Cumbre de la ONU por cambio climático en Lima logra acuerdo de mínimos

REVE

La reunión sobre el cambio climático organizada por Naciones Unidas en Perú logró la madrugada del domingo un acuerdo conjunto en la forma de combatir el calentamiento global.

El acuerdo, que busca reducir las emisiones de CO2, se logró tras una extensión de dos días de las conversaciones, que habían estado estancadas por las divisiones entre los países ricos y pobres.

Las ONG ecologistas presentes en la COP20 recibieron con críticas el anuncio del texto consensuado, y reclamaron «un cambio del sistema» que genera el calentamiento.

«Lo que hemos visto en Lima es una más de una serie de decisiones que debilitan las reglas climáticas internacionales, y son un fracaso para las poblaciones y el planeta» según un pronunciamiento conjunto de las entidades.

«El resultado en París es un misterio. Será duro llevar tantos asuntos al mismo tiempo el próximo año», consideró Samantha Smith de WWF.

Los delegados de los países, con rostros fatigados tras dos semanas de sesiones, dieron un apoyo de última hora a la propuesta y evitaron el derrumbe del plan trazado por la ONU.

El texto consensuado incorporó con distintos matices aspectos cruciales en la ruta hacia el acuerdo que debe quedar aprobado en diciembre de 2015 en París.

Reconoce una responsabilidad común y «diferenciada» de los países frente al calentamiento y establece mecanismos para hacer frente a «pérdidas y daños», por fenómenos climáticos extremos, que sufren especialmente países pobres e islas del mundo bajo amenaza.

«La esperanza de un éxito en París se acerca», dijo Laurent Fabius, canciller de Francia, país organizador de la COP21 en diciembre de 2015.

Poco antes, el enviado de Estados Unidos, Todd Stern, había advertido que un fracaso de las negociaciones «resultaría muy perjudicial para los intentos de contener el calentamiento global», causante de efectos climáticos como grandes tormentas, inundaciones, derretimiento de glaciares, sequías y otros fenómenos extremos que golpean duramente a los países pobres y las poblaciones más vulnerables.

Hasta último momento se mantuvieron las fuertes diferencias entre naciones del Norte y el Sur. Los países ricos consideran que los futuros compromisos nacionales deben centrarse en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, con una evaluación futura que se base en informaciones precisas y transparente de los pasos dados en cada nación.

Pero numerosos países del Sur, sobre todo de África, América Latina y pequeños estados insulares, no están dispuestos a asumir la reducción de emisiones si no existen garantías financieras de los países ricos que les permitan adaptarse, con nuevas tecnologías limpias, al calentamiento global y a su creciente impacto.

«Los países desarrollados sólo nos piden reducción de los gases de efecto invernadero [como contribución], pero eso es imposible para nosotros» sin inversiones en energías limpias, dijo a la AFP Seyni Nafou, vocero del grupo África.

Las naciones en desarrollo pidieron a las ricas ayuda financiera sustancial para lidiar con el impacto del cambio climático.

El compromiso deja fuera muchas decisiones importantes hasta el próximo año, por lo que grupos ecologistas lo describieron como débil e ineficaz.

China e India, primer y cuarto emisores mundiales por sus industrias de carbón altamente contaminantes, se oponen a un sistema de evaluación que los constriña, y presionan a los países desarrollados para que contribuyan financieramente a la medida de su responsabilidad como los mayores generadores del calentamiento.

Las países deben anunciar en los próximos meses sus compromisos de reducción de las emisiones globales entre un 40 y un 70% hasta el 2050, una necesidad para poder limitar a 2°C el incremento de la temperatura del planeta.

Más allá de ese umbral, los científicos estiman que los impactos serían graves e irreversibles y pondrían en peligro a numerosas poblaciones.

Los países del Sur esperan ver una hoja de ruta sobre cómo el mundo cumplirá con el objetivo de un Fondo Verde que para 2020 debe totalizar 100.000 millones de dólares anuales, destinados a mitigar los efectos del cambio climático en países pobres.