La cumbre de París y el esencial papel de la termosolar, por Luis Crespo (Protermosolar)

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La COP 21 de París ha supuesto un punto de inflexión en el reconocimiento y compromiso por parte de la gran mayoría de los gobiernos del planeta sobre la necesidad de tomar medidas para mitigar los efectos del cambio climático, a la vez que se constata la dimensión energética en el desarrollo de los países.

Su objetivo queda literalmente definido así: “Reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático, en el contexto del desarrollo sostenible y de los esfuerzos por erradicar la pobreza”. En este sentido, las energías renovables y muy en particular aquellas que por sus características de almacenamiento y gestionabilidad eviten la perpetuación de las tecnologías de combustibles fósiles como respaldo, aparecen implícitamente señaladas para jugar un papel esencial en el cambio de modelo de generación eléctrica.

La Cumbre de París también ha puesto de manifiesto que la necesidad de reducción de emisiones no puede condenar a los países en vías de desarrollo a tratar de converger en términos de calidad de vida con los países desarrollados y, de nuevo, bajo esta perspectiva, aquellas tecnologías limpias de generación que tengan un mayor contenido local y que contribuyan a crear un tejido industrial en relación con el nuevo parque generador, serán las preferidas para contribuir a cumplir los objetivos de la Cumbre.

Y son precisamente estos dos aspectos de los objetivos de la COP21 los que coinciden absolutamente con la propuesta de valor de las centrales termosolares. Por ello, insistimos a los responsables energéticos que sea el valor y no el precio, junto con la evaluación del impacto macroeconómico, lo que se tenga en cuenta a la hora de planificar nuevas unidades de generación.

luis crespo

El valor de un nuevo kWh puesto en la red tiene dos componentes: el valor operacional y el de capacidad. Desde la perspectiva del valor operacional, no todos los nuevos kWh valen lo mismo ya que no todos sustituyen en la misma franja horaria a la energía convencional que, en otro caso, sería necesaria. Tampoco todas las tecnologías tienen el mismo impacto en los costes del sistema necesarios para garantizar el suministro. Desde el punto de vista de valor de capacidad, tampoco todas las tecnologías evitan en el mismo grado la necesidad de nueva potencia de respaldo fósil al sistema. Recientes estudios realizados en California demuestran que sería equivalente para el sistema eléctrico pagar actualmente el doble a la generación termosolar que a otras tecnologías renovables fluyentes y esa diferencia se hace progresivamente mayor a medida que aumenta el porcentaje de penetración de renovables en el sistema.

A partir de la Cumbre de París debería sonrojar a los gobiernos el mantenimiento de las enormes subvenciones a la exploración, extracción y uso de las energías fósiles en todo el mundo que, hoy en día, representan más de cinco veces el apoyo económico que se está otorgando a las renovables. Aunque la operativa de los apoyos financieros acordados en la COP21 no está suficientemente concretada, esperamos que llegue la racionalidad a los gobiernos para invertir la situación actual y que los mecanismos de ayuda al desarrollo se apliquen de la forma más efectiva posible, de cara a acelerar el despliegue de las renovables y, muy en particular, de aquellas tecnologías, como las centrales termosolares, que son las que más eficientemente pueden contribuir a la reducción de emisiones y al desarrollo económico de los países.