Cajamar considera 2011 como año clave para el futuro de eólica

El Servicio de Estudios de la Fundación Cajamar ha publicado un pormenorizado estudio sobre la evolución de la energía eólica en la última década en España y su viabilidad y alcance hasta 2020. La sensibilización de la Comisión Europea hacia el diseño de una estrategia en energías renovables ha estado vigente desde principios de los años noventa y ha sido crucial para el desarrollo de la energía eólica en el viejo continente.

En este sentido, la energía eólica está desempeñado entre todas las renovables un importante cometido para la consecución de un nuevo modelo energético sostenible. Al cierre del ejercicio 2009, la potencia instalada procedente de eólica ascendió a casi 75.000 MW, siendo Alemania y España los países que destacan en el ranking europeo, aglutinando una cuota del 73%.

La actual reglamentación, la Directiva 2009/28/CE asigna objetivos vinculantes de consumo final bruto de energía procedente de fuentes renovables por Estado miembro para 2020, siendo como mínimo del 20% en el conjunto de la UE. Asimismo, la Comisión considera que para alcanzar este porcentaje, la aportación de la electricidad a partir de energía renovable deberá situarse en torno a un 33%.

En la actualidad, el ranking provincial de producción eólica de electricidad está encabezado por Albacete como la provincia con un mayor número de megavatios operativos (1.989,6 MW) lo que representa el 10,4% del total nacional. Le siguen Lugo, Zaragoza, Burgos y Cádiz con una cuota del 26,8%.

El desarrollo del sector eólico en España ha estado marcado por la existencia de marcos normativos que han estimulado el desarrollo tecnológico, creándose incentivos no sólo para las empresas que realizan la actividad investigadora sino también para los promotores, ya que su actividad genera externalidades positivas para el conjunto de la sociedad. Los efectos no sólo son de carácter económico desde el punto de vista de generación de riqueza y de una menor dependencia de las importaciones de combustibles fósiles, sino también medioambientales debido a su contribución a la reducción de emisiones de CO2.

Entre las principales fortalezas del sector, se encuentra su capacidad para competir en el exterior, el conocimiento tecnológico acumulado y, en menor medida, el dimensionamiento productivo a nivel interno. Estos factores han permitido la internacionalización del sector habiéndose identificado oportunidades de negocio que están siendo explotadas con éxito por las empresas españolas.

Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar o solar termoeléctrica. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.

Las sucesivas crisis de los años 70 del siglo XX motivadas por los shocks petrolíferos pusieron de relieve, para la mayor parte de los países, dos circunstancias capitales. La primera era una debilidad implícita de un sistema energético dependiente de una sola fuente primaria, no renovable, y ubicada preferentemente en países relativamente inestables. La segunda era la propia dependencia del conjunto del sistema económico de aportes de energía continuados y crecientes.

Había, por tanto, que tomar medidas relacionadas con la diversificación energética (incorporando fuentes de suministro renovables) y con la mejora del rencimiento de los sistemas productivos. Por otro lado, en los últimos tiempos, el aumento de la certidumbre sobre la influencia de las emisiones de CO2 de origen antropogénico en el proceso de cambio climático, ha convertido la reducción de emisiones en un nuevo objetivo de la política energética mundial (plasmado de forma inicial en el Protocolo de Kioto). En el cumplimiento de estos tres objetivos estratégicos: diversificación de fuentes, mejora del rendimiento y eliminación de emisiones, las energías renovables y, en concreto, la energía eólica, se convierten en protagonistas de la planificación energética del planeta.

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