Cada vez más grandes, los aerogeneradores eólicos se imponen como fuente de energías renovables

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Al extremo norte de la península danesa de Jutlandia, el viento sopla tan fuerte que los árboles crecen inclinados hacia una sola dirección, como banderas retorcidas.

El implacable clima sobre esta larga franja de campos de cultivo, pantanos y suelos lodosos -y el laboratorio que ofrece del mundo real- le ha dado al país un papel destacado para transformar la energía eólica en una fuente viable de energía limpia.

Después de que los precios de la energía llegaron a su nivel más alto durante la crisis de petróleo de 1973, unos empresarios comenzaron a construir pequeños aerogeneradores para venderlos localmente.

«Surgió del interés de producir energía para la granja de mis padres», dijo Henrik Stiesdal, quien diseñó y construyó los primeros prototipos con un socio herrero.

Los primeros aerogeneradores hechos en pequeñas fábricas tenían problemas de calidad. Las palas -en ese entonces de solo 4,5 metros de largo- se rompían o se separaban.

Las palas de rotor pueden medir 82 metros de largo, similar a la envergadura de un Airbus A380, y cuestan más de doce millones de dólares
Las palas de rotor pueden medir 82 metros de largo, similar a la envergadura de un Airbus A380, y cuestan más de doce millones de dólares Crédito: Rasmus Degnbol / The New York Times

Ahora, son gigantes fabricados por productores mundiales que pusieron en marcha enormes hazañas de ingeniería.

Las torres aerogeneradoras más grandes en Osterild se levantan a más de 182 metros de altura. Las palas de rotor pueden medir 82 metros de largo, similar a la envergadura de un Airbus A380, el avión comercial más grande del mundo. El precio: casi diez millones de euros o más de doce millones de dólares.

La escala formidable ha ayudado a convertir el viento en una fuente común de energía.

Los aerogeneradores más grandes acaparan más viento y producen más energía. Los aerogeneradores modernos más grandes ubicados en altamar generan casi veinte veces más energía que los que se fabricaban hace 30 años.

Mientras más grande sea, el costo para generar energía es menor. En algunos lugares al norte de Europa, el viento es actualmente una fuente importante de energía. Representa el cuatro por ciento del suministro global de energía, según la Agencia Internacional de la Energía.

Desde aquellos primeros innovadores daneses, la industria ha crecido y ahora está dominada por empresas como Vestas Wind Systems y Siemens Gamesa Renewable Energy.

En la fábrica Siemens Gamesa, ubicada en Brande, Dinamarca, trabajan casi 1300 personas y armar una sola pala puede llevar hasta tres días
En la fábrica Siemens Gamesa, ubicada en Brande, Dinamarca, trabajan casi 1300 personas y armar una sola pala puede llevar hasta tres días Crédito: Rasmus Degnbol / The New York Times

La sede del negocio de Siemens Gamesa está en Brande, un pequeño pueblo en Jutlandia. Ahí fue donde, durante el inicio de la década de 1980, un empresario llamado Peter Sørensen fundó una empresa eólica llamada Bonus junto con un par de trabajadores de la empresa de irrigación de su padre.

Siemens adquirió Bonus en 2004, y ahora Brande es el hogar de grandes centros de ingeniería, capacitación y mantenimiento.

Los empleados manejan consolas desde donde pueden supervisar parques eólicos en todo el mundo. Muchas veces, cuando se apaga un aerogenerador debido a un problema, pueden reiniciarlo electrónicamente sin necesidad de enviar a un equipo de mantenimiento.

En un taller cavernoso, los técnicos construyen modelos de aerogeneradores e instalaciones a la medida para probar si los componentes tienen la fuerza suficiente para durar veinte años o más. Adentro, las torres son tan grandes que se necesitan elevadores para subir y bajar a los ingenieros. Los pasajeros deben utilizar arneses de seguridad por si se caen.

Las palas de rotor están conectadas a la torre a través de una góndola, un gran contenedor del tamaño de un tráiler, con mucho espacio interior para poder caminar.

El tamaño de las palas y la complejidad del proceso implican que la automatización total no tiene sentido financiero
El tamaño de las palas y la complejidad del proceso implican que la automatización total no tiene sentido financiero Crédito: Rasmus Degnbol / The New York Times

Erigiéndose imponentes en la cubierta superior exterior, están las palas del rotor. Cuando dan vuelta, toda la columna se mueve como si fuera un barco en altamar.

Fabricar estas palas es difícil y requiere de mucho trabajo arduo.

Grupos de trabajadores poco a poco llenan un molde con tiras de fibra de vidrio entrelazado con madera de balsa para darle fortaleza. Después le inyectan resinas y otros químicos para formar la estructura endurecida.

El tamaño de las palas y la complejidad del proceso implican que la automatización total no tiene sentido financiero. En la fábrica trabajan casi 1300 personas y armar una sola pala puede llevar hasta tres días.

Los empleados manejan consolas desde donde pueden supervisar parques eólicos en todo el mundo. Cuando se apaga un aerogenerador, pueden reiniciarlo electrónicamente sin necesidad de enviar a un equipo de mantenimiento
Los empleados manejan consolas desde donde pueden supervisar parques eólicos en todo el mundo. Cuando se apaga un aerogenerador, pueden reiniciarlo electrónicamente sin necesidad de enviar a un equipo de mantenimiento Crédito: Rasmus Degnbol / The New York Times

Es difícil que los fabricantes logren el equilibrio entre tamaño y eficiencia.

Las palas más grandes ya pesan casi 30 toneladas métricas, y hacerlas más largas les añade peso muy rápidamente. Las palas con peso excesivo podrían ocasionar que el rotor se desgaste antes y podrían poner mucha presión en otros componentes.

El primer parque eólico marino se construyó con ayuda de una barca que tenía una grúa montada en un camión. Las empresas actuales ya desarrollaron barcos especializados para transportar estas turbinas mar adentro hacia sus plataformas flotantes.

Así se desmanteló el primer parque eólico marino

Deben lidiar con diversos retos, entre ellos el efecto corrosivo del agua salada. Para darles servicio a los parques eólicos marinos, el equipo de mantenimiento a veces vive en barcos especiales.

Es un cálculo complicado.

En los primeros años, construir un parque eólico marino era increíblemente caro y los gobiernos daban subsidios muy generosos para ayudar al desarrollo de la industria. Ahora, los precios han disminuido y la ayuda del gobierno se «ha diluido», según dijo Andreas Nauen, el director ejecutivo de la división de parques eólicos marinos de Siemens Gamesa.

Además, los costos más bajos han hecho que la energía eólica sea más atractiva en todo el mundo. Aunque alguna vez se concentró más en el norte de Europa, Nauen es optimista y cree que los nuevos mercados surgirán en Asia y Estados Unidos.

«Es una realidad», dijo.

Stanley Reed

lanacion.com.ar