España no aprovecha todo el potencial de la eólica y solar por falta de almacenamiento

El sistema eléctrico español desaprovecha una parte importante –y creciente– de su potencial de electricidad de origen renovable. Es un hecho que preocupa a los expertos. El sistema prescinde de los molinos de viento o las plantas solares, u ordena parar su funcionamiento porque no hay suficiente demanda para absorber esa oferta.

Dada la reducida demanda actual eléctrica –estamos consumiendo menos que en 2003– la abundancia puntual de recursos renovables (eólica y solar) provoca, sobre todo en primavera y otoño, efectos colaterales, que plantean nuevos retos.

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La falta de sistemas de almacenamiento para guardar la electricidad limpia y poder venderla en los momentos propicios (baterías, bombeos) o la inexistencia de interconexiones eléctricas lo suficientemente potentes para llevar la energía a nuestros vecinos del norte son algunas de las causas que explican este desaprovechamiento.

La economía no se descarboniza y no se electrifica al ritmo exigido, algo imprescindible para reducir emisiones y mitigar el calentamiento. No ocurre ni en el sistema de transporte o en la calefacción.

La imposibilidad de aprovechar todo el potencial de las fuentes renovables eléctricas es la metáfora de cómo la descarbonización de la economía (electrificación) no avanza al ritmo deseable. Muchos expertos ven una falta de sincronización entre la oferta y la demanda de electricidad, por un lado, y el insuficiente despliegue de las conexiones eléctricas, de otro.

El desaprovechamiento de este potencial (aerogeneradores y plantas solares) se produce porque no se da la suficiente demanda eléctrica o porque ésta es inferior a la inicialmente estimada.

Puede darse por razones estructurales, al producirse un “exceso” de generación renovable y al tener que mantener un mínimo de tecnologías en funcionamiento (generalmente nuclear y ciclos combinados), o por razones circunstanciales, como una abundancia simultánea más o menos puntual en un nudo de recursos eólicos y/o solares, o al bajar más de lo esperado la demanda, especialmente en los días festivos que ya tienen poca demanda de por sí.

Las interrupciones de las fuentes renovables –debido a “restricciones técnicas”– comportaron que, entre enero y febrero de 2023 (meses de invierno con mucha generación eólica) se dejaran de introducir en la red de transporte un total de 78 GWh (78.000 MWh) de producción eléctrica (de las cuales 72 GWh correspondían a la eólica), 4 GWh a la solar térmica y 2 GWh a la fotovoltaica. Se perdió en esos dos meses el equivalente al consumo ¡anual! de unas 22.000 familias; es decir, más de 60.000 habitantes, más que el consumo anual eléctrico de una capital de provincias como Segovia, según la Asociación Empresarial Eólica (AEE). La electricidad de origen renovable desaprovechada se ha multiplicado por seis en un año (ya que en 2022 la desconexión solo afectó a 13 GWh).

Esta situación se da en las diferentes fases. Si el operador del mercado eléctrico (OMIE: Operador del Mercado Ibérico de Energía), que es el encargado de casar oferta y demanda, constata que no hay una demanda suficiente para la generación ofertada, ésta no puede ser casada ni programada al día siguiente o en las horas siguientes.

