Eólica marina analizada por el Análisis de la Biosfera (LAB) de la Universidad de Chile

REVE

Los sistemas eólicos de alta mar se encuentran en plena expansión, como demuestra el proyecto ’London Array,” un parque eólico marino del Reino Unido inaugurado en 2013 que puede generar más de 600 megavatios (MW) de energía con 341 aerogeneradores y otras aerogeneradores ya en operación en Noruega.

Investigadores del Laboratorio para el Análisis de la Biosfera (LAB) de la Universidad de Chile evaluaron por primera vez el potencial eólico en alta mar en la perspectiva de generar electricidad con la fuerza del viento marino, dijeron hoy los expertos.

Las mediciones se hicieron con información obtenida por el satélite QuikSCAT, de la NASA y el resultado ha arrojado datos “más que positivos” sobre las posibilidades de esta energía renovable en el país austral.

El estudio, llevado a cabo por el director del LAB, Cristián Mattar y el investigador Nicolás Villar, posiciona a Chile en la vanguardia de lo que otros países ya están haciendo para aprovechar su potencial energético en el mar, según los autores.

El rendimiento energético fue dividido en tres zonas: extremo norte (A), centro (B) y centrosur (C), siendo las dos últimas las que obtuvieron un resultado más óptimo para la implantación de aerogeneradores en el mar.

Según explica Mattar en un documento enviado a Efe, “el rendimiento de la energía eólica en alta mar es más atractiva debido a los mayores promedios de velocidades de viento y menores fluctuaciones debido a la ausencia de barreras físicas como montañas, edificios o vegetación.”

En el caso del centro y el sur de Chile los valores de ’factor de planta’ serían superiores al 35 % mientras que el norte alcanzarían el 20 %, aunque podrían crecer influenciados por eventos climáticos extremos como los fenómenos del Niño o la Niña.

Además, según Mattar, “ya no es necesario invertir grandes cantidades para anclar aerogeneradores al suelo marino, pues existen nuevos sistemas de flotación más asequibles.”

Chile tiene una longitud de costa superior a los 5.000 kilómetros donde la energía eólica sobre el mar podría convertirse en una nueva alternativa que obtendría vientos de forma más continuada que en tierra firme.

La Segunda