Las energías renovables en España sufren la incertidumbre regulatoria

Los expertos no dejan de afirmar una y otra vez que el futuro es de las energías renovables, y España se marcó hace tiempo el objetivo de ser un país puntero en la producción de energías limpias, como la eólica o la solar termoeléctrica o termosolar. Pero el reto es más que ambicioso.

Por un lado, las autoridades no terminan de ponerse de acuerdo en cómo hacer realidad el plan 20-20-20 de la Unión Europea: reducir las emisiones de gases contaminantes en un 20 por ciento, aumentar la eficiencia energética un 20 por ciento e incrementar hasta un 20 por ciento el porcentaje de las renovables en el mix energético, todo hasta 2020.

Y, por otro, la crisis también está pasando factura al sector, que en el transcurso del año se ha quedado rezagado en casi un 20 por ciento en la remontada de las Bolsas. Y aunque a nivel europeo la caída del índice sectorial Stoxx Europe Alternative Energy suma pérdidas aún mayores, los analistas achacan la brecha en España a la incertidumbre política por la reforma del marco regulatorio y los recortes a las subvenciones que reciben las energías limpias.

Con todo, las empresas se mantienen firmes en su andadura por la senda verde. Dos ejemplos: A primeros de agosto, Renfe anunció su entrada en el sector con la puesta en marcha de un plan para instalar plantas de fotovoltaica en las cubiertas de los talleres de fabricación y mantenimiento de trenes. Y la semana pasada se dio a conocer que el grupo italiano Enel prevé sacar a Bolsa en octubre su filial renovable, Enel Green Power, que agrupa los activos de energía limpia de Endesa.

En cuanto al crecimiento sectorial, las estadísticas también aportan motivos para el optimismo. Según un informe del Ministerio de Medio Ambiente español publicado en abril, el sector de las energías renovables es el que más ha aumentado en el país, multiplicando por 30 el número de empleos en una década.

Mientras que energías como la maremotriz aún están en una fase muy incipiente, la solar fotovoltaica empieza a arrancar con fuerza y en 2009 ya supuso el tres por ciento de la electricidad consumida en España. Un porcentaje muy significativo frente al extranjero, pero nada comparable al 20 por ciento que alcanza en el mix energético eléctrico la eólica, mucho más asentada en su implantación y desarrollo.

"Nuestro objetivo es lograr los 40.000 MW eólicos en 2020", dijo a dpa Alberto Ceña, director de la Asociación Empresarial Eólica (AEE). Un reto "factible" que supone un incremento de unos 2.000 MW al año, teniendo en cuenta que a finales de 2009 la eólica ya suponía casi un 20 por ciento de la potencia instalada en España. Además, tanto fabricantes de aerogeneradores como promotores del sector eólico apuestan por invertir en el extranjero, con China y Estados Unidos como principales mercados y la mirada puesta en Brasil.

La solar fotovoltaica, en cambio, lo tiene más difícil, especialmente después de que el Ministerio de Industria cerrara la regulación de las primas al estrenar agosto sin llegar a un acuerdo con el sector. Según el borrador que envió a la Comisión Nacional de Energía (CNE), el recorte de las subvenciones ascenderá al 45 por ciento para las nuevas plantas fotovoltaicas de suelo, un 25 por ciento para las instalaciones de techo de mayores dimensiones y un cinco por ciento para las pequeñas instalaciones.

Por otro lado, mientras el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero pone en marcha su plan para lanzar el coche eléctrico en España (objetivo: que en 2014 circulen por el país unos 250.000 coches eléctricos o o vehículos eléctricos híbridos enchufables), el sector de los biocarburantes no termina de levantar cabeza. Según la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), el ratio medio de producción en el sector ronda el diez por ciento de la capacidad instalada, y el 75 por ciento de las plantas de biodiésel están paradas.

Y entre tanto, cada vez son más las voces que reclaman una mayor eficiencia energética. "Hay que aprender a ser más eficientes cambiando nuestros hábitos", sostiene Mikel Aguirre Claramunt, director de Efergy España, una empresa que ha desarrollado un contador instantáneo de electricidad con el que se puede reducir hasta un 30 por ciento el consumo energético en los hogares.

"Que sean los usuarios quienes tomen las decisiones", dijo Aguirre Claramunt a dpa. Avances tecnológicos que van desde las sencillas bombillas de bajo consumo y L.E.D. a electrodomésticos más eficientes o un mejor aislamiento de los edificios buscan un mismo objetivo: combatir el despilfarro. No en vano, la energía más limpia es la que no se malgasta.

Por Elena Box (dpa), www.dpa.de/