Cumbre sobre el Cambio Climático de Durban: mucho ruido y ninguna nuez

Han dedicido seguir con el bla-bla-bla y el turismo de congresos a cuenta del dinero de los contribuyentes que financia a la inútil burocracia climática y una corte de ONG con las mismas consignas de siempre. Quizás lo mejor sería cerrar el chiringuito climático del bla-bla-bla y dar ese dinero a quienes actúan: las empresas que construyen aerogeneradores, vehículos elécricos o centrales de energía termosolar.

Repesamos los resultados de Durban, además de que los delegados y los subvencionados han disfrutado de unos días en una nueva ciudad a cuenta de nuestro dinero, algunos para irse antrs de tiempo, como la delegada española, una secretaria de algo, que afortunadamente será cesada en unos días.

La XVII Cumbre de la ONU sobre Cambio Climático (COP17) aprobó extender el Protocolo de Kioto después de 2012 y fijar una hoja de ruta para un acuerdo global de reducción de gases de efecto invernadero. Fabuloso. Podrían haberse quedado en caso, o haberse reunido por video conferencia, que por lo menos emite mucho menos CO2.

El acuerdo fue aprobado después de dos semanas de arduas conversaciones y una negociación maratoniana in extremis que obligó a prorrogar la cumbre en más de 24 horas. El paquete también incluye la puesta en marcha del Fondo Verde para el Clima acordado en Cancún (México) que debe ayudar a los países en desarrollo a hacer frente a los estragos del cambio climático.

En la próxima acordarán seguir hablando, viajando de continente en continente y disfutar del dienro del contribuyente a cuenta del CO2 y emitiendo CO2.

La presidente de la COP17, la ministra sudafricana Maite Nkoana-Mashabane, dijo ante el plenario que el borrador de acuerdo "cumple todos los requisitos de un paquete de compromiso para lograr un resultado importante en Durban", aunque admitió que "no es perfecto, porque lo perfecto es enemigo de lo bueno".  Aunque dada su gestión, más la valdría dejar de decir generalidades.

El acuerdo global para reducir los gases de efecto invernadero, que debe ser adoptado en 2015 y entrar en vigor en 2020, era la condición impuesta por la Unión Europea (UE) para sumarse a un segundo periodo del Protocolo de Kioto, que expira en 2012.

Rusia, Japón y Canadá decidieron no formar parte de este segundo periodo de compromiso del único tratado vigente sobre reducción de emisiones, que obliga sólo a las naciones industrializadas, excepto EE UU, lo mismo que llevan diciendo y haciendo desde 1992.

Aunque los acuerdos alcanzados han sido criticados por muchos países en desarrollo por su falta de ambición a la hora de aprobar nuevas reducciones de emisiones, su objetivo es mantener la subida de temperaturas a menos de 2 grados con respecto a la era preindustrial para finales de este siglo, y permitir que la burocracia climática se eternice de hotel en hotel.

La cumbre de Durban volvió a aprobar y requeteaprobar el mecanismo de funcionamiento del Fondo Verde para el Clima, que prevé unas ayudas de 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020 a los países en desarrollo para hacer frente al cambio climático, y que volverán a aprobar en la próxima.