Los glaciares aceleran su declive, por Antonio Cerrillo

La mayor parte de los glaciares de montaña del planeta están perdiendo su masa como consecuencia del cambio climático. Muchos de estos glaciares ya estaban derritiéndose desde hace unos 150 años (al finalizar la denominada pequeña edad del hielo). Sin embargo, desde principios de los años 80 del siglo pasado, el ritmo de este retroceso se ha incrementado sustancialmente en muchas regiones, en paralelo a la subida de las temperaturas medias globales del aire. Así lo señala un reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente que recopila toda la información existente.

Los glaciares pueden desaparecer de algunas montañas a finales de siglo, dado el ritmo del deshielo, dice el informe. Las zonas que experimentan una mayor derretimiento son la Patagonia (Argentina y Chile), Alaska, así como el noroeste de Estados Unidos y el sudoeste de Canadá. Otras zonas que viven una situación parecida son las altas montañas de Asia –incluida la región del Hindu Kush del Himalaya–, el Ártico, los Andes y los Alpes.

El informe concluye que “la mayoría de los glaciares de montaña está perdiendo masa”, y que “el ritmo de pérdida se ha incrementado la última década”.

En el periodo 1960-2003, las áreas de la Patagonia y Alaska se han adelgazado 35 y 25 metros respectivamente, mientras que los glaciares de las altas montañas de Asia han perdido unos 10 metros. No obstante, quedan grandes incertidumbres sobre lo que ocurre en algunas zonas, como en las montañas más altas del Himalaya o de los Andes. La recopilación de datos es más difícil ahí por las dificultades de acceso o por los problemas políticos y las disputas fronterizas.

Mientras, y frente a la tendencia general, los glaciares en el oeste de Noruega o en el sur de Nueva Zelanda han avanzado en los años noventa del siglo pasado, mientras que los de la Tierra de Fuego (Sudamérica) están ganando también terreno.

De la misma manera, en algunas áreas pequeñas de la cadena del Karakórum (Pakistán, India, China), en Asia, por ejemplo, los glaciares han ido avanzando hasta ocupar zonas libres de hielo desde hacía unos 50 años, siguiendo un comportamiento opuesto a lo que ocurre al norte y al este de esta cordillera.

Pese a todo, al norte del Karakórum y en la mayoría de Tíbet, Tian Shan y el Himalaya, los glaciares están retrocediendo, y algunos, rápidamente. “Las excepciones a la tendencia global (la recesión) son particularmente explicables por el incremento de precipitaciones en algunas regiones y por un sistema climático más enérgico que compensa los efectos del incremento de temperaturas”, dice la ONU. Muchas veces, en ámbitos locales, el número de glaciares aumenta mientras que los grandes glaciares se desintegran en varios glaciares pequeños, aunque el total de la masa de hielo se reduce.

¿Y qué pasa en los Alpes? “Si la temperatura continúa aumentando, y ciertamente el aumento será mayor en los Alpes que la media global, los glaciares continuarán derritiéndose y perdiendo masa”, declara a este diario Frank Paul, doctor del departamento de Geografía de la Universidad de Zurich y coautor del estudio. Paul apunta que el deshielo se aceleró en los Alpes desde los años 80 del siglo XX y que de seguir el ritmo actual la mayoría de los glaciares desaparecerá en el 2100. “La mayoría se fundirán, independientemente del escenario climático que consideremos, mientras que algunos sobrevivirán por las condiciones topográficas favorables”.

En su contribución al informe de la ONU, Frank Paul señala que los glaciares alpinos sufrieron un retroceso del 20% entre 1985 y el año 2000, y que esto fue acompañado de una pérdida de espesor de hielo de unos 11 metros (en equivalentes de agua). En el deshielo, además del aumento de temperatura, influye que haya menos reflejo solar: se ha reducido la superficie helada, el hielo se ha oscurecido por el hollín, y ahora hay más acumulación de polvo.

Predecir la evolución de los glaciares es imposible. Cada uno es único por sus relaciones con el terreno local o el microclima. “Cada glaciar es único”. declara Antoni Rosell, del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental e investigador de la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats.

Su evolución está condicionada sobre todo por factores locales o regionales, tanto geográficos como climatológicos, lo cual exige un análisis a una escala más pequeña. Por eso, “en zonas del planeta donde llueva más, tal vez el hielo aumente, mientras que donde la precipitación sea constante o baje, acabará perdiendo hielo”, agrega.

La orientación, la altura de la montaña o su localización en vertientes concretas pueden hacer que el glaciar esté más condicionado por un determinado régimen de lluvias y temperaturas, lo cual puede marcar la evolución del río de hielo, añade. Rosell agrega que la proximidad de la lengua del glaciar al mar, el nivel de este, su oleaje, la topografía o el tipo de lecho (rocas…) pueden acelerar el ritmo al que se funda el glaciar. “Pero para estudiar un glaciar debemos ir a escala pequeñas”, insiste.

En general, los glaciares más vulnerables son los que están situados en áreas de baja elevación, mientras que los glaciares de altas altitudes son más resistentes al calentamiento. La ONU alerta que al fundirse los glaciares se pueden formar lagos con diques de barro, tierras y piedras que retienen a veces millones de toneladas de agua, y que pueden poner en riesgo a las poblaciones e infraestructuras como las centrales eléctricas. En los últimos 40 años, se ha observado una serie de vaciamientos repentinos de los lagos glaciares en China, Nepal o Bután e incluso en la Patagonia y los Andes.

Al desafío que suponen estas inundaciones se suma una creciente preocupación por los impactos de los fenómenos meteorológicos extremos, como las inundaciones repentinas. Cada año entre 100 y 250 millones de personas resultan afectadas por las inundaciones. El informe también pide más inversión en investigación y seguimiento de estos glaciares

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