Las energías renovables en Mauricio

“Aquí tenemos mucha luz solar”, dijo Andrea Gungadin, rectora del Hindu Girls’ College, una institución educativa privada en Curepipe, en el sur de Mauricio.

“¿Por qué permitir que se desperdicie cuando podemos usarla para producir electricidad en un momento en que los combustibles fósiles se vuelven cada vez más escasos y costosos?”, planteó.

En su centro, donde hay 1.400 estudiantes, se producen 14 kilovatios diarios de electricidad limpia, a partir de un sistema solar montado en su techo. Esto representa alrededor de la quinta parte de las necesidades energéticas de la escuela.

En diciembre de 2010, Mauricio lanzó una iniciativa pidiendo a la población que produjera electricidad a partir de fuentes renovables. El ministro de Energía y Empresas públicas, Rashid Beebeejaun, dijo que el objetivo era reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y potenciar la resiliencia energética

“Estamos transformando a Mauricio en una isla sustentable, y convirtiéndola en un modelo de sostenibilidad ecológica”, afirmó.

Los 17 paneles solares del Hindu Girls’ College costaron unos 4.600 dólares, pero el ingeniero Pavitra Mulloo explicó que ese precio varía según factores como la ubicación del sitio, la cantidad de paneles, la propia estructura y el acceso al lugar.

“Las inversiones en semejante proyecto pueden cubrirse en el plazo de un año para una oficina o institución, y en entre siete y ocho años para una casa. Después, uno simplemente produce, usa y vende su electricidad durante 20 años”, dijo Beebeejaun.

Las escuelas públicas siguen los pasos del Hindu Girls’ College. El Ministerio de Educación abrió el llamado para la instalación de paneles solares en 10 de las instituciones primaria y secundaria de la isla.

Este proyecto tendrá una capacidad total de generación de 55.000 kilovatios a ser usados por las escuelas. Durante las vacaciones, la electricidad producida se venderá al Consejo Central de Electricidad.

El código que permite a los clientes alimentar la red nacional de electricidad también está atrayendo a cultivadores de azúcar que enfrentan una caída en los precios de ese producto. Miles de hectáreas de plantaciones azucareras han sido abandonadas, pero ahora los agricultores invitan a pequeños productores de energía eólica a instalar molinos aquí.

“A ellos les gustaría derivar algunas ganancias que compensan las pérdidas en los precios del azúcar, así como continuar produciendo algunas verduras y frutas para el mercado local en las tieras que rodean a las granjas eólicas”, dijo a IPS Nundlall Basant Roi, presidente de la Federación Cooperativa Agrícola de Mauricio.

La idea está en una etapa preliminar, y no hay ninguna certeza sobre cuántos ingresos adicionales pueden producir los establecimientos eólicos.

Mauricio consume alrededor de 350 megavatios diarios. Depende principalmente de la importación de petróleo y carbón para satisfacer sus necesidades energéticas. Apenas 18 por ciento se produce a partir de fuentes renovables, entre ellas el bagazo (residuos de caña de azúcar), la hídrica, la solar y la eólica.

El Consejo Central de Electricidad prevé que la isla necesitará unos 400 megavatios por día para 2025, y aspira a producir 60 por ciento de lo que necesita a partir de fuentes renovables.

La visión del gobierno sobre una isla sostenible cuenta con una audiencia dispuesta. En Vacoas, en el centro de la isla, Deven Maulloo ha instalado cuatro paneles fotovoltaicos que brindan electricidad a su casa. Él no le vende nada al Consejo, pero reduce unos 75 dólares de sus cuentas mensuales, aunque admite que su sistema solar no es ideal.

“Tenemos que cambiar nuestro modo de vida y adaptarlo al régimen solar. De ahí que nosotros hagamos durante el día todas las tareas domésticas que necesitan electricidad”, dijo.

El código de la red eléctrica es un paso importante para promover la generación de energías renovables a pequeña escala por parte de consumidores individuales. El costo de invertir en energías renovables es alto, y la posibilidad de vender un excedente ayuda a atraer a más participantes.

Gungadin dijo que su escuela no habría considera este proyecto si no hubiera opciones de vender el excedente al Consejo, pero ella considera que esto tiene muchos beneficios.

“No es simplemente como producir electricidad y ganar algún dinero. También es una manera de enseñarles a nuestros estudiantes sobre el cambio climático, la producción de electricidad a partir de combustibles fósiles y por qué necesitamos producirla a partir de fuentes renovables”, señaló Gungadin.

Tanto Gungadin como Deven Maulloo insistieron en que la energía solar es eficiente a largo plazo. El Código de la Red Eléctrica, elaborado por el Consejo Central de Electricidad, establece los estándares de desempeño, confiabilidad y seguridad para la planificación y la operación del sistema eléctrico en el que los clientes pueden producir electricidad a partir de fuentes fotovoltaicas, eólicas o hídricas para su propio uso y vender el excedente a la red nacional.

El Código se restringe a plantas de una capacidad máxima de 50 kilovatios, y la capacidad instalada total por ahora se limita a 200 centrales en toda la isla. El Consejo compra electricidad a precios que varían entre 30 y 83 céntimos de dólar por kilovatio.

Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.

Por Nasseem Ackburally, ipsnoticias.net/