La ONU declaró el 2012 como el año de las energías renovables

La Agencia Internacional de la Energía (AIE), advirtió días antes de que se acabara el 2011: "La Tierra se encamina hacia un futuro energético insostenible, si no se toman medidas urgentes para optimizar los recursos disponibles".

Los científicos y expertos de la agencia auguran un incremento de un tercio de la demanda de energía en los próximos 25 años, lo que obligará a las naciones a hacer inversiones para evitar la escasez de recursos básicos y el peligroso aumento de las emisiones que contribuyen al calentamiento global.

"Cada vez queda menos tiempo, pero aún se pueden tomar medidas. Si no hay inversiones y un compromiso global vinculante por el medio ambiente, con la infraestructura actual (de fábricas, coches y transporte público movido con gasolina), las emisiones de gases contaminantes que se permitirían hasta el 2035 para que la temperatura promedio del planeta no suba por encima de dos grados y se evite una tragedia global, se habrán agotado en el 2017", advirtió.

Por este futuro poco despejado, y frente a una crisis energética que ya se aproxima sin remedio, es que la Organización de Naciones Unidas (ONU) declaró el 2012 como el año de las energías verdes o sustentables.

Lo que quiere el organismo es que el viento, el sol y el calor que procede del centro de la Tierra se conviertan en las principales fuentes para todo el mundo.

Hoy, solo el 19 por ciento de la energía en el mundo es alternativa. Pero según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, siglas en inglés), esta debería satisfacer el 80 por ciento de las necesidades globales hacia el 2050.

La Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena) dice que el desarrollo del sector de la energía renovable es inevitable, ya que deberá desempeñar un papel en la sostenibilidad.

La idea es que su uso se pueda multiplicar por 20. Aquí se reúnen dos razones: aprovechar aquellos recursos que parecen inagotables, como la fuerza del sol, que se agotará posiblemente dentro de 5.000 años y que la humanidad recibe gratuitamente, y reducir la emisión de gases de efecto invernadero que hoy se producen al quemar combustibles fósiles para calentar hogares, como el petróleo o el carbón.

Además, optimizar el uso del agua, que, como en Colombia, se utiliza para prender la mayoría de los bombillos de las principales ciudades y a través de represas cada vez más cuestionadas por su impacto sobre los ecosistemas.

Para Domingo Guinea