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En materia de energía eólica explicó que todos los proyectos se realizan en el marco de las normativas nacionales, particularmente en la Ley de Evaluación del Impacto Ambiental y su decreto reglamentario. Esas normativas determinan que algunos proyectos, como los eólicos, requieren una autorización ambiental previa. Claudia Cabal explicó que en cuanto al uso eficiente y racional de la energía no hay normativa a nivel ambiental previa requerida, pero igualmente se desarrollan acciones alineadas con las tendencias internacionales.
Claudia Cabal dijo a la Secretaría de Comunicación que UTE es la primera empresa a nivel nacional que incorporó, hace 20 años, una unidad especializada en medio ambiente, integrada por técnicos profesionales abocados a la atención de diferentes aspectos ambientales. En ese sentido, tanto en proyectos como en las instalaciones de la empresa, se busca tener una actualización permanentemente en este tema por parte de la empresa; y prepararse ante la creciente demanda de energía eléctrica, sin descuidar el medio ambiente.
Recordó que desde 2005 se estableció un compromiso de modificación de la matriz energética con enfoque hacia la implantación de energías autóctonas no convencionales. Dentro de ese esquema las expectativas indican que en los próximos tres años la potencia instalada en energía eólica alcance el orden de los 1.300 MW y también se desarrollen proyectos de biomasa con una potencia del orden de 200 MW.
La jerarca agregó que se están gestionando proyectos, aún incipientes, de generación de energía fotovoltaica, como lo es el plan para calentamiento de agua con paneles solares o el uso eficiente de energía. Además, informó que UTE analiza incorporar, como parte de un proyecto piloto, autos eléctricos a su flota. «El compromiso es alto y la idea es actualizar y mejorar ese compromiso hacia una diversificación de la matriz energética cada vez más limpia», enfatizó.
«Si pensamos en la cantidad de proyectos que se manejan, es tan importante el crecimiento y la cantidad tanto en generación térmica, eólica, con biomasa o de líneas de transmisión o distribución, que en los últimos tiempos se incrementó en un 100% el personal que atiende los temas ambientales en UTE, fortaleciendo la plantilla para que los aspectos ambientales sean incorporados desde que se gesta la idea hasta su desarrollo. Se trabaja desde el inicio, incorporando los conceptos, cuando el proyecto es una idea».
Agregó que cuando esa idea se transforma en proyecto se realizan los estudios ambientales específicos y se acompaña la construcción con un plan de gestión ambiental, así como la operación. Esa dinámica llevó a que se utilice más cantidad y diversidad de tecnologías nuevas, más recursos humanos en el área ambiental, además de la necesidad de adquirir software, modelos matemáticos y equipamientos para poder predecir cómo será el comportamiento en el medio ambiente.
Estructura funcional
La Gerencia de Medio Ambiente se estructura con tres líneas fundamentales: dos subgerencias y un área de auditorías y control. A través de las subgerencias se atienden los nuevos proyectos y se definen variables medioambientales a tener en cuenta durante todo el proyecto. También se estudian las instalaciones una vez que los proyectos se construyen y empiezan a operar. Ese seguimiento se realiza en la fase de construcción y chequea el cumplimiento del plan de gestión ideado tanto para la fase de construcción como para la fase de operación y el mantenimiento.
La sección de control y auditorías realiza el seguimiento de todo el sistema, tratando de cerrar el ciclo de mejora continua. En esa línea se realizan auditorías de sistemas de gestión ambiental y de desempeño ambiental, viendo cuáles son sus emisiones, cuantificarlas, compararlas con los niveles de otros departamentos y de otros países de referencia, para poder cerrar el ciclo de mejora introduciendo modificaciones en los proyectos que ya se encuentran en ejecución.
Cabal señaló que en el año 2000 la demanda pico de potencia estuvo en el orden de los 1.460 MW, en 2010 se ubicó en el orden de los 1.700 MW y para el 2020 se estima en 2.350 MW. «Hay una demanda creciente y continua de energía eléctrica porque acompaña el desarrollo industrial del país y ello va requiriendo un mayor uso de energía, de manera racional para tratar de hacer lo mismo, pero consumiendo menos».