El imperio chino de la energía solar fotovoltaica está en números rojos

REVE

La ciudad de Baoding –140 kilómetros al suroeste de Pekín- es uno de los lugares donde se dirime el futuro de la energía solar fotovoltaica, una industria que atraviesa momentos difíciles.

 

Aunque hoy se invierte más en células fotovoltaicas que en ninguna otra fuente de energía alternativa, a nivel global la oferta de paneles supera a la demanda, y la saturación ha llevado a la quiebra a compañías de todo el planeta, entre ellas, en las últimas semanas, al gigante chino Suntech.

 

Las fábricas, además, continúan librando una pelea a largo plazo contra su mayor enemigo, el precio, tratando de conseguir que la electricidad proveniente del sol pueda competir con la quema del carbón, el gas y el petróleo. En esta carrera de fondo, las manufacturas chinas han sido clave: el país cuenta con unas 400 empresas fotovoltaicas y produce aproximadamente el 23 por ciento de los productos de ese tipo que se fabrican en el mundo.

 

«Desde el principio teníamos los costes más bajos», asegura Wang Yiyu, el director general de estrategia. «Nuestro objetivo es competir sin ningún subsidio del Gobierno; hace cinco años pagabas 5 dólares por vatio de panel solar, hoy apenas llega a los 60 céntimos», afirma.

 

Oportunidad para el clima

La energía solar sigue teniendo el problema de la intermitencia –no se produce de noche-, la imprevisibilidad –tampoco en días lluviosos- y la imposibilidad de un almacenamiento barato. Pero el desplome de los precios de los paneles es una buena noticia para aquellos que esperan un futuro libre de humos.

 

Aunque las inversiones en el sector bajaron un 13 por ciento en todo el mundo en 2012, el despliegue de nueva capacidad aumentó un 6 por ciento, de acuerdo con los datos de un reciente informe de la organización no gubernamental Pew Charitable Trusts.

 

En Baoding, la obsesión de Yingli por reducir los costes se refleja en la austeridad militar de los edificios de la sede: Wang es una de las 12 personas más relevantes de la compañía, pero su despacho apenas supera los 10 metros cuadrados. En los pasillos, la decoración es escasa, casi siempre limitada a fotografías de los empleados. Más de 13.000 obreros trabajan en la central.

 

Wang razona que la electricidad generada a través de las células fotovoltaicas es ya muy competitiva. Por ejemplo, explica, el precio medio de la electricidad en Europa es de 0,22 dólares por kilovatio/hora, mientras que el coste de generación mediante paneles solares es de unos 0,13 dólares kw/h. En países que importan la práctica totalidad de los combustibles fósiles y que gozan de sol en abundancia, la energía solar puede venderse sin subvenciones, indica.

 

China afianzó en 2012 su posición como líder mundial en energías renovables, invirtiendo alrededor de 65.000 millones de dólares, el 48 por ciento en el sector solar. «El centro de gravedad de las energías renovables ha virado de Estados Unidos y Europa hacia China», asegura el informe del Pew Charitable Trusts. La mayoría de los fabricantes de paneles, sin embargo, está perdiendo dinero. Hay demasiadas fábricas en todo el mundo. La competencia ha hundido los precios y los márgenes.

 

Fábricas en números rojos

Para sobrevivir a este proceso darwiniano, la estrategia de Yingli es ganar en economías de escala. El año pasado, la firma de Baoding se convirtió en el mayor fabricante de paneles solares del mundo, poniendo en circulación 2,3 gigavatios (GW) en células fotovoltaicas, un 43 por ciento más que en 2011. En este ejercicio, planea elevar la cifra a 3,2 GW. Por ahora, sin embargo, Yingli está en números rojos y lo seguirá estando por algún tiempo.

 

La firma reportó 490 millones de dólares en pérdidas en 2012, con unos ingresos ligeramente superiores a 1.800 millones. «Ahora todo el mundo está perdiendo dinero», admite Wang, que espera volver a los beneficios en dos o tres años.

 

Los retos son mayúsculos. No sólo es el exceso de capacidad. Las firmas del gigante asiático viven de la exportación. Yingli, por ejemplo, colocó en 2012 alrededor del 80 por ciento de sus ventas en el extranjero. La Comisión Europea está tramitando en estos momentos una investigación anti-dumping que podría desembocar en sanciones contra los fabricantes chinos, posiblemente aranceles contra sus productos. Se espera que la CE tome una decisión este verano. Para la industria oriental, el castigo podría resultar devastador. La UE es con mucha diferencia su mayor mercado.

 

Suceda lo que suceda, los expertos del sector prevén que muchas fábricas chinas van a cerrar. Sólo sobrevivirán las más fuertes. «La capacidad de suministro descenderá mucho en el país asiático entre 2013 y 2014, y las disputas comerciales entre China y la UE sólo van a acelerar el proceso», augura Glenn Gu, analista de IHS, un proveedor de información corporativa y económica.

 

Wang, por su parte, argumenta que los aranceles perjudicarían a todo el mundo, no sólo a las empresas chinas. «Son un obstáculo para el desarrollo de la energía solar», proclama. Yingli utiliza piezas europeas, norteamericanas y japonesas, maquinaria europea y japonesa y materiales coreanos, estadounidenses y alemanes.

 

«Luego lo ensamblamos y lo enviamos al resto del mundo; es una combinación en la que cada país provee el producto en el que es más eficiente», concluye.

POR DIEGO TORRES, http://www.elcolombiano.com