La Unión Europea y las energías renovables

De acuerdo con la responsabilidad asumida por parte de la UE de liderar la lucha contra el cambio climático y dar ejemplo con sus acciones sobre las posibilidades existentes de mitigación de emisiones, los países miembros de la UE adoptaron el paquete de energía y cambio climático en 2009 con unos objetivos claros y ambiciosos para avanzar en la descarbonización de la economía europea con las tres metas de: reducción de emisiones del 20%, mejora de la eficiencia energética de la UE en un 20% y alcanzar un 20% de energías renovables en el consumo de energía final (coloquialmente conocido como paquete 20-20-20).

Para planificar la consecución de este último objetivo los países miembros han desarrollado sus Planes Nacionales de Acción de Energías Renovables (PANER en español), en los que se describen los objetivos por tecnologías, cantidades y sendas de crecimiento. Es destacable que la principal tecnología en la suma total de los PANER es la energía eólica que pasará de los 84 GW (el prefijo G “Giga” indica mil millones ) de potencia instalada en 2010, que cubrían con su generación el 5% de la demanda de la UE, a 213 GW de potencia que suministrarán el 13% de la electricidad que necesita la economía europea. Gracias a la aportación eólica en 2020 la UE podría evitar la emisión de 250 M (millones) de toneladas de CO2. Actualmente la UE está además evaluando la posibilidad de incrementar su objetivo de reducción de emisiones a un 30% puesto que este objetivo sería más acorde con los que establece el IPCC para esa fecha (-25 a -45%) y porque en la UE ya habíamos alcanzado una reducción del 17,3% en 2009 por lo que el esfuerzo económico adicional de alcanzar una disminución del 30% es similar al que se suponía en 2007 para alcanzar la disminución del 20%. Un cambio deseable en el objetivo de reducción de emisiones aumentará probablemente el objetivo de renovables para 2020.

Más allá del objetivo para el 2020 la UE se ha comprometido a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en por lo menos un 80% para el 2050, lo que conllevará disponer de un sistema eléctrico en Europa libre de emisiones para esa fecha. Para planificar el reto que supone alcanzar este objetivo la Comisión Europea está preparando una hoja de ruta 2050 para el sector eléctrico en la que se vislumbra una importante aportación de la energía eólica, con porcentajes de penetración superiores al 30% en los diferentes escenarios que se están barajando. La Agencia Internacional de la Energía y recientemente también el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) han publicado sendos informes en los que se hace hincapié en la importancia y enorme potencial de las energías renovables para dar solución a los problemas de mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Si bien el sector eólico español está bien posicionado para hacer frente a los retos que suponen los objetivos Europeos para 2020 de energías renovables, gracias al desarrollo y trabajo hecho en la última década, debemos reconocer que en la actualidad se encuentra en una fase de incertidumbre y paralización debido a: los continuos cambios regulatorios que han tenido lugar en los últimos años así como a complejos procesos de licitación en ámbitos competenciales de las Comunidades Autónomas por los objetivos mejorables establecidos para 2020, y por el retraso en la adopción de un marco retributivo estable que atraiga la inversión necesaria para la materialización de los objetivos.

Debido a esta falta de concreción en las tres herramientas básicas para el desarrollo de la tecnología; objetivos acordes con el potencial tecnológico, apoyo político y marco regulatorio estable, el sector eólico español esta pasando por un período de ralentización, siendo la parte industrial del sector la que más está sufriendo las consecuencias. Es necesario recuperar estabilidad y visibilidad de futuro para el sector de forma que pueda seguir contribuyendo a la lucha contra el cambio climático en nuestro país, con tecnología y base industrial nacional, además de contribuir a conseguir otros importantes objetivos como el impulso al I+D , la creación de una marca país tecnológica y la creación de empleo.

Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.

José Segura Clavell es diputado socialista en el Congreso.