El hidrógeno podría cambiar la forma en que alimentamos nuestras vidas

La semana pasada, Canadá firmó un importante proyecto de energía con Alemania que, una vez construido, transformará la península de Port au Port azotada por el viento en el oeste de Terranova y Labrador en una potencia energética productora de hidrógeno.

La primera fase del proyecto implica la construcción de 164 nuevos aerogeneradores en uno de los rincones más ventosos del país. La idea es utilizar la energía eólica renovable generada por esas turbinas eólicas para producir lo que se conoce como hidrógeno «verde», que luego puede enviarse a Alemania para abordar los crecientes temores de seguridad energética de ese país.

El ministro federal de Recursos Naturales, Jonathan Wilkinson, dice que el enorme proyecto de conversión de viento en hidrógeno es una respuesta directa a la guerra de Rusia en Ucrania, una crisis geopolítica que ha incitado a Alemania, que durante mucho tiempo ha dependido de las importaciones de energía rusas, a buscar otras fuentes de energía más allá de la actual. El Kremlin está dispuesto a suministrar.

Ahí es donde entran Canadá y el oeste de Terranova con sus recursos eólicos.

El mercado canadiense de hidrógeno actualmente tiene un valor de alrededor de $ 6 mil millones por año, y Canadá es uno de los diez principales productores mundiales de este valioso elemento. Los mayores fabricantes de hidrógeno son las compañías petroleras. Pero ahora, la energía eólica está a punto de entrar en la refriega, para aprovechar un mercado de exportación que está destinado a crecer.