Las primas de la eólica, en línea con los objetivos

REVE

La necesidad de atajar por ley el déficit de tarifa ha acelerado el debate sobre las primas a las energías renovables (sector eólico, termosolar y fotovoltaica) y son muchos los que han hecho un llamamiento a limitarlas.

Las primas a la eólica han sido de 1.597 millones de euros en los primeros diez meses del año, según los datos de la Comisión Nacional de la Energía (CNE). Las previsiones del regulador para la eólica el año completo son de 1.937 millones, lo que implica que a finales de octubre se situaban en línea con los objetivos. Todo apunta a que, un año más, la eólica NO contribuirá al aumento del déficit de tarifa.

La eólica cumple los objetivos. La industria eólica ha tenido un desarrollo ejemplar y ha cumplido siempre escrupulosamente los objetivos, como fue el caso de la potencia prevista en el Plan de Energías Renovables (PER) 2005-2010 y ocurre con las primas año a año.

No es en absoluto culpable del déficit de tarifa. La energía eólica percibió 1.756 millones de euros en 2011 en concepto de primas y complementos, según los datos de la Comisión Nacional de la Energía (CNE). Esto representa un 12,46% menos respecto a la cantidad percibida en 2010. Y supone que la contribución de la eólica al aumento del déficit de tarifa fue cero en 2011. Las primas a la eólica representaron el 31,2% del total percibido por las renovables en el año y su producción, el 62% del total generado.

No está de más recordar que lo que engorda el déficit no son las primas, que son un coste más del sistema, sino las desviaciones de las previsiones que cada año hace el regulador. Estos incentivos sólo son imputables al aumento del déficit de tarifa cuando se produce un desvío entre lo que prevé el Gobierno que cuesten y su coste real.

Las primas a la eólica están sobradamente justificadas, han cumplido su papel y se han quedado en España. Las primas no son subvenciones porque, entre otras cosas, no las paga el Estado. Son unos incentivos nacidos en España en los años noventa con el objetivo de fomentar el desarrollo de las energías autóctonas y limpias (renovables), en vez de penalizar a las más contaminantes. Para ello se estableció el Régimen Especial del sector eléctrico, donde estaban integradas todas las tecnologías (eólica, solar, geotermia, minihidráulica y biomasa, además de la cogeneración) que se querían incentivar.  Por lo tanto, es obvio que cuanta más electricidad se produzca con energías renovables –un objetivo común a todos los países industrializados y muchos emergentes-, mayor será la cantidad a abonar en forma de primas.

En el caso de la eólica, esas primas se han quedado en España en forma de riqueza y empleo, ya que alrededor de los parques eólicos se ha creado una industria que genera valor en toda la cadena de suministro y que es considerada modélica en todo el mundo. Gracias a un adecuado sistema de incentivos, la eólica aporta hoy más del 16% de la electricidad de España (en noviembre fue la primera tecnología del sistema elétrico), exporta por más de 2.000 millones y evita importaciones de combustibles fósiles por más de mil millones.

Primas pasadas, presentes y futuras. La necesidad de atajar por ley el déficit de tarifa ha acelerado el debate sobre las primas y son muchos los que han hecho un llamamiento a limitarlas. Ahora bien, generalmente no se especifica de qué primas se está hablando. Si se trata de las que reciben las instalaciones en marcha, éstas no deberían modificarse: las empresas acometieron inversiones contando con los incentivos y modificarlos supondría inseguridad jurídica y el incumplimiento de España con sus compromisos, con el consiguiente aumento del riesgo país. De cara al futuro, el modelo de incentivos deberá tener en cuenta la madurez tecnológica de cada sector, así como la demanda eléctrica y la situación económica. El sector eólico está abierto a debatir cuál es el sistema más adecuado de aquí en adelante para que la eólica pueda proseguir su desarrollo y seguir siendo una parte fundamental del mix energético.