Colombia se plantea impulsar las energías renovables distintas a la hidroeléctrica

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Durante el año 2013, según la Agencia Internacional de Energía, las fuentes de energías renovables representaron a nivel global el 56% de la adición de capacidad energética, en gran proporción debido a fuentes no convencionales, y se espera que la expansión energética llegue hasta un 45% aproximadamente para el año 2035.

Según Arthouri Zervos, presidente de la Red de Política Renovable para el siglo XXI, en los últimos 10 años los continuos avances tecnológicos y el rápido despliegue de muchas tecnologías de energías renovables han demostrado que el interrogante ya no es si las renovables tiene un rol que cumplir en la provisión de servicios energéticos, sino más bien cuál es el mejor modo en que podemos incrementar el ritmo actual para alcanzar un futuro con 100% renovables, incluyendo el acceso a la energía para todos y asegurando la inversión.

En Colombia la matriz energética posee una alta dependencia a un recurso renovable convencional como es el hídrico, sin embargo se han adelantado estudios para la utilización de otras fuentes como la eólica.

En el mes de mayo se dio sanción a la Ley 1715 de 2014, cuyo objetivo es promover el aprovechamiento de fuentes no convencionales de energía.

Desde el punto de vista energético, significa un avance en nuestro país, que en un acto desesperado de ajustar la normatividad a las exigencias del club de las buenas prácticas de la OCDE, ha dado un paso significativo para estar a la altura de mercados más consolidados, sin tener en cuenta aspectos básicos para dar los incentivos regulatorios necesarios para promover la inversión.

La gran pregunta que hay que realizar, es ¿cuál es el mejor esquema de incentivos a seguir? En la práctica son pocas las experiencias que se tienen como referentes en términos de regulación e incentivos.

Un ejemplo es el caso de España, donde a partir de subsidios a la generación abrieron la puerta a un modelo económico que ha proporcionado incentivos a inversiones localizadas, pero ha desestimulado la inversión.

Según un estudio de Bloomberg New Energy Finance, el volumen de inversión en energías limpias en todo el mundo cayó en 2012 un 11%, siendo España líder en la caída de inversiones, con una reducción del 68%.

Los expertos concuerdan que aún hay mucha tela que cortar en Colombia, para seguir el horizonte que buscan las economías desarrolladas.

Si bien la intención es buena, y contamos con aspectos geográficos favorables, aún existen muchos vacíos normativos de regulación que no dejan claro qué tipo de esquema utilizar ni a dónde enfocar los esfuerzos para incentivar la producción a gran escala de energía en firme.

Estas temáticas son las que se discutirán y estudiarán en la Escuela de Verano sobre planeación energética que se realizará en la Universidad del Norte entre el 8 y 17 de julio.

Por:

David García – Investigador del IEEC de Uninorte

En Colombia, la generación de energías renovables no convencionales (solar, geotérmica, eólica y biomasa) representa menos del 1%.

A pesar del gran potencial que puede tener el país en este campo, la poca explotación se explica por la baja competitividad económica que tienen este tipo de energías en comparación con las convencionales (hidráulica y térmica).

A nivel mundial, las energías renovables no convencionales son reconocidas principalmente como una estrategia para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Sin embargo, en el país la tercera parte de la electricidad se produce a partir de plantas hidroeléctricas, lo que nos permite tener bajas emisiones de carbono por megavatio generado.

Según Juan Manuel Alvarado, director académico de Fundesarrollo, la ventaja de usar fuentes no convencionales de energía, en el largo plazo, sería el disponer de generación para responder a los picos de demanda (que hoy suplen las plantas termoeléctricas) y un respaldo en periodos cuando se presenta el fenómeno de El Niño.

Colombia no cuenta con un marco regulatorio claro que incentive las actividades de generación de energías no convencionales. Mediante la ley 1715 de 2014, se busca orientar las políticas públicas en el sector, definir los instrumentos tributarios, arancelarios, contables y de participación en el mismo.

La ley apunta a establecer los criterios que complementen el marco jurídico actual. Igualmente, busca incentivar la penetración y estimular la inversión, investigación y desarrollo para la producción y utilización de energía a partir de estas fuentes.

Para José Soto, director del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de Uninorte, a pesar de la norma, todavía quedan vacíos de regulación que impiden que se incentive al consumidor final a que genere energía.

Por ejemplo, no están claras las condiciones para que las personas de forma independiente generen energía y se beneficien de esto de forma económica; después de todo estas son tecnologías costosas pero de maniobrabilidad accesible.

En este sentido, Soto considera que en el país el reto más importante para la generación de este tipo energías está en mejorar los aspectos regulatorios y diseñar el mecanismo que permita saber cómo se va a generar a partir de la utilización de los recursos renovables a pequeña o gran escala. “El ente regulador debe establecer un plan que dé el acompañamiento a los aspectos orgánicos de la norma”.

Oportunidad para las regiones. La ley 1715 se centra en las regiones (Caribe, Pacífica), por lo que la instalación de generadores de energía de fuentes no convencionales puede significar el fomento del empleo local, incremento en la competencia en el mercado y, por tanto, reducción en los costos de la energía a los consumidores.

“A nivel económico, este tipo de industrias en desarrollo generan nuevos puestos de trabajo y nuevos encadenamientos productivos, debido a su crecimiento constante, que serán importantes en el futuro cuando aumente su participación en las matrices energéticas de los países desarrollados”, agrega Alvarado.

Hay que destacar que este tipo de plantas son apropiadas para lugares de difícil acceso, por lo que son ideales para suplir la demanda en muchos territorios colombianos que no están interconectados. Más que beneficios económicos, las ventajas de implementar generadores de energía con fuentes no convencionales están relacionadas al respaldo del sistema de energía.

“En Colombia, las barreras geográficas no son un problema. En regiones como la costa existe una alta favorabilidad ambiental en términos solares y de viento. El principal problema corresponde a la disponibilidad de suelos y a qué tan rentable puede ser para los propietarios de tierras, o para el estado, tener un esquema con ganancias a muy largo plazo”, dice John Candelo, profesor de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de Uninorte.

En últimas, la intermitencia de las fuentes de energía y la compleja implementación, son las principales debilidades para el crecimiento del sector. Aunque la principal barrera a nivel mundial para el uso de estas fuentes no convencionales a gran escala es el precio por megavatio generado, el cual no es significativamente inferior al de la generación convencional, por lo que existen pocos incentivos a la inversión.

Un propósito mundial

Desde hace aproximadamente 20 años, a nivel internacional se observa un aumento de la participación de las energías renovables no convencionales en los mercados energéticos. Para 2012, la capacidad instalada de generación eléctrica con estas fuentes alcanzó los 390 GW a nivel mundial, equivalente a 7% de la capacidad instalada total (5350 GW).

El año pasado las energías renovables representaron más del 56% de la adición neta de capacidad eléctrica global. En 2013, las energías renovables cubrieron el 19% del consumo final de energía global, y la inversión mundial en electricidad y combustibles renovables fue de aproximadamente US$249,4 mil millones, un 14% menos en relación con el 2012.

En América Latina, Chile tiene una política similar a la colombiana, aunque los esfuerzos son igual de incipientes. En 2009, sólo 6,4% de la generación en este país provino de energías renovables no convencionales.

Por:

ALIANZA EL HERALDO Y UNIVERSIDAD DEL NORTE