Soluciones: electrificar la economía

Más baterías y mejorar las conexiones con Europa

Instalar sistemas de baterías, bombeos hidráulicos, mejorar las interconexiones y electrificar la economía son algunas soluciones para lograr un mayor aprovechamiento de las renovables. Ahora las grandes baterías son caras, ya que la escasa necesidad de ellas hace que se fabriquen pocas, con lo que la tecnología industrialmente aún no está madura. “Los fabricantes de baterías nos dicen que tendremos que ayudarles, pues ahora solo ingresarían un 60% de los costes”, dice Assumpta Farran, directora general d’Energia. Todo indica que esta nueva actividad se conformará como un nuevo negocio en el que los promotores recibirán una remuneración (léase, recibo de la luz) por el servicio que supone tener esta tecnología disponible. Serán los mercados de capacidad, expresión que recuerda a los pagos por capacidad que cobran las centrales de ciclo por estar paradas disponibles por si se requieren que se pongan en marcha.
“Sin capacidad suficiente para transporte de la energía no habrá transición energética”, admite Red Eléctrica, para quien la “planificación eléctrica vigente (2021-2026) “avanza a buen ritmo”, pues, con una inversión de casi 7.000 millones de euros en los próximos años, permitirá conectar e integrar más energía renovable, hasta lograr que en 2026 el 67% de la generación eléctrica proceda de fuentes verdes.
En esta línea, el refuerzo de las interconexiones con Europa será clave, pues permitirían maximizar la integración de las renovables en todo el continente. De esta manera, Europa podrá consumir los excedentes eólicos y fotovoltaicos españolas y viceversa cuando se precise aquí. Ahora se trabaja junto con el Réseau de Transport d’Électricité en la futura interconexión entre ambos países por el Golfo de Vizcaya, un proyecto esencial en este sentido. Jaume Morrón, consultor de energías renovables, cree para afrontar el exceso de renovables “hay que acelerar el cierre de las nucleares: que hagan hueco a las renovables”. Su ecuación es sencilla. Si cada vez hay más fuentes renovables, sobran las nucleares. “Las nucleares se deben cerrar antes, dado el avance de las renovables, con la excepción de Catalunya”, sentencia. Morron dice que la descarbonización “se hará haciendo más atractiva la electrificación, con medidas como la bajada de peajes eléctricos y del término de potencia o prohibiendo la calefacción a gas”, como ha planificado el gobierno de Alemania para el 2024, para sustituirlas por calderas eléctricas. Igualmente, juzga prioritario “conceder más subvenciones al coche eléctrico, suprimiendo trámites farragosos. “La transición energética está funcionando; pero las empresas están abordando la electrificación más deprisa que el mundo regulatorio, Red Eléctrica y el Ministerio”, añade.
Red Eléctrica dice por su parte que la eólica y la fotovoltaica “no son energías gestionables”, pues, “por su propia naturaleza, el sol y el viento no están disponibles en todo momento y siempre que lo deseamos”. Por eso, sostiene que conseguir un sistema eléctrico descarbonizado “exigirá dotarlo de una potencia instalada renovable suficiente para poder cubrir los picos de demanda (días laborables en pleno mes de enero o de julio) y, por otro lado, disponer de fuentes de respaldo y otras herramientas que aporten estabilidad al sistema”.

Red Eléctrica, por su parte, puede intervenir también la última hora antes de la entrega de energía, en un último intento de casar oferta y demanda en los llamados mercados de ajuste. Durante el último año (móvil) la reducción de la producción renovable (o vertido neto) en estos mercados de ajuste (de última hora) ha sido del 0,8% de la producción total, dice la compañía.

Pero hay más. Junto a las pérdidas en el balance de generación y demanda, se producen interrupciones y parones forzados en la producción de electricidad limpia en zonas de la red que presentan “saturaciones como consecuencia de una elevada concentración de producción renovable en determinados puntos y en determinados momentos”, dice Red Eléctrica.

Estas interrupciones, achacables a razones de “seguridad del sistema”, son otra causa que impide que se produzca todo lo que permitiría el recurso renovable.

Red Eléctrica sostiene que esas restricciones de red (curtailmenlt, en el argot técnico) están lejos del límite admisible. Alega que supone el 1,6% del total (de mayo de 2022 a abril de 2023), “muy por debajo del 5% que la normativa europea considera aceptable” para un nivel de penetración de la renovables del 50% para el cómputo anual (España alcanza el 52% en lo que va de año), y se sitúa por debajo de los valores conocidos de otros países. 

La energía renovable que no se pone en el mercado diario no tiene compensación económica, pero la que no puede entrar por culpa del mecanismo de ajuste o sufre las restricciones técnicas sobrevenidas sí recibe una compensación.

Salvador Salat, codelegado de UnefCat (sector fotovoltaico), recalca que ese desaprovechamiento de recursos renovables ha ido creciendo y que “los problemas se han multiplicado esta última primavera” coincidiendo con un incremento de esta producción limpia. En su opinión, “si se extrapola lo ocurrido esta primavera a todo el año», el impacto sería mayor, dice.

“Además, no es posible comprobar si afecta de manera homogénea a todos los generadores, o si les afecta a algunos de manera crítica, y a otros, nada”, se lamenta.

