La industria eólica europea en la encrucijada mundial por Alberto Ceña

Hace unos cinco años, momento de las fusiones y compras corporativas por parte de grandes fabricantes de bienes de equipo, llegamos a pensar que en el año 2010 no quedarían más de cinco fabricantes de aerogeneradores en todo el mundo. Algunas de las razones que justificaban esta previsión eran la complejidad de las máquinas, ligadas a los requisitos de red y el incremento del tamaño y, sobre todo, la necesaria capacidad financiera para cubrir las garantías y los riesgos de los grandes proyectos.

Nos volvimos a equivocar pues aunque no existe un censo de empresas, se puede estimar que existen al menos 80 fabricantes de aerogeneradores de gran tamaño (por encima de un MW), con diferente nivel de solidez industrial, capacidad y experiencia, de los que aproximadamente la mitad son chinos. Como muestra el botón americano, los 10.000 MW instalados en el año 2009 fueron suministrados por 16 fabricantes mientras que en el año 2005 sólo eran 6, para una potencia de 2.500 MW.

Las razones de esta sobre-oferta de tecnólogos hay que buscarla en tres posibles razones. En primer lugar, muchos desarrollos se basan en diseños en los que el producto final es el ensamblaje de componentes suministrados por empresas externas, con la consiguiente necesidad de hacer un buen control de la calidad de los mismos, siendo la principal aportación del tecnólogo la ingeniería del conjunto con algunos elementos innovadores, como el control o la transmisión mecánica y el soporte de los equipos principales. Estos fabricantes coexisten con otros que han configurado su producto a través de su propio aprendizaje y que optan, en muchos casos, por una fabricación integral de las máquinas, sin que las ventajas comparativas sobre los primeros sean claras.

La segunda razón, es el importante mercado potencial que se estima en unos 400.000 MW hasta el año 2020, sin duda el suministro mundial más importante de bienes de equipo, lo que ha atraído a fabricantes de algunos componentes específicos, como multiplicadoras o generadores eléctricos, a desarrollar sus propias máquinas e, incluso, ha transformado en fabricantes a promotores con experiencia en operar diferentes tecnologías.

La tercera razón es algo más intangible y está ligada a infravalorar la complejidad y los riesgos de una tecnología, conceptualmente sencilla, pero que debe operar durante muchos años bajo exigentes solicitaciones derivadas del viento, en condiciones ambientales más o menos agresivas. También es importante no perder de vista las reticencias de un sector, joven como la eólica, a informar sobre los fallos de las máquinas, incluso por parte de los clientes, lo cual da una imagen excesivamente conservadora de los riesgos tecnológicos. En este sentido, es importante indicar que la falta de experiencia de algunos suministradores, muy agresivos en precio, podría tener un efecto importante en la imagen futura del sector.

En este contexto de “inflación” de equipos, se observa que las empresas europeas, entendidas como aquellas que tienen su matriz en algún país de la UE, están perdiendo un cierto peso relativo, tanto en aerogeneradores como en componentes principales. A ello contribuye un cierto proteccionismo a la industria nacional de algunos mercados emergentes, alarmante en algunos casos como China, y la necesidad de atender el, por lo menos hasta la fecha, importante mercado europeo. Existen otras razones, como la singularidad de algunos tecnólogos, no sólo alemanes, para no comercializar sus máquinas en algunos mercados por razones históricas o de riesgo de copia tecnológica.

La reducción de costes de generación de electricidad (lo que supone una menor inversión y una mayor producción para el mismo diámetro), así como la mejora de la confiabilidad de las máquinas y los servicios post-venta, se convierten por lo tanto en fundamentales para mantener la posición competitiva.

Para obtener esta reducción de costes de generación algunos fabricantes europeos están optando por la producción en cadena o la progresiva introducción de robots en los procesos de fabricación. Otros han elegido dotarse de generadores eléctricos avanzados y una extensiva implantación de convertidores, que permitan además mejorar la producción e incluso aportar servicios de regulación adicionales, con lo que pueden conseguirse algunos ingresos complementarios o evitar penalizaciones previstas en algunos códigos.

El incremento de tamaño de las máquinas es, asimismo, una opción de medio plazo para muchos fabricantes, donde se incorporan soluciones técnicas avanzadas u otras ligadas a la modularidad y/o el seccionamiento de grandes componentes, para facilitar el transporte y el montaje. Gran parte de estos grandes aerogeneradores se orientan al prometedor mercado marino.

Por lo que respecta al mantenimiento, todo el mundo habla del “condition monitoring” y el mantenimiento predictivo, habituales en el sector aeronáutico, así como extender los periodos de garantía, atractivo para los clientes al garantizar la disponibilidad de repuestos.

En cualquier caso, si importante es la mejora tecnológica, también lo es la estrategia comercial pues pasa no sólo por las clásicas herramientas de publicidad y participación en ferias, sino también por la construcción de fabricas en los países donde se prevé el mayor crecimiento del mercado, lo cual comporta elevados costes, que no siempre pueden ser trasladados al cliente final, y evidentes riesgos en el caso de que no haya un crecimiento sostenido del sector.

El sector eólico ha alcanzado una importante madurez industrial y no seremos tan ilusos para hacer previsiones de lo que puede pasar en los próximos años, pero tenemos claro que uno de nuestros retos más difíciles como Asociación es consolidar el empleo y las capacidades tecnológicas nacionales, para lo que es necesario un desarrollado ordenado del sector en nuestro país, lo que parece que no ha sido bien entendido por nuestros reguladores.

Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar o solar termoeléctrica. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.

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