Fracking, o como producir energía de la peor manera posible

El fracking provoca, entre otros, contaminación de las aguas subterráneas, terremotos inducidos y emisiones de gas metano a la atmósfera. La técnica para extraer gas natural de yacimientos no convencionales se denomina fracking. Se trata de explotar el gas acumulado en los poros y fisuras de ciertas rocas sedimentarias estratificadas de grano fino o muy fino, generalmente arcillosas o margosas, cuya poca permeabilidad impide la migración del metano a grandes bolsas de hidrocarburos. Para ello es necesario realizar cientos de pozos ocupando amplias áreas (ver foto) e inyectar en ellos millones de litros de agua cargados con un cóctel químico y tóxico para extraerlo.

El fracking provoca, entre otros, contaminación de las aguas subterráneas, terremotos inducidos y emisiones de gas metano a la atmósfera. Algunas de estas emisiones terminan alcanzando los pozos, depósitos y la red de abastecimiento de agua potable. En resumen, que los problemas que causa son mucho mayores que los que resuelve.

Conocer y cuantificar las fugas de metano a la atmósfera es muy importante y cuestiona ya a la industria del fracking que asegura que son inferiores al 2%. Sin embargo, un reciente estudio de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) y de la Universidad de Colorado, en Boulder, determina que en el área conocida como la cuenca Denver-Julesburg (EE.UU) las fugas son del 4%, sin incluir las pérdidas adicionales en el sistema de tuberías y distribución. Esto es más del doble de lo anunciado. Cabe recordar que el metano tiene una capacidad como gas de efecto invernadero 25 veces superior al dióxido de carbono.

Los promotores del fracking defienden que el uso de este gas permitiría ser más independientes energéticamente y disminuir la quema de carbón. Sin embargo, los expertos determinan que, a menos que las tasas de fuga de metano extraído, por esta técnica, se pueda mantener por debajo del 2%, la sustitución de este gas por el carbón no es un medio eficaz para reducir la magnitud del cambio climático en el futuro (Según el estudio estadounidense del año 2011, de Tom Wigley, del Centro para la Investigación Atmosférica -NCAR-). Otro motivo más para descartar la explotación este tipo de gas y apostar por las energías renovables.

En definitiva que un nuevo negocio ha puesto sus garras sobre los recursos del planeta. Sus defensores nos prometen importantes ventajas incluso para el medio ambiente. Y otra vez, comprobamos, que detrás se esconde mucho más de lo que aparentemente nos cuentan. Una cuestión puramente económica, de la que ya existen denuncias por especulación y de estar creando una burbuja con la que hacer negocio. ¡No aprendemos!

Julio Barea, responsable de la campaña de Energía y Residuos de Greenpeace España, www.greenpeace.org/