Cada europeo genera 6.000 kilos de basura al año por Antonio Cerrillo

Europa está consumiendo el doble de lo que pueden producir sus tierras y sus mares. Cada europeo utiliza de media 16 toneladas de materiales al año, que acabarán convirtiéndose en más de una tercera parte en residuos de todo tipo. Europa se comporta como un continente devorador de recursos naturales. El problema es que la pérdida de biodiversidad puede conducir a una degradación de los servicios que proporciona la naturaleza (el suelo, el agua, los hábitats) y socavar el propio bienestar humano. Esta es la alerta lanzada ayer por la Agencia Europea de Medio Ambiente (Aema) en su cuarto informe global sobre la salud ecológica del viejo continente.

Jacqueline McGlade, directora ejecutiva de la Agencia, hizo un llamamiento para revertir la actual situación y reclamar una economía verde y eficiente en el uso de los recursos, "con el fin de impulsar la prosperidad y la cohesión social".

La agencia, con sede en Copenhague, esboza el retrato de una Europa (en total, 38 países) que está poniendo contra las cuerdas el capital natural, la naturaleza; y subraya que los servicios que esta proporciona están sometidos cada vez más a una mayor presión, debido a la sobreexplotación de los recursos naturales y el cambio climático.

Los redactores del informe reconocen la contribución que ha tenido el consumo a la riqueza de Europa, aunque apuntan que hay claros indicios de pautas insostenibles "relacionadas con el uso y abuso de los recursos". La demanda de recursos naturales para alimentar, vestir, alojar y transportar a la población se está acelerando, lo que ejerce una presión sobre los ecosistemas. El uso de recursos aumentó en la UE-12 un 34% entre el 2000 y el 2007.

Pese a que cada vez hay más residuos que se reciclan y no van al vertedero, en el año 2006 estos países generaron cerca de 3.000 millones de toneladas de desechos, lo que supone una media de seis toneladas por persona. De esta cifra, alrededor del 33% procede de las actividades de construcción y demolición; un 25%, de la minería y la extracción en canteras; el 13%, de las manufacturas, y el 8%, de los hogares. Europa es un importador neto de piensos y alimentos para la producción cárnica y láctea, y por eso realiza grandes importaciones netas de cereales 7,5 millones de toneladas), de forraje (26 millones de toneladas) y de madera (20 millones de toneladas). Pero ello tiene efectos ambientales fuera de Europa, especialmente, la deforestación en los trópicos. Más de la mitad de pescado de la UE es importado, y hay una diferencia de 4 millones de toneladas entre la demanda y la oferta. Pero el agotamiento de los bancos de peces europeos no se ha traducido en una escasez interna de este alimento, sino que ha sido compensado por una creciente dependencia de las importaciones y la acuicultura.

"Consumimos más recursos naturales de lo que es ecológicamente seguro. Y eso sucede tanto en Europa como en todo el planeta. El cambio climático es el signo más visible de esa inestabilidad, pero una serie de tendencias mundiales apuntan a riesgosmayores para los ecosistemas en el futuro. La naturaleza de la crisis financiera actual debería hacernos pensar", afirma la profesora Jacqueline McGlade, atisbando una crisis ecológica de fondo. Al reclamar un cambio hacia una economía verde y eficiente, la directora ejecutiva de la Aema afirma que todos los recursos medioambientales —la diversidad biológica y de especies, el suelo, el carbono, los ríos, los mares y el aire que respiramos— deberían ser tenidos en cuenta en el momento de ser tomadas las decisiones relativas a la producción, el consumo y el comercio mundial. "No existen soluciones rápidas. Las autoridades, empresas y ciudadanos tienen que trabajar juntos y encontrar maneras innovadoras para utilizar los recursos de forma más eficiente", concluye McGlade.

El informe detalla elementos preocupantes. Es positivo que la generación de residuos en la UE haya seguido en los últimos años un ritmo más lento que el del crecimiento del PIB, pero aumentan los desechos de la construcción, así como los lodos procedentes de las depuradoras o los envases. También está creciendo el transporte entre países de residuos peligrosos.

El informe no presenta ninguna alerta de colapso ambiental inminente. Sin embargo, sí señala que se están rebasando algunos umbrales locales y mundiales, y que las tendencias ambientales negativas podrían llevar a dañar de forma dramática e irreversible algunos de los ecosistemas y sus servicios. En otras palabras: el ritmo insuficiente de progresos observado durante las últimas décadas a la hora de abordar los problemas ambientales puede minar la capacidad de Europa de hacer frente a posibles impactos negativos en el futuro. El informe alerta de que entre el 15% y el 20% de las muertes registradas en toda la región europea tienen una relación con las enfermedades vinculadas a un medio ambiente deteriorado. Un estudio realizado en Bélgica, Finlandia, Francia, Alemania, Italia y Países Bajos indica que entre el 6% y el 12% de las enfermedades podrían atribuirse a nueve factores ambientales específicos, entre los cuales destacan las partículas en suspensión en el aire, el ruido, el gas radón y el humo del tabaco.

Los niveles actuales de ozono en las capas bajas de la atmósfera y una exposición a concentraciones por encima de los límites tolerables están ligados a más de 20.000 muertes prematuras en la UE (25 países) cada año.

Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar o solar termoeléctrica. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.

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