¿Nuclear? No, gracias

Esa es una de las consignas utilizadas por el movimiento antinuclear, surgido en 1981. Dicho movimiento se oponía en aquel tiempo y se sigue oponiendo ahora al uso supuestamente pacífico de la energía nuclear y al establecimiento de centrales nucleares.

Ya habían acontecido numerosos accidentes radiactivos para entonces; el más conocido de ellos, el de la Isla de Tres Millas, en Pennsylvania, en 1979. En 1986 ocurriría sin embargo el peor de todos, el de Chernóbil, en la entonces Unión Soviética.

En 1988 publiqué mi libro Más allá de Laguna Verde (Editorial Posada), una investigación periodística que me llevó a conocer lo que implica la energía nuclear y todos sus riesgos. Leí muchos libros y documentos al respecto, entrevisté a especialistas y visité el estado de Veracruz para conocer más de cerca el problema de una central nuclear tan cuestionada entonces y que hoy ya resulta vieja y no sé cuán obsoleta.

El mundo de corrupción, autoritarismo, irregularidades, intereses, errores y horrores que descubrí en el proceso de escribir el texto de más de 300 páginas me hizo convencerme de la necesidad de rechazar la alternativa nuclear y favorecer a fuentes de energía más limpias y seguras, como la solar, la eólica y la geotérmica, entre otras.

Hoy que a raíz del terremoto y el tsunami que afectaron a Japón, algunas de sus centrales nucleares, principalmente la de Fukushima (donde ya se denuncian prácticas fraudulentas y la falsificación de documentos sobre la seguridad de la misma), se encuentran dañadas y en serio riesgo de que algunos de sus reactores se fundan, con las terribles consecuencias de fuga de radiactividad que ello implica, se hace urgente replantear si, ante el agotamiento del petróleo, en México debemos apostar por las energías renovables de energía, sobre todo cuando estamos en una zona del planeta ampliamente favorecida por la irradiación solar. Pensemos que después de un accidente, todo concluye, excepto si se trata de un accidente nuclear.

Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.

Hugo García Michel, www.lamosca.com.mx/