Eólica, mortalidad de aves y falsedades interesadas

La energía eólica tiene unos enormes beneficios ambientales, al no emitor CO2 ni ningún otro contaminante, ni consumir agua, ni ocupar mucho espacio ni generar residuos radiactivos. La mortalidad de un parque eólico sobre las aves es muy pequeña, y ha sido muy exagerada. Los gatos, los atropellos en las carreteras, la caza, las líneas eléctricas y los vidrios transparentes causan una mortalidad infinitamente mayor que la energía eólica, pero esos supuestos "conservacionistas" no le dedican ni un minuto de su pensamiento.

Un nuevo estudio pone al descubierto las falsedades de la campaña contra la energía eólica lanzada por esa alianza de la ultraderecha conservadora y presuntos "ecologistas", y pone en perspectiva el grado de mortalidad para las aves y los murciélagos que los parques eólicos y sus aerogeneradores representan. Compara esos datos con los de la mortalidad asociada a las centrales que funcionan con combustibles fósiles y a las nucleares, y la compara con la mortalidad real de un parque eólico.

El estudio está redactado por Benjamin K. Sovacool, y lleva por nombre “Contextualizing Avian Mortality: A Preliminary Appraisal of Bird and Bat Fatalities from Wind, Fossil-Fuel, and Nuclear Electricity”.

Los estudios que acostumbran a salir al respecto, muchas veces con el objetivo de atacar a la eólica y a las energías renovables por donde más duele a los ecologistas, la defensa de los animales, acostumbran a ser parciales e incompletos, o falsos. Especialmente, porque ninguno hasta ahora ha tratado de calcular el número de muertes de aves por kWh a partir de las diferentes fuentes de energía, de manera que se puedan hacer comparaciones reales y poner todo en su debido contexto.

Pues bien, el informe del que hablamos sí hace tal comparación entre parques eólicos, combustibles fósiles, plantas de energía de combustible (carbón, gas natural, petróleo y generadores), y centrales nucleares. Sí, es cierto que el mayor peligro de los aerogeneradores son los eventuales impactos de sus palas con las aves. Pero veamos ahora qué hay que decir respecto al resto de centrales.

Por ejemplo, en las centrales nucleares el riesgo mayor para las aves es la contaminación de las minas de uranio, así como las colisiones con las estructuras de refrigeración. En cuanto a las centrales que queman combustibles fósiles, las aves pueden morir de hambre en los bosques devastados por la lluvia ácida, por la ingestión de dosis mortales y peligrosas de mercurio e, indirectamente, por el mismo cambio climático que el CO2 liberado por esas centrales provoca. Así, se ven afectadas las rutas migratorias y se degradan sus hábitats.

Pero en León les preocupa el efecto sobre el urogallo de algún parque eólico, en lugares donde no hay ninguno, ponen querellas, a veces con algún éxito, y no dicen nada de una central térmica en la misma provincia que emite diez millones de toneladas de CO2. Así son ellos.

Puesto en cifras tomadas de centrales de Estados Unidos: el promedio de mortalidad de aves por los aerogeneradores es de unos 0,269 fallecimientos por GWh; por las centrales eléctricas de combustibles fósiles (gas natural, carbón y fuel oil), de unos 5,18 muertes por GWh; y, finalmente, sobre la base de la experiencia operativa en cuatro centrales de energía nuclear y dos minas de uranio y sus fábricas, el promedio de mortalidad de las aves de los sistemas nucleares es de 0,416 aves por GWh.

Así son las cosas: las centrales de combustibles fósiles son alrededor de 17 veces más peligrosos para las aves. Y si bien es cierto que el ratio de mortalidad causada por la energía nuclear es casi comparable a la eólica, pero más elevado, los eventuales perjuicios derivadas de ella en caso de accidente pueden propagarse por mucho tiempo en vastas regiones, además de la proliferación nuclear y la gestión de los residuos radiactivos.

Las centrales eólicas causan una mortalidad ínfima sobre los aves y muy inferior a otras fuentes de energía. Cuando se aborda el impacto ambiental de una fuente de energía ha de estudiarse el ciclo completo. Entre todas las fuentes energéticas, la eólica, junto con la solar directa, es la menos dañina.

Los grupos conservacionistas, que con tan buena voluntad y tanta ignorancia critican el desarrollo de la eólica, harían bien en destinar sus esfuerzos a otros enemigos infinitamente más dañinos para el medio ambiente. Para ciertas asociaciones y algunas publicaciones parece que el enemigo a batir es la energía eólica, lo que es lamentable, dados sus beneficios ambientales, en término de emisiones evitadas de CO2, SO2 y NOx, o de generación de residuos radiactivos durante miles de años.

Lean el trabajo riguroso de Benjamin K. Sovacool, y saquen sus conclusiones.

www.spp.nus.edu.sg/Faculty_Benjamin_K_Sovacool.aspx