La eólica en Latinoamérica empieza a despegar

De polo turístico a fábrica de turbinas eólicas. Esa es la transformación que podría tener el pequeño municipio brasileño de Caucaia. En la costa norte de Brasil, fue elegida por la empresa india Suzlon para construir una fábrica de palas y otros componentes de generadores eólicos, con una inversión de 30 millones de dólares. Aunque la firma ya compró un solar de 200.000 metros cuadrados, el proyecto aún espera luz verde. “Esperamos ver señales de carácter regulatorio y de mercado que nos permitan concretar el proyecto”, dice Mauricio Araújo, director de ventas de la compañía en Brasil, quien prevé que eso ocurrirá este año.

Más concretos son los planes de la argentina IMPSA, el grupo industrial del poderoso grupo Pescarmona. A fines de 2008, la compañía inauguró una fábrica de aerogeneradores con una inversión de 85 millones de dólares en el estado brasileño de Pernambuco con capacidad para construir 300 generadores al año de 1,2 a 2 megavatios (MW). “Es la mayor fábrica de generadores que hoy existe en América Latina”, dice Luis Pescarmona, uno de los directores del grupo y el ejecutivo a cargo de desarrollar el negocio eólico a través de Impsa Wind, y quien se mudó a vivir a Brasil para supervisar este y otros proyectos eólicos en Brasil.

La construcción de fábricas de turbinas eólicas en América Latina es resultado de una tendencia interesante: a pesar de la crisis financiera global, la región seguirá inaugurando proyectos energéticos en los próximos años. Gracias a la preexistencia de contratos de financiamiento de largo plazo y la urgencia en modernizar la matriz eléctrica de la región seguirá impulsando la construcción de proyectos energéticos, ya sean térmicos, hidroeléctricos y eólicos. 

Uno de los sectores que mostrar más dinamismo en 2009 para América Latina será justamente el eólico. Hasta el momento, los 769 MW de potencia instalada en la región representan menos del 0,5% global. Pero si las proyecciones de crecimiento que tiene la Asociación Latinoamericana de Energía Eólica (Lawea, por sus siglas en inglés), en 2009 deberían sumarse más de 1.200 MW y otros 1.000 MW en 2010. Considerando que las inversiones en la industria eólica están torno de los US$ 2 millones por cada MW construido, la inversión totalizaría unos US$ 2.400 millones en este bienio. "La energía eólica en la región está madurando gracias a la inestabilidad en el suministro de combustibles fósiles, algunos marcos regulatorios que incentivan a esta energía renovable y del gran potencial de la región", dice Mauricio Trujillo, director ejecutivo de Lawea, desde sus oficinas centrales en México.

Los países que más crecen son Uruguay y Nicaragua, que de casi cero, pasan a varias decenas de MW de potencia instalada. También hay crecimiento en Chile donde el sector se está poniendo al día. Aunque tiene una legsilación avanzada, aún no se han concretado grandes proyectos eólicos. La cosa podría cambiar con el anuncio de Codelco, la minera estatal chilena, de llamar a una licitación para construir una planta eólica que genere entre 20 MW y 40 MW. México es otro que viene al alza: pasó de 88 MW en 2007 a 155 MW en 2008.

Sin embargo, la gran diversión está en Brasil pues este año se realizará por primera vez una subasta exclusiva para contratar energía eólica, lo que lleva también a la discusión de una regulación especial para este segmento. Un tema fundamental es el precio al que se venderá cada unidad de energía y la cantidad de energía eólica que el gobierno se comprometerá a adquirir. “Hay cerca de 2.400 MW en proyectos eólicos autorizados que podrían comenzar a construirse mañana mismo que están a la espera”, dice Fábio Dias, secretario ejecutivo de la Asociación Brasileña de Pequeños y Medianos Productores de Energía Eléctrica.

Es Argentina, no obstante, el país con mayor potencial eólico de toda América Latina. Si es que se analiza el Factor de parque –la proporción del tiempo al año que la turbina estaría produciendo energía gracias a la presencia de viento–, Argentina tiene zonas que están entre las más favorables de mundo. En La Patagonia, por ejemplo, hay zonas donde el factor de parque llega a 60%, una de las más altas del planeta. Dicho porcentaje duplica la media europea, y supera holgadamente las mejores áreas de Brasil y Chile, donde el rendimiento puede llegar a poco más de 45%. “En América Latina hay muchas zonas con factor de parque de 40% que es muy competitivo”, dice Pescarmona, de Impsa, empresa que tiene varios proyectos en su país de origen. No obstante su potencial, la regulación argentina no favorece nuevas inversiones. “Hoy en Argentina hay un precio artificial de la energía, lo que acaba matando iniciativas que podrían ser la solución en el futuro”, dice Oscar Schweitzer, consultor de Aros Consultoria en São Paulo.