Rusia y las energías renovables: una relación todavía muy verde

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«Rusia, simplemente, no juega a esto», dice Gogolev. «No hay competencia, no tenemos tecnología, y es algo que apenas interesa a nadie. Ha habido dos intentos de redactar una ley sobre energías renovables. Lamentablemente ambas fracasaron. Después de que no se aprobara el último proyecto de ley, algunos de sus artículos se incluyeron como apéndices en la ley sobre Energía Eléctrica de noviembre de 2008. Y aunque no existe una ley como tal sobre renovables, el gobierno de la Federación Rusa puede introducir algún tipo de sistema de subvenciones para energías renovables. Este sistema en principio se está elaborando, pero aún queda la duda de sí se va a llevar a cabo, cómo va a funcionar y si asegura el acceso a las redes de distribución, ya que todas estas cuestiones exigen serias transformaciones en la totalidad del mercado energético».

Rusia se está quedando atrás en lo que a las energías renovables se refiere. ¿Cuáles son las razones que están afectando el avance del sector?

Los expertos no cesan en lanzar mensajes de alerta que anuncian que el final de los recursos de gas y petróleo está cerca, y la necesidad urgente de encontrar nuevas fuentes que cubran el déficit energético que se avecina. Quizás esta futura crisis de el impulso que tanto necesitan las energías renovables en Rusia.

Desgraciadamente, entre los últimos avances que existen en este campo, los estudios rusos no existen prácticamente, con la  única excepción del reactor termonuclear ITER, en cuya construcción están participando científicos nacionales.

En el año 2009, el gobierno de la Federación Rusa ratificó un plan donde se establecía que, para el año 2020, la proporción de energía eléctrica producida por fuentes renovables deberá aumentar del 0,8% actual, al 4,5%.

En comparación, los planes europeos prevén alcanzar al menos un 20% de energía verde para el mismo año. Incluso, algunos países de la Unión Europea han subido el listón hasta el 50-60%.

En Rusia, parece más que improbable que se llegue a cumplir siquiera el plan del gobierno de aumentar el porcentaje de energía producida por las renovables. A principios de diciembre, la empresa RusHydro presentó un informe del que se desprende que, el porcentaje de energía procedente de fuentes renovables en el balance energético del país no superará el 4% para el año 2020. «La potencia instalada de las centrales eléctricas eólicas puede aumentarse de 50 a 300 megawatios, la de las geotérmicas de 70 a 200 megawatios, la de las centrales hidroeléctricas de 10 a 200 megawatios, y la de las solares de 1 a 300 megawatios», declara Mijaíl Kozlov, director de Innovación y Renovables.

En Moscú, a mediados de noviembre, se celebró una mesa redonda específica en la que se presentaros proyectos rusos relacionados con fuentes alternativas de energía. Allí estuvieron representados por ejemplo, los proyectos a gran escala desarrollados por la empresa Fortum, una central que fabrica energía a partir de productos de desecho, como astillas de madera e incluso de huesos de aceituna. Los representantes de la compañía creen que el potencial de Rusia en estos procesos tecnológicos es enorme puesto que los residentes de la Federación Rusa producen 40 millones de toneladas de residuos al año, de los que el 90% acaba en vertederos, el 3% se quema, y solo el 7% se reutiliza.

Serguéi Chizhov,  representante de Fortum, apunta que en Rusia, uno de los obstáculos más importantes que están frenando el desarrollo de este sector energético es la insuficiencia de una base legislativa, incluyendo la ausencia de un «impuesto verde» o de sistemas especiales de subvenciones para trabajar este tipo de residuos. Si tales problemas se resolviesen, fácilmente se desencadenaría un mecanismo económico atractivo que redundaría a su vez en el aumento de inversiones en el área de I+D de las energías renovables. Lamentablemente, puede decirse que de momento, Rusia es desastrosamente deficitaria en el campo de la investigación que tiene que ver con la energía verde.

«Esto sucede porque no hay mercado», opina Grigori Gogolev, director del programa de Potenciación de la Demanda de Productos Innovadores. «Como ya es sabido, la investigación y la inversión surgen cuando existe un mercado, cuando hay dónde venderla. Nosotros no tenemos mercado por la sencilla razón de que carecemos de una ley especial dedicada a las energías renovables. Tampoco tenemos el sistema de subvenciones que se contemplan en otros países. La energía que no se subvenciona no existe. Nosotros regulamos las tarifas y subvencionamos de una u otra manera el petróleo, el carbón, el gas, el sector atómico, el del transporte, tenemos subvenciones cruzadas en las tarifas para la Administración de Servicios Comunales. Esto si nos centramos en Rusia, porque si miramos al resto de los países desarrollados, comprobaremos que no hay fuente de energía que no esté subvencionada, ya que es una parte importantísima de la infraestructura. A estos obstáculos hay que añadir que no hay acceso a las redes de distribución para los pequeños productores.

En Alemania todo está bien organizado hasta el punto de que una red de distribución está obligada a construir accesos incluso para las centrales eólicas marinas asumiendo el coste total. En nuestro país, ya puedes levantar una central solar o eólica al lado de la central de distribución más cercana, que nunca conseguirás acceso a la red». Gogolev cree que cambiar la situación es una cuestión meramente política: «Si hay voluntad política, la situación podría cambiar en pocos años».

Así ha sucedido en EE. UU, China, Alemania o la India, donde durante los últimos cinco años han pasado a ser líderes en utilización de renovables.

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