La eólica es absolutamente segura para el ser humano, por Javier Gracia Bernal

A la vista de los últimos acontecimientos de Japón y Libia, de la energía nuclear y del peligro de desabastecimiento parcial de petróleo, debemos hacer una reflexión seria. No quisiéramos parecer de los que hacen leña del árbol caído. No buscamos eso. Sí queremos hacer una llamada de atención nueva, en un marco energético que ha sido transformado en pocos días. En un marco económico que no nadie ha mejorado en años. Tenemos que salir de esto solos. Todos los españoles, todos los europeos. Los que trabajamos en energías renovables hemos tenido que soportar interesados ataques continuos, además de cargar con la responsabilidad de cumplir con los compromisos de generación. Estamos en una actividad intrínsecamente buena y no necesitamos recurrir a subterfugios inconfesables para defenderla. Si se conoce, de verdad, sin desinformación, se defiende sola. No necesitamos desacreditar a los otros, con fácil que resultaría esto ahora… sino que únicamente entramos en escena para exigir al resto de generadores lo mismo que se nos sigue exigiendo a nosotros. Nosotros cumpliendo.

No se han apagado los ecos de la indecente campaña sufrida el año pasado contra las energías renovables, a las que hicieron responsables de lo que no eran, del déficit de tarifa, por ejemplo, lo que no era sino un instrumento evidente, para cualquiera que conozca un poco cómo funciona el sector de la energía al completo, de una estrategia de la generación eléctrica convencional contra las emergentes renovables, que le estaban quitando parte de un pastel cada vez más escaso, cuando la realidad, esa tozuda señora, nos está haciendo ver con descarnada crudeza las consecuencias de elegir uno u otro modelo energético. Estamos ante la necesidad de ir -progresivamente- adoptando un nuevo modelo energético que tenga en cuenta el interés general y no el interés de algunos, interés particular, por muy grande que sea el particular, que al final se está demostrando ser contrario, peligrosamente contrario, con el de nuestra sociedad. Y a pesar de ello, parece que el Gobierno se había puesto de su parte.

La generación de energía propia, las energías renovables son propias, son autóctonas, son españolas, no se lleva a cabo en lugares geoestratégicos inestables, se genera aquí, por empresas mayoritariamente españolas y con tecnología nacional (y exportable). Es algo que parece que el Gobierno no quiere considerar. La preocupación del Gobierno central se está traduciendo en limitaciones de velocidad. Miran de reojo a los generadores eólicos. No vaya a ser que los españoles levanten el dedo y digan, «señor ministro, ¿por qué no cuenta con ellos?, ¿Por qué no tratamos de dejar de importar energía si la podemos producir aquí?». Es más bonito ir a hacerse fotografías, mejor el primero, con los que posiblemente no puedan suministrarnos combustible aunque quisieran. No es un riesgo a largo plazo. Cereales y energía van a ser escasos. Lo que llamábamos países geopolíticamente inestables, seguramente en unos pocos días serán países energéticamente cerrados. Vale, no son geopolíticamente inestables. Van a ser geoenergéticamente inútiles.

El drama de Fukushima se comenta solo. Las comparaciones son odiosas, en general, en este caso trágicas, apocalípticas como ha asegurado alguien. La generación renovable es absolutamente segura para el ser humano, ¿puede la generación convencional decir lo mismo? ¿Qué vale una vida humana, qué vale la salud?

La eólica siempre abanderó la necesidad de conseguir la mayor independencia energética del país, de entre el paquete de bondades que nadie puede arrebatarle. El kilovatio hora en 2010 se pagó a los eólicos a unos 6,5 céntimos y en casa lo pagamos a unos 15. El déficit de tarifa es la diferencia entre el coste de generación y el de venta de la energía. Las renovables somos, por lo visto, las responsables del déficit de tarifa, eso dicen, al menos, los que hacen negocio aquí comprando, cada vez más caro, energía fuera de nuestras fronteras.

Las empresas automovilísticas trabajan al máximo ritmo para poner en la calle vehículos eléctricos porque serán negocio. El negocio de poder poner en movimiento un automóvil. Porque el eléctrico lo cargaremos con la electricidad de nuestros aerogeneradores. El de combustible fósil… ya veremos.

Ahora presentamos como un éxito y un alivio para nuestra economía que los fondos soberanos de países productores de petróleo vayan a venir a comprarnos (invertir es el eufemismo utilizado) las mejores empresas y activos del país con el dinero que previamente les hemos dado para comprarles su petróleo.

Podemos empezar a arreglar el lío nacional, empezando por la energía. El que quiera que eche las cuentas. El que no… que nos deje tirar del carro. Sustituyamos el término de energías renovables por el de nuestras energías. Con éstas podremos contar siempre, con las otras… cada día menos. Sigamos haciendo más caso a los de ‘fuera’ que a los de ‘dentro’y tendremos energía limpia, barata, segura, o no….

Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.

Javier Gracia Bernal, presidente de APECYL, Asociación de Promotores de Energía Eólica de Castilla y León.  
www.apecyl.com/