La eólica en Colombia no despega

La energía eólica, correspondiente a la energía de los vientos, ha sido utilizada por el hombre desde tiempos inmemoriales; ejemplos de ello son los molinos para procesar y moler cereales y la navegación a vela. Los viajes descubridores del siglo XV y siguientes fueron posibles gracias a dicha energía.

Esta energía es sin duda una de las fuentes renovables que más se ha incrementado en términos porcentuales en el mundo. La capacidad instalada se ha incrementado pasando de 10 Gigavatios (GW) en 1996 a 158 GW en 2009.

Los cinco países con mayor capacidad instalada son Estados Unidos, China, Alemania, España e India. La expansión de la energía eólica en China en 2009 es del orden de la capacidad total instalada en Colombia, de alrededor de 13 GW.

De hecho, en varios países la contribución de la energía eólica en la matriz energética es significativa, como es el caso de Dinamarca, con un 20% y España, con un 15%. También están surgiendo pequeños aerogeneradores en el sector residencial en proyectos de generación distribuida conectados a la red presentan un desarrollo interesante, en especial en Estados Unidos y el Reino Unido.

Se ha venido presentando una reducción importante de los costes de inversión de la tecnología en eólicas (entre 1.500 y 1.800 US$/kW instalado), a pesar de la alta demanda de aerogeneradores en el mundo.

A nivel regional, en Latinoamérica y El Caribe, la capacidad eólica instalada es de 1.254 MW (según el Global Wind 2009 Report), doblando la capacidad instalada en 2008 que era de 650 MW. Cinco países han invertido considerablemente en parques de generación eólicos: Brasil, México, Chile, Costa Rica y Nicaragua. La mayor expansión se dio en Brasil, pero las de mayor incorporación relativa se dieron en Nicaragua, Chile y México.

En Colombia, según los estudios y a partir de la información del Atlas de vientos del Ideam y la Upme (2006), el potencial energético se estima entre 20.000 y 35.000 MW en regiones como La Guajira, Santanderes, Boyacá (Gachaneca y Villa de Leiva), Huila (Legiosa), Tolima, Cauca y San Andrés Islas. Si bien la matriz energética del país es limpia, toda vez que más del 70% de la energía generada corresponde a generación hidroeléctrica, es claro que este otro potencial no es nada despreciable.

Actualmente, hay un desarrollo menor en La Guajira con el Parque Eólico Jepirachi, con una potencia de 19,5 MW, llevado a cabo por las Empresas Públicas de Medellín -EPM a partir de marzo de 2004. Se están evaluando nuevos proyectos eólicos; el de mayor factibilidad es el Parque Eólico Jouktai, con una capacidad de 32 MW en la Guajira, por parte de Isagen y el cual cuenta con licencia ambiental a partir de enero de 2010.

En la nueva concesión del servicio eléctrico en San Andrés Islas por parte de Sopesa, como uno de los compromisos contractuales, se encuentra la instalación de un parque eólico de 7 MW, el cual se encuentra en estudio de factibilidad para seleccionar la mejor alternativa para su ubicación.

El recurso eólico en Colombia tiene además una importancia energética dado que presenta una complementariedad estacional con la hidroenergía, debido a que en la época de diciembre a abril, cuando se presenta la estación seca hidrológica, es cuando se tiene mayor presencia de vientos y desarrollan mayores velocidades en la Guajira y otras zonas de la región Caribe, lo cual ha sido refrendado por la Upme en su estudio Plan de Desarrollo de las Fuentes No Convencionales de Energía.

Por lo tanto, es fundamental el desarrollo y reducción de costos, además de los adecuados incentivos tributarios, ambientales y regulatorios. El estímulo tributario de mayor importancia fue el establecido en la reforma tributaria de 2002 (Ley 788) que permitió la exención de rentas durante 15 años por venta de energía eléctrica obtenida a partir de eólica, biomasa y residuos agrícolas, siempre y cuando la obtención o venta de las reducciones certificadas de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) se efectúe dentro de los términos del Protocolo de Kioto y se invierta el 50% de los ingresos por este concepto en obras de beneficio social.

También se exime del IVA la importación de maquinaria y equipos destinados al desarrollo de proyectos o actividades que sean exportadores de certificados de reducción de emisiones de carbono y que contribuyan a reducir la emisión de GEI.

Adicionalmente, a partir de la expedición de la Ley 697 de 2001, se incorpora las Fuentes No Convencionales de Energía -Fnce- como parte del Programa Nacional de Uso Racional y Eficiente de Energía (Proure) como un asunto de interés social, público y de conveniencia nacional. Recientemente, en Junio de 2010, en un hito del desarrollo de política, el MME estableció un Plan de Acción indicativo al 2015 para el Proure, donde se establece una meta de participación del 3,5% de las Fnce en la matriz de generación eléctrica, que para lograr cumplirla se espera que una buena parte de la expansión proyectada sea con parques eólicos.

En Países como España, Brasil, Chile y Costa Rica se crearon condiciones especiales normativas y de mercado para incentivar, o incluso subvencionar, el costo de inversión con primas para permitir la entrada de estos proyectos.

En Colombia, por el contrario, se está pretendiendo ir en contravía de esta tendencia mundial, por iniciativas legislativas como la que pretende imponer la carga de las transferencias ambientales de Ley 99 a estos proyectos, con el consecuente impacto en su mayor costo de generación.

Actualmente los proyectos que se están llevando a cabo en Colombia sólo han podido cerrar financieramente aplicando los Mecanismos de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kyoto o los mercados voluntarios de reducción de emisiones.

Dados los importantes beneficios energéticos, ambientales y sociales, se espera que se desarrollen las condiciones en la política energética, la regulación sectorial sin distorsionar las reglas del Mercado de Energía Mayorista, que se complemente la reglamentación técnica que viene desarrollando el Icontec y se ofrezcan opciones financieras, por ejemplo, a través de recursos internacionales del mercado del carbono, que incentiven la inversión y operación de los proyectos de energía eólica en Colombia.

De no hacerlo, simplemente sería establecer una barrera legal, que se torna en física para que literalmente no pase el viento y no hayan proyectos de energía eólica en el país.

Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar o solar termoeléctrica. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.

GUSTAVO GALVIS HERNÁNDEZ, Presidente de Andesco, www.portafolio.com.co