Energías renovables para todos

Las conversaciones se realizaron en voz baja. Los delegados de los países desarrollados en la Cumbre Climática de Durban habían empleado dos semanas para definir un pacto capaz de reducir las emisiones de gases y, de ese modo, paliar el cambio climático. Pero hasta ese momento, en las primeras horas del domingo 11 de diciembre, no tenían ningún acuerdo.

De pronto llegaron a un acuerdo. El Protocolo de Kyoto fue finalmente prorrogado por algunas naciones —a fin de año Canadá y Rusia se retiraron definitivamente de él -. Aquella mañana los países en disputa —Estados Unidos, China, Unión Europea, Brasile India— se comprometieron a reducir las emisiones correspondientes y poner su firma en un acuerdo en 2020. Para muchos fue un triunfo que, aunque modesto, sería la primera piedra para reducir la producción de gases de efecto invernadero en un 50% en 2050, de acuerdo con las proyecciones de la ONU. Para otros, entre ellos Greenpeace, fue un “fracaso”.

Ahora en Dubái están reunidos más de 6.000 delegados para discutir el futuro de las energías renovables y sostenibles, uno de los principales motores para evitar la contaminación excesiva. Fue en este evento que Ban Ki-Moon, secretario general de las Naciones Unidas, anunció que éste sería el Año Internacional de la Energía Sostenible. El secretario general anunció que seguiría, en otras reuniones internacionales y en la Cumbre Río+20 —que se celebrará en junio—, insistiendo a los países que más expelen dióxido de carbón a la atmósfera que busquen estrategias y programas para patrocinar el desarrollo de energías sostenibles.

De paso, Ban Ki-Moon resaltó algunas cifras importantes sobre energía: 1.400 millones de personas en el mundo no tienen acceso a la electricidad, 3.000 millones de personas dependen de la biomasa tradicional —que causa un gran número de enfermedades respiratorias— para calentarse o cocinar y 1.000 millones más acceden a redes eléctricas poco confiables. El reto ahora no es sólo proveer de electricidad a esa población, sino también que dicha energía sea amigable con el medio ambiente.

La ONU busca que las energías sostenibles —eólica, energía solar, energía geotérmica, entre otras— se conviertan en las primeras fuentes para todo el mundo. En la actualidad, el 19% de la energía en el mundo es alternativa. La meta, como en Durban, también apunta a 2050: para esta época, si las políticas mundiales cumplen, tres cuartos de la energía será renovable. De acuerdo con la ONU, en los últimos años ha aumentado la inversión en energías sostenibles. Entre 2004 y 2009, la capacidad de energía renovable creció entre 10 y 60%. Las inversiones subieron 63% durante el primer trimestre de 2010 y mientras que en 2005 sólo 55 países promovían políticas relacionadas a la energía renovable, en 2010 esa cifra se incrementó a 100.

Ban Ki-Moon, del mismo modo que hizo en Durban, se propuso varios objetivos para este año: que todos puedan acceder a la energía renovable, que la eficiencia de esta energía se incremente al doble y que también se dupliquen “las acciones de energía renovable en la combinación mundial de energía”.

Aunque la ONU es optimista frente al avance en la instalación de energías renovables —que parece ser cada vez más una necesidad inaplazable—, los niveles de contaminación —la energía está basada en el uso del carbón, y el carbón afecta la atmósfera— en los países más desarrollados aumentaron durante los últimos años. China, por ejemplo, tiene un gran potencial en energías alternativas —una parte de su provisión eléctrica proviene del agua y el viento— pero el año pasado su producción de dióxido de carbono sumó 95.000 toneladas más. Estados Unidos, que está por fuera del Protocolo de Kyoto, es el segundo país más contaminante.

La próxima cita es en Río+20. Los países participantes tendrán que revisar el avance en ese sentido y seguir avanzando en las discusiones sobre desarrollo sostenible.

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