“Las cifras nos indican claramente que ha aumentado la capacidad de generación y, en cambio, está bajando la demanda”, señala Heikki Willstedt, director de políticas energéticas y cambio climático de la AEE. Apenas se está electrificando la economía con cambios tecnológicos, como la introducción del vehículo eléctrico o las bombas de calor, a pesar de ser mucho más eficientes que las alternativas que queman combustibles fósiles.

De hecho, la demanda de electricidad se ha contraído en los últimos tiempos al haberse encadenado unos inviernos suaves y debido a una recesión económica en el sector industrial.

La meta deseable de descarbonización supone reducir la demanda de energía, pero este objetivo debería conllevar un incremento de la generación de electricidad. ¿Por qué? Un ejemplo: cambiar un coche de combustión por uno eléctrico reduce por cuatro la demanda de energía pero como contrapartida se incrementa la demanda de electricidad.

Lo que ocurre es el drama de un mercado eléctrico que sin suficientes sistemas de almacenamiento hace que la oferta deba ser exactamente igual a la demanda. Es un mercado de freír y servir . Si no hay demanda, la oferta debe bajar en la misma proporción; si no, la red eléctrica colapsa; es el temido blackout o apagón generalizado.

“Reducir la demanda de electricidad es lo contrario de lo que deberíamos estar haciendo, puesto que para descarbonizar la economía necesitamos la electrificación en muchos sectores que aún no están electrificados. No vamos bien”, sentencia Assumpta Farran, directora general d’Energia de la Generalitat. El año pasado la demanda eléctrica bajó en España un 2,4%. “Se ha puesto el foco en la oferta pero no en la demanda, y un mercado con mucha oferta y poca demanda no funciona”, añade. La planificación energética de Catalunya prevé que para 2050 el 76% de la energía sea eléctrica y llegar al 34% en 2030 (mientras que ahora es de solo un 24%, tras 100 años de electrificación).

“Nos hemos tirado a la piscina para producir con renovables; y no nos hemos tirado a la piscina para electrificar la economía”, resume Salvador Salat. “Se necesita electrificar la movilidad, para que sea eléctrica, y también en el sector de la calefacción, lo que supone fomentar las bombas de calor”, añade. “Se ha demostrado fehacientemente que levantar 2.000 molinos se ha revelado más rápido que cambiar 20 millones de coches”, añade.

Justamente, 2.000 molinos de 5 MW producen la misma electricidad que hace falta para mover 20 millones de coches eléctricos una media de 10.000 km al año. La descarbonización del sector eléctrico se ha logrado gracias a las inversiones del capital privado; en cambio, la descarbonización de los demás sectores (vehículos, calefacción) depende de los bolsillos de millones de ciudadanos con una renta limitada.

Y mientras la demanda eléctrica se contrae, la oferta de las renovables crece. La producción fotovoltaica ha entrado en tromba en el sistema eléctrico.

En primavera y en otoño la electricidad de origen eólico y fotovoltaico aporta casi la totalidad de lo que consume España. En primavera, “a las horas de la luz solar, ya casi no necesitamos la energía nuclear”, dice Salat. Es la primera vez que ha pasado. Y será un fenómeno que irá a más. Se han instalado más de 8.400 MW fovoltaicos en dos años. Hace 5 años, en España había instalados 5 GW de potencia; en 2022 ya eran 19,5 GW (de los cuales hay 3.500 MW de autoconsumo; y de estos, 500 MW en Catalunya

Esta omnipresencia de las renovables en el mercado hace que los propios promotores se vean perjudicados. Hay tal abundancia de oferta que se vuelve en contra de los propietarios de instalaciones que funcionan sin percibir primas.

La gran aportación de energía renovable en la red en las horas centrales, acompañada de la nula presencia del gas (que, siendo la energía más cara, es la que por tanto marca el precio de retribución a todas las demás fuentes) hace que en determinadas franjas horarias sea la hidráulica la que fije el precio, con lo cual se abarata la retribución a la eólica y solar. “Estos precios muy bajos o casi nulos se daban antes alguna vez, algún día; ahora pasan prácticamente cada día”, dice Salat. La retribución que obtienen las plantas renovables en las franjas de máximas insolación puede ser de 20 euros el MWh o, incluso, 0 euros el MWh, pues el gas (que marca el precio) no entra cuando hace sol sino por la tarde y noche.

El resultado de todo esto es una paradoja: “Cuantas más renovables se instalan, más se perjudican a sí mismas”, dicen fuentes del sector fotovoltaico. Es la canibalización de precios. Los grandes volúmenes de energía renovable producidos a la vez reducen la costosa energía del gas y, por tanto, reducen el precio global para ese periodo. Impulsar las renovables se ha demostrado así un arma de doble filo.

El problema puede agravarse teniendo en cuenta que la Administración tramita 40 GW de nuevas instalaciones solares (que ya han obtenido una declaración de impacto ambiental favorable), es decir, el doble de lo ya instalado (19 GW). Prácticamente, ya hay suficiente energía solar para cumplir con el plan nacional integrado de energía y clima (Pniec) para el 2030.

La transición energética no puede darse solo en el sistema eléctrico, dicen las asociaciones

Y todo esto repercute en los planes de cuentas de los inversores. Los parques solares fotovoltaicos son impulsados gracias a los préstamos bancarios; y si baja esa retribución económica, se complica la devolución de estos créditos; lo cual constituye un gran reto para los promotores, que deberán superarlo, por ejemplo, pidiendo amortizaciones a más largo plazo.

La situación de tensión se acentuará en el futuro con el crecimiento de la producción con fuentes renovables, si la demanda no se ve acompañada del crecimiento con nuevos sectores que se electrifiquen. La baja de retribución puede ser un motivo que haga que los promotores se sientan desmotivados a la hora de afrontar nuevas inversiones, una perspectiva de bajos precios, sobre todo para la fotovoltaica.

40 GW es la potencia de las nuevas plantas solares que tienen ya declaración de impacto ambiental favorable

Ahora el problema de los parones y la insuficiente retribución se da en primavera y otoño, pero en dos años puede darse también en verano. “En un futuro con más renovables, hay más riesgo de que se abarate la retribución y haya desaceleración en estas inversiones hasta reequilibrar oferta y demanda eléctrica”, dice Salvador Salat (UnefCat).

Assumpta Farran, directora genral d’Energia de la Generalitat, explica que el rápido proceso de creación de instalaciones renovables y que la electricidad producida salga a precio cero “es algo que no se aguanta”. 

Sostiene que somos un país muy dado a lanzarse a crear una oferta abundante (sin una planificación que lo dosifique) y a no pensar tanto en la demanda. “Se ha visto en la creación de estaciones del AVE, o las infraestructuras gasistas, o el almacén de gas Castor”, expone.

Ante la bajada de retribución y las oscilaciones del mercado, los promotores solares apuntan que una solución pueden ser los contratos bilaterales (PPA) con clientes, como grandes empresas, que permiten a largo plazo obtener ingresos garantizados aunque sea a menor retribución pero más segura.

“Es frustrante ver cómo todo lo que se ha hecho para descarbonizar el sector eléctrico con inversiones en renovables no ha tenido una traslación igual en otros sectores, en los que casi no se ha avanzado nada”, añade Heikki Willstedt, representante de la Asociación Empresarial Eólica.

El problema de los parones y la insuficiente retribución se da en primavera y otoño

Las asociaciones del sector estiman que la transición energética no puede descansar sólo sobre el sistema eléctrico, que aporta el 13% de las emisiones de gases. Su argumento es que en el ámbito energético solo faltan por descarbonizar las plantas térmicas de ciclo combinado (gas) y la cogeneración en el sector industrial, mientras que los grandes sectores pendientes siguen siendo el transporte (vehículos eléctricos) o calefacción (bombas de calor).

El transporte en España es el sector con más peso en las emisiones de gases (un 29,6% del total); y, dentro de éste, el transporte por carretera, supone un 27,8% del total de las emisiones, según el inventario nacional de gases del Ministerio para la Transición Ecológica.

El sector de la energía ha reducido las emisiones de CO2un 68% entre 2005 y 2021 al pasar de 112 millones de toneladas a 35,9 millones. En cambio, en el caso del transporte, el descenso en ese período ha sido del 16%. Si se quiere avanzar en la transición energética y no desaprovechar los recursos renovables autóctonos, son necesarias políticas que prescindan del gas y los combustibles fósiles para ser sustituidas por electricidad renovable, dicen estos expertos.

https://www.lavanguardia.com/economia/20230528/8998315/espana-aprovecha-potencial-renovables.html

España no aprovecha todo el potencial de las renovables

Antonio Cerrillo

Barcelona