Datos del Ministerio de Energía y Minas (MEM) indican que hasta agosto pasado el 52% de la energía consumida en Nicaragua provenía de energías renovables, como la eólica y la geotérmica.

Progresan las energías renovables en Nicaragua

REVE

Nicaragua desarrolla la eólica, la geotérmica y la energía solar.

«Nicaragua está empeñada en transformar su matriz de generación eléctrica desde petróleo hacia energías renovables, como hidroelectricidad, geotermia, eólica y biomasa, para contribuir a (mitigar) el cambio climático», dijo Rappaccioli.

Nicaragua despunta como el país más dinámico del istmo centroamericano, y el segundo de América Latina, en adopción de energías limpias.

 

Una mezcla de políticas estatales, financiamiento de organismos internacionales y cooperación para el desarrollo han permitido reducir de forma notable la dependencia nicaragüense del petróleo para generar electricidad.

 

En 2005, apenas 10 por ciento de la electricidad no provenía de combustibles fósiles. En 2012, las fuentes renovables ya aportaban 41 por ciento, lo que permitió reducir en 228 millones de dólares la factura de importación de crudo, según estadísticas del gobierno.

 

Y las últimas contribuciones, de Japón y Alemania, permitirán más ahorros en ese rubro.

 

A fines de febrero, el Ministerio de Energía y Minas inauguró el parque fotovoltaico más grande del país y de América Central, con capacidad para iluminar 1.100 viviendas y pequeños negocios rurales del municipio de Diriamba, en el departamento de Carazo, 55 kilómetros al sur de Managua y cerca de la costa del océano Pacífico.

 

La central, que inició su fase de prueba este mes, se financió con 11,4 millones de dólares donados por el gobierno de Japón y 500.000 dólares aportados por Managua. Los 5.880 paneles solares instalados tendrán una capacidad máxima de generación de 1,38 megavatios.

 

El ministro de Energía y Minas, Emilio Rappaccioli, sostuvo que ese parque permitirá reducir las emisiones de dióxido de carbono –gas de efecto invernadero– en 1.100 toneladas al año.

 

Además, las autoridades de 12 alcaldías de las principales ciudades firmaron en febrero un convenio con la española Biomasa Investment Nicaragua SA (Binicsa), que invertirá 150 millones de dólares en los próximos dos años para transformar vertederos de basura en fuentes de biogás para generar electricidad.

 

Según los estudios técnicos sobre esos 12 vertederos a cielo abierto, casi todos pueden producir dos megavatios a partir del procesamiento de su biomasa, excepto Masaya, cuyo potencial es de cuatro megavatios, y la capital, que podría generar entre ocho y 10 megavatios, dijo el representante legal de Binicsa, Fernando Liaño.

 

«Tenemos varios proyectos en distintos países, pero ninguno con las condiciones que nos hemos encontrado aquí en Nicaragua», explicó el español a la prensa oficial. El convenio compromete a la empresa a construir plantas de producción de biomasa y generación eléctrica, transformar los vertederos en áreas verdes y contribuir a la recolección de desechos sólidos en los municipios concernidos.

 

Por lo atractiva que se ha vuelto Nicaragua para inversiones en energías renovables, el gobierno de Alemania está financiando ocho proyectos por más de 40 millones de dólares, a través de préstamos otorgados por el Banco Alemán de Desarrollo (KfW), dijo a Tierramérica el embajador de ese país, Karl-Otto König.

 

En este país de más de seis millones de habitantes, la pobreza afecta a 47 por ciento de la población.

 

En esta realidad, el salto energético no solo es «espectacular, sino estratégico», dijo a Tierramérica el empresario César Zamora.

 

«Cuando te ahorras más de 200 millones de dólares al año en compra de combustibles, puedes maniobrar con esos recursos para invertir en proyectos sociales, y la economía local se vuelve dinámica, creas fuentes de empleo y gastas menos en obras de mitigación por contaminación ambiental», abundó.

 

Noventa por ciento de la generación eléctrica se producía mediante combustibles fósiles en 2005. Cuando los precios internacionales de los derivados de crudo empezaron a subir, este país entró en crisis energética, pues no tenía recursos para abastecer la demanda.

 

A partir de 2007 las autoridades planificaron una sustitución progresiva del petróleo. El año pasado, las fuentes renovables aportaron 41 por ciento de la energía, y la meta es llevar esa participación a 50 por ciento en 2013, a 97 por ciento en 2017 y a 100 por ciento en 2026, según el Plan Nacional de Desarrollo Humano.

 

Este plan asigna casi 2.000 millones de dólares en el período 2012-2017 al rubro inversiones en centrales hidroeléctricas, geotérmicas, solares y eólicas, que deberían aportar 546 megavatios.

 

Para cumplir esas metas se forjaron alianzas económicas y técnicas con potencias mundiales en nuevas energías, como Japón y Alemania, petroleras, como Venezuela, e hidroeléctricas, como Brasil.

 

De acuerdo a David Castillo, presidente del Consejo de Dirección del estatal Instituto Nicaragüense de Energía, el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) permitió crear una infraestructura sólida para el crecimiento de este sector.

 

De los 1.308 millones de dólares desembolsados por el BID en los últimos cinco años, 227,7 millones se destinaron a energía, 218,3 millones a transporte y 225,2 millones a inversiones sociales.

 

Gracias a ello, desde al año pasado la electricidad llega a 128.390 personas que carecían del servicio en zonas del Pacífico y del Caribe, y este año llegará a otras 164.000, dijo Castillo.

 

Entre las opciones de fuentes renovables que dispone este país se cuenta también el vapor de seis volcanes activos en la franja pacífica.

José Adán Silva, http://ipsnoticias.net/