Alemania apuesta por las energías renovables tras Fukushima

"¡Estamos listos!", dijo la canciller Angela Merkel al conocer la noticia del accidente de Fukushima. Bastaron tres días para que Merkel se pusiera a tono. Dijo que el accidente marcaba una, "inflexión en la historia del mundo técnico". En realidad era una campanada de aviso al estricto pragmatismo pronuclear de la canciller: después de eso las centrales nucleares se hacían indefendibles en Alemania. A los tres meses las despidió.

En 2010 su Gobierno, presionado por el lobby eléctrico nuclear, había dado marcha atrás a la llamada "ley de desconexión nuclear" de 2002, aprobada por un Gobierno de socialdemócratas y verdes. La ley establecía el fin de la energía nuclear en 2022. La involución de Merkel amplió el plazo hasta 2040, lo que arrojaba 100.000 millones de euros de beneficios para las compañías eléctricas y unas 8.000 toneladas más de residuos radiactivos para el país, que ya tiene 12.000.

La ley de desconexión era un hito generacional, resultado de 30 años de movimiento ciudadano, y la marcha atrás fue una afrenta. Tras Fukushima, el 71% de la población apostaba por el abandono de la energía nuclear y un 80% favorecía una moratoria. El "¡Estamos listos!" reconocía que con las centrales no se podía ganar elecciones.

Merkel necesitó tres días para decretar una moratoria general que revisara el estado de las 17 centrales nucleares, y tres meses más para que, el 30 de junio de 2011, el Bundestag votara el abandono definitivo de las energía nuclear a más tardar en 2022.

Las cuentas estaban claras: en el mundo hay 572 reactores, de los que cinco –Harrisburg, Chernóbil y los tres de Fukushima– se fundieron accidentalmente. Es decir una probabilidad de accidente nuclear grave del 1%. Además, está el problema de los residuos y muchos imponderables sanitarios. El accidente de Chernóbil (1986) hizo antinucleares a los socialdemócratas y el de Fukushima a los conservadores.

El giro alemán incluye una amplia ofensiva en renovables. El objetivo es: 80% de energía renovable para el 2050. Los parques eólicos se han triplicado en año y medio. El cambio obligará a llenar el país de molinos y a construir agresivas autopistas energéticas. Peter Terium, jefe del gran consorcio energético alemán RWE, principal emisor europeo de CO2, dice que las grandes compañías van a hacer mucho dinero.

Rafael Poch, www.lavanguardia.com