La eólica le ahorró 1.595 €/mes a cada consumidor industrial en 2016

REVE

Cuanto más sopla el viento, más electricidad generan los 23.000 MW eólicos instalados en España, desplazando a tecnologías más caras con coste de combustible (carbón y gas).

A estas alturas, ya nadie duda de que la energía eólica les ahorra dinero a los españoles a través de la factura de la luz. En 2016, el consumidor doméstico se ahorró 1,43 €/mes (17,16 euros al año) gracias a la eólica, según los cálculos de la Asociación Empresarial Eólica (AEE). Y el consumidor industrial, 1.595 €/mes (19.140 euros al año).

La explicación es la siguiente: en 2016 un consumidor doméstico medio (que consume 2.430 kWh al año) habrá contribuido con 0,82 céntimos de euro por kWh a través de la Tarifa de Acceso a los incentivos a la eólica (el 7,3% de ésta). Pero, por otro lado, en la parte de su factura que corresponde al término de energía ha obtenido un ahorro de 1,52 céntimos de euro por kWh gracias a la eólica (sin este ahorro, el término de energía le habría costado 6,81 c€/kWh en vez de 5,29 c€/kWh, un 28,7% más).

Un consumidor industrial medio (1.500 MWh al año) habrá pagado 0,25 céntimos de euro por kWh en 2016 para incentivar a la eólica (cantidad incluida en los 3,4 c€/kWh que paga de Tarifa de Acceso) y se habrá ahorrado 1,52 céntimos de euro por kWh por el efecto reductor de esta tecnología en el pool. De no haber sido por la eólica, el término de energía le habría costado 6,32 c€/kWh en vez de 4,8 c€/kWh, un 31,6% más.

La diferencia entre lo que paga un consumidor doméstico y un industrial en términos de incentivo a la eólica se debe a que el reparto de la carga de cubrir los costes regulados del sistema eléctrico recae mayoritariamente en los consumidores domésticos y en menor medida en los industriales. Sin embargo, son éstos últimos los que más se benefician del efecto reductor de la eólica sobre el precio del  mercado eléctrico.

En resumidas cuentas, la eólica estabiliza los precios de los consumidores domésticos y favorece la competitividad de la industria española.

Ahora bien, el desarrollo de la eólica, al igual que el de las demás renovables, lleva cinco años paralizado en España como consecuencia de la moratoria verde. Si en enero de 2017 España hubiese tenido los 2.500 MW más de eólica que el propio Gobierno preveía en la Planificación 2015-2020, el precio del mercado eléctrico habría sido 4,5 euros más bajo. Esto se debe a que con esa potencia se podrían haber generado 505 GWh más con el viento en enero y así se hubiese elevado la cobertura de la demanda con la eólica del 20,87% al 23,1%.

Y el precio hubiese sido de 67 €/MWh en vez de los 71,49 €/MWh registrados.

Esto hubiera supuesto un ahorro para todo los consumidores de 103 millones de euros en enero. Al mismo tiempo, por no cumplir con la planificación se han dejado de invertir 3.000 millones de euros, no se han generado ingresos en las zonas rurales donde se habrían ubicado los parques, se han dejado de crear más de 3.500 empleos (para la fabricación, construcción y mantenimiento de las instalaciones), no se ha evitado la emisión de 9,2 millones de toneladas de CO2, ni se han ahorrado 40 millones en importaciones de combustibles fósiles.

Es decir, que no seguir desarrollando la eólica en España nos cuesta a todos. De ahí que sea tan importante que la subasta que prepara el Gobierno esté bien diseñada. Y eso pasa ante todo por permitir que cada tecnología compita en igualdad de condiciones con las demás. ¿Cómo? Instaurando cupos por tecnología.

Fuente: REE, OMIE, Deloitte, y elaboración AEE