Las ayudas para comprar vehículos eléctricos se las llevan las motos

A veces el futuro tarda en llegar más de lo esperado, como sucede con el coche eléctrico. Que no termina de arrancar, ni siquiera impulsado por los 10 millones de euros habilitados por el Ministerio de Industria a través del programa Movele del Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE). Un apoyo que oscila entre el 15% y el 20% del importe total sin impuestos y que cualquiera puede solicitar en los 200 concesionarios adheridos al programa.

Los particulares han preferido utilizar esas subvenciones para adquirir motos eléctricas, que han ganado por goleada a los coches. Las empresas y las administraciones, movidas en gran parte por el tan de moda espíritu de ‘cero emisiones’, sí han reaccionado, ampliando su parque móvil con todo tipo de vehículos enchufables.

La escasa oferta disponible, las dudas que imperan sobre una tecnología aún en ciernes y, sobre todo, el alto precio de los coches han hecho que los estímulos con los que Miguel Sebastián quería llenar las ciudades de vehículos eléctricos hayan triunfado solo a medias.

En el caso de los coches eléctricos, la inyección pública puede llegar a los 7.000 euros pero el precio del turismo oscila normalmente en el entorno de los 33.000. Otro de los alicientes de las motos es que -sobre todo en ámbitos urbanos- ofrecen prestaciones (autonomía, velocidad, etc.) mucho más próximas a las de motor de combustión. Algo que en el caso de los coches aún está por resolver.

Los datos a cierre de 2010 (plazo en el que inicialmente vencían las ayudas y que ahora ha sido ampliado hasta el 31 de marzo con los 5 millones no consumidos) no mienten. De las 947 operaciones aprobadas y que corresponden a una compra efectiva de alguno de los vehículos del catálogo Movele (http://movele.ayesa.es/movele2/), 108 (el 11%) corresponden a adquisiciones realizadas por particulares. Personas que no han comprado ni un solo coche, y sí motocicletas (103), cuadriciclos comerciales (2) y cuadriciclos turismo (3).

Por el contrario, las instituciones públicas han realizado 152 operaciones; las empresas de servicios públicos, 173; las firmas de ‘leasing’, otras 243. Las 271 restantes compras han correspondido a compañías privadas de distinto ámbito. Como FCC, que esta semana confirmaba la adquisición de 17 coches dentro de un programa de colaboración con el grupo PSA-Citroën, tras inaugurar un ‘punto de recarga’ en su sede madrileña.

Juan Antonio Alonso, director de ahorro y eficiencia energética del IDAE, ve, como es lógico, la botella medio llena, y resalta que «la acogida del Movele ha sido muy favorable». Reconoce que la oferta es aún escasa, pero subraya que lo importante es que ayuntamientos y empresas se han volcado por completo en el proyecto, lo que permitirá inundar las calles de vehículos eléctricos que servirán de catalizador de la demanda particular.

La presencia de coches enchufables en tareas como la recogida de basuras, la Policía o el reparto de paquetería será el trampolín para que se animen las familias cuando el mercado esté más maduro, algo en lo que coincide Fernando Acebrón, director técnico de la patronal de fabricantes de coches (Anfac). Cree que la explosión llegará a lo largo de este año o el próximo. Para esto, subraya, será imprescindible que el apoyo del Gobierno, tanto a la oferta como a la demanda, se mantenga firme.

Los fabricantes dejan claro que el coche eléctrico «es una tecnología que está de moda, pero no la única», dentro de una carrera de la industria por lograr vehículos más eficientes. El tirón es innegable. Todas las marcas, las ingenierías y las eléctricas se han embarcado en proyectos de coche eléctrico. Hasta la patronal de bienes de equipo ha montado Aedive, un ‘lobby’ para defender en Bruselas sus intereses en el asunto.

Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.

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