La incertidumbre regulatoria paraliza a la eólica y a los fabricantes de aerogenedores

REVE

Hay dos palabras que el sector eólico repite incansable desde hace unos años: incertidumbre regulatoria. Y 2011 no ha sido una excepción. La eólica lo empezó pidiendo una nueva norma que proporcionase señales de futuro al sector y lo terminó de igual modo. La diferencia ha estado en el interlocutor.

A principios de año, en España gobernaba el Partido Socialista; a finales, el Partido Popular. En medio, una batalla regulatoria dura y a contrarreloj.

Si uno mira exclusivamente las cifras puras y duras, puede quedarse con una falsa impresión. En 2011, se instalaron 1.050 MW, un ritmo de crecimiento considerablemente inferior al de los últimos años, pero que demuestra una cierta salud en un contexto económico difícil, de caída de la demanda eléctrica y exceso de capacidad instalada.

Pero para entender la situación real, hay que recordar los largos periodos de maduración de los parques eólicos, cuya instalación –desde que se inician los trámites administrativos hasta que se empieza a verter electricidad a la red– lleva en España entre cinco y siete años.

Además, el Registro de Preasignación puesto en marcha en 2009 prevé la instalación de nueva potencia exclusivamente hasta finales de 2012.

Por ello, los primeros en sentir el impacto de la incertidumbre han sido los fabricantes de aerogeneradores. Precisamente por ese largo proceso de maduración de los proyectos, los pedidos de aerogeneradores en fábrica han de hacerse entre 1,5 y 2 años antes de comenzar las obras.

Y, al no conocerse las reglas del juego más allá de 2012, en 2011 menos del 10% de la producción que se realizó en España se destinó a pedidos nacionales.

Como consecuencia, han cerrado fábricas y se han destruido miles de empleos. Una situación que no puede alargarse en el tiempo si nuestro país quiere mantener ese tejido industrial modélico, que aporta valor en toda la cadena de suministro, y que ha convertido al sector eólico español en uno de los líderes mundiales.

A los promotores de parques eólicos también se les acaba la paciencia. En 2011, se han dedicado a instalar los megavatios prerregistrados mientras observaban con preocupación las idas y venidas de las intensas negociaciones regulatorias que comentaremos en capítulos posteriores. Pero, en un contexto de crisis económica global, los países compiten unos con otros para atraer la inversión de un sector como el eólico, generador de riqueza y empleo y ejemplo del modelo productivo necesario para crecer.

Definitivamente, 2011 no ha sido un buen año para la energía eólica. Las esperanzas están ahora puestas en 2012.

http://www.aeeolica.org/uploads/documents/Anuario_AEE_2012_WEB.pdf