Científicos piden que se renuncie al reactor de fusión nuclear por Antonio Cerrillo

Por primera vez, voces relevantes se han levantado contra el reactor experimental termonuclear internacional (ITER). En este proyecto, la UE y las grandes potencias mundiales han depositado las esperanzas de obtener energía limpia, barata e infinita en el futuro la segunda mitad de siglo.

La oposición al proyecto la encabeza Georges Charpak, premio Nobel de Física en 1992, a quien se han unido los físicos Jacques Treiner y Sébastien Balibar. Los tres han hecho un llamamiento a que se "renuncie" a este proyecto, por ser "caro e inútil".

El coste de la construcción del reactor se ha triplicado y totalizará los 15.000 millones de euros a lo largo de 10 años. La previsión es que estará construido en el 2019. Los científicos se oponen sobre todo porque este proyecto "pone en peligro otras investigaciones más importantes" científicas y en materia energética.

La construcción del reactor ya se ha iniciado en Cadarache, a 60 km de Marsella, mientras que Barcelona acoge su agencia administrativa con 250 personas (aunque su plantilla se ampliará a 400 personas).

No obstante, las críticas han sido contestadas por la UE. "No nos replanteamos el proyecto; es cierto que se ha encarecido, pero estamos hablando de reproducir el proceso de fusión de la energía en las estrellas. Es una apuesta de riesgo, pero si somos capaces de hacerlo, se resolverían los problemas energéticos de la humanidad", dice Montserrat Torné, directora general de Cooperación Internacional del Ministerio de Ciencia e Innovación. El debate se plantea en términos de si la fusión nuclear es un sueño prometedor o sólo una quimera costosa.

Para lograr la fusión nuclear se emplearían dos ingredientes fundamentales: el deuterio (isótopo del hidrógeno, abundante en la naturaleza) y el tritio (radiactivo, y aunque menos abundante puede producirse a partir de litio, presente en océanos y la corteza terrestre). Sin embargo, para forzarlos a unirse se necesitarían temperaturas de más de 100 millones de grados y, además, confinar ese plasma. El reto será pues, disponer de materiales capaces de resistir la irradiación de alta energía.

Las críticas contra el ITER se han relanzado tras el incremento de su presupuesto. Inicialmente, la UE debía aportar 5.900 millones de euros, pero en junio dio luz verde a una contribución de 6.600 millones (del total de los 15.000 millones en diez años). La UE paga el 47% del total, mientras que el resto lo ponen China, Corea del sur, EE UU, India, Japón y Rusia.

Un primer reexamen valoró ese reembolso europeo en 7.200 millones, aunque luego se rebajó en 600 millones. "No ha habido una aportación extraordinaria de los países de la UE para el ITER. Este proyecto se financia con presupuestos de la Comisión", aclara Montserrat Torné. España aporta el 8,8% a ese presupuesto europeo.

Montserrat Torné relativiza la inversión. "La deuda de los clubs de fútbol europeos es de unos 6.500 millones de euros, casi la misma cantidad que Europa va a invertir en 10 años; y si sale bien, supondrá la solución a gran parte de los problemas energéticos futuros", dice, Ella defiende férreamente esta "apuesta de riesgo" también con el argumento de que arrastrará grandes avances científicos y tecnológicos, como los que trajo el viaje del hombre a la luna. "Sólo se logran grandes éxitos si se asumen riesgos", afirma.

El proyecto ya tuvo el rechazo entre sectores ecologistas en España. "Nos oponemos porque se trata de una tecnología inmadura que supone un despilfarro económico, y porque puede reducir las inversiones de financiación pública en tecnologías energéticas ya contrastadas, como las fuentes de energías renovables como la eólica, la fotovoltaica y la termosolar", dice Jaume Morrón, uno de los dirigentes ecologistas que encabezó la oposición a la propuesta, planteada en el 2002, para ubicar la instalación en Vandellòs.

En Francia, representantes políticos se manifiestan mayoritariamente a favor, aunque las grandes inversiones prometidas también generan escepticismo. "El proyecto no se aviene a las urgencias del cambio climático y de frenar las emisiones de CO2", dice el grupo France Écologie.

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El ITER  por José Santamarta

La energía de fusión: 1. No es limpia, como pretenden hacer creer. Se producen isótopos radiactivos de tritio, residuos radiactivos, y puede contribuir a la proliferación nuclear.

Los riesgos de seguridad no son despreciables. Es una tecnología centralizada e intensiva en capital, que genero poco empleo y aumenta la dependencia tecnológica de la inmensa mayoría de los países, sobre todo del Tercer Mundo. Hay tecnologías que contribuyen a la sostenibilidad, y otras que nos alejan.

La fusión nuclear crea falsas expectativas, e impide avanzar y desarrollar las tecnologías energéticas realmente sostenibles: mejora de la eficiencia (más con menos, factor 10), desarrollo de la energía eólica, solar fotovoltaica y solar térmica (bajas, medias y altas temperaturas.

2. En el raro caso de funcionar y ser viable económicamente, no será antes de 60 ó 70 años, y para entonces será demasiado tarde como para evitar el cambio climático. Las emisiones de los combustibles fósiles hay que reducirlas ya, y no dentro de 100 años, cuando la fusión sea una realidad, que lo dudo. La energía de fusión requiere mantener de forma constante temperaturas de cien millones de grados, para fusionar los isótopos de hidrógeno (que son muy poco abundantes), lo que sólo se consigue mediante el confinamiento inercial.

3. El ITER costará unos 15.000 millones de euros, una cifra que debería emplearse en investigar las energías renovables y los procesos y productos que contribuyen a mejorar la eficiencia energética. El ITER es sólo un prototipo que pretende demostrar la supuesta y teórica viabilidad de la fusión, lo que es más que dudoso.

4. Las energías renovables son una alternativa real. El potencial eólico técnicamente aprovechable y descartando todas las zonas con valores ecológicos, es de 40 a 50 veces el consumo actual de electricidad en el mundo, y la energía eólica es ya una realidad, que desagrada a algunos por su "visibilidad". La fotovoltaica crece rápidamente, y aunque todavía es muy cara, se espera que antes de 20 años (frente a los 70 de la fusión), ya será competitiva, incluso sin considerar las externalidades ambientales.

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