El coche eléctrico de alquiler

 

Cuando Ophélie Rota, una parisiense de 28 años, quiere salir al cine o a cenar con amigos, se viste, cierra la puerta de su casa y se va a buscar el transporte público. No va en metro ni usa el autobús. Camina hasta la estación de coches eléctricos Autolib del distrito 12 de París, pasa su tarjeta por una máquina, se sube a un vehículo, va a recoger a sus amigos y conduce hasta la zona donde quieren ir. Allí, no busca ni paga estacionamiento. El GPS del coche le informa cuál de las 1100 estaciones de Autolib está más cerca suyo, donde puede dejar el auto para que lo use otra persona.

El sistema que utiliza Ophélie es el proyecto de coches sostenibles más ambicioso y más grande del mundo puesto en marcha hasta la fecha. Es el primer experimento a gran escala de una modalidad que prevé estar cada vez más presente en Europa.

Es cierto que ya existen desde hace tiempo empresas que alquilan coches eléctricos, pero no había servicios tan sencillos como éste, donde sólo hace falta una tarjeta y una estación a pie de calle para identificarse y subirse a un coche.

El Autolib funciona desde diciembre pasado en París, y Barcelona pondrá a prueba en septiembre un sistema similar, pero con motos eléctricas. También se están preparando programas de transporte parecidos en Berlín.

La idea proviene de la iniciativa Bicing que se utiliza con éxito desde hace años en muchas metrópolis de Europa, con estaciones de bicicletas públicas a las que cualquier persona puede acceder para moverse por la ciudad. Las motos y los coches eléctricos compartidos tienen el mismo objetivo: conseguir una movilidad sostenible que genere eficacia energética, reduzca la contaminación en CO2 y acústica, y agilice el tráfico.

 

 
Foto: Gentileza Autolib

 

 

En Autolib, que ha puesto en funcionamiento hasta la fecha 1740 coches eléctricos, calculan que su iniciativa ya ha conseguido reducir las emisiones. «Hace unas semanas celebramos los primeros 2.000.000 de kilómetros realizados por nuestros usuarios -explican-. Esos kilómetros representan aproximadamente 50 vueltas al mundo, y un ahorro de 270 toneladas de emisiones de CO2.»

Autolib prevé llegar a 80.000 abonados en 2018, y poner a funcionar en 2013 unos 3000 Bluecars, la marca de autos que la empresa Balloré ha colocado, que se conduce como si fuera un coche automático. Si se usaran como está previsto, estiman que equivaldría a reducir la circulación de 22.500 vehículos, o 164.500.000 kilómetros hechos de los vehículos más contaminantes.

Por ahora tienen un largo camino para conseguir sus objetivos. A pesar de los logros, todavía el Autolib es un sistema muy incipiente y con algunas fallas técnicas. De los 12 millones de habitantes que tiene París, sólo 8700 personas utilizan el servicio regularmente, y lo han probado apenas 25.500.

Lo cierto es que en plena crisis económica, el servicio de Autolib puede no ser muy barato para mucha gente que prefiere el transporte público tradicional. La oferta más económica, pagando un año entero, cuesta 144 euros más 5 euros por cada media hora de uso. Si se compra el servicio sólo por un mes, la cuota asciende a 30 euros, y la media hora, a 6.

«Creo que hay algo negativo en la adaptación de las tarifas», se queja Sarah Mercadante, que utiliza el Autolib unas dos veces por semana para volver a su casa o ganar tiempo. «En París es casi inevitable que un desplazamiento por la ciudad lleve entre 45 minutos y una hora.»

Autolib ya está previendo alternativas más baratas, con coches más sencillos como el Renault Twizy, aunque en ese caso Ophélie para ir al cine sólo podría llevar a un amigo más, pues apenas hay espacio para que suban dos personas.

En Barcelona la opción más económica es directamente la moto. «Es la ciudad europea donde hay más motos por habitante», explica Pep Bartrés, máximo responsable de Mobec Point, empresa que junto a Going Green, la Fundación Creafutur y el Ayuntamiento de Barcelona impulsa el servicio de motos eléctricas compartidas. «Esperamos ser una alternativa entre ir en metro y en taxi, y prevemos que se paguen unos 45 euros por la inscripción, y entre un euro o 2,5 por trayecto.»

 

 
Cargando. El auto eléctrico es una alternativa económica y sustentable. Foto: Gentileza Autolib

 

 

El prototipo de usuario de la moto eléctrica es una persona que va por la ciudad de una reunión a otra, en horario de trabajo, y necesita llegar rápido y sin haber sudado con el ejercicio de la bicicleta, con la que puede ir actualmente.

En septiembre esperan probar el sistema con 75 usuarios y 25 motos, para comercializarlo durante 2013, con 500 motos circulando. Calculan que por cada moto utilizada se ahorrarán diez vehículos en la calle. Pero en Barcelona han ido un paso más adelante que los franceses, al procurar lo que han querido denominar Transporte 2.0.

«Los sistemas como el Autolib o el Bicing se utilizan de punto de estacionamiento a punto de estacionamiento -explica Guillermo Ricarte, director general de la Fundación Creafutur-. El Transporte 2.0 permite que los usuarios puedan dejar el vehículo en el lugar que deseen. Es el futuro y es la mejor transición posible para la introducción definitiva del vehículo eléctrico.» Creafutur se ha encargado de hacer los estudios previos e idear el programa informático que permite identificar las necesidades de los usuarios y la geolocalización de los coches, que serán recolocados por la ciudad y a las cargas eléctricas mediante un sistema de incentivos a los usuarios.

«Pensamos que puede ser una alternativa interesante para gente que tiene coche y no quiere comerse las interminables colas del centro de la ciudad ni pagar los elevados precios de los estacionamientos urbanos», agrega Bartrés. Es definitivamente más económico que comprarse un vehículo nuevo, pagar los seguros, arreglos, desgastes, permisos y, por supuesto, la gasolina.

Para que el futuro esté aquí sólo falta que la energía que consumen estos coches provenga de fuentes renovables. Y, claro, que tengan alas. No estamos tan lejos. Las grandes compañías automovilísticas ya están probando coches eléctricos cargados a través de centrales de energía eólica. Mientras, en Estados Unidos están vendiendo ya el Terrafugia’s Transition, un coche-avión que cuesta 279.000 dólares, pero que, eso sí, no despega en la puerta de casa, sino que necesita un aeropuerto cada vez que se quiere volar y aterrizar.

Por ahora, y muy arraigadas a la tierra, las personas como Ophélie pueden llevar a sus amigos al cine con un coche eléctrico, sin perder tiempo y sin la necesidad de comprar ningún vehículo.

El Bluecar, el coche del sistema Autolib de París, permite efectuar 250 kilómetros y tarda diez horas en recargarse completamente. Puede ir a 130 kilómetros por hora.

Mariana Vilnitzky, http://www.lanacion.com.ar/autor/mariana-vilnitzky-3157