de aquellos en alta mar. “Sobre todo en el sur de Alemania existen un gran potencial para construir centrales eléctricas activadas por el viento”, asegura Hochstätter.
Las ambiciones deben ser ajustadas
Entre los factores que más encarecen la producción de energía eólica en las aguas territoriales de Alemania están las características geográficas de sus costas. “Otros países han puesto énfasis en la construcción de parques eólicos cerca de sus costas porque allí no causan daño alguno. Pero en Alemania debemos proteger las llanuras mareales que quedan expuestas cuando las aguas del Mar de las Wadden se retiran”, explica Schnoor. Éstas están entre las últimas grandes llanuras mareales del mundo y se extienden 40 kilómetros hacia el mar abierto.
Por esa razón, Alemania es el único país que construye sus centrales eólicas marinas bien alejadas de sus costas. No obstante, todos los expertos que hablaron con Deutsche Welle coincidieron en que Alemania no debe prescindir por completo de las brisas marinas como generadoras de energía. “La tecnología de los parques eólicos de alta mar sigue estando en fase de desarrollo y esta etapa demandará más inversiones. En cuanto superemos esta fase de aprendizaje, estoy seguro de que la energía que producen será menos costosa”, señala Hochstätter.
Stefan Gsänger, de la World Wind Energy Association, da por sentado que los métodos para producir energía con las brisas marinas será importante por mucho tiempo como tecnología de exportación. “Si se abandonaran los parques eólicos de alta mar por completo, Alemania estará renunciando a una tecnología que tienen cada vez más demanda en otros mercados”, subraya Gsänger.
También Niels Schnoor, de la asociación civil Central de Consumidores, deja claro que no está en contra de este tipo de instalaciones. “Nosotros no estamos exigiendo que se detenga la construcción de centrales eólicas en el mar. Lo que pedimos es que se reduzca el ritmo con que se piensa ampliar los parques eólicos. La meta actual es lograr que esas centrales tengan un rendimiento de 14 gigavatios de aquí al año 2020, cuando en realidad basta que ellas lleguen a producir cinco gigavatios en ese lapso para alcanzar las metas del cambio de modelo energético”, alega Schnoor. A sus ojos, lo que se debería intensificar es la producción de energía solar y eólica en tierra firme.
Autores: Rayna Breuer / Evan Romero-Castillo. Editora: Emilia Rojas Sasse. http://www.dw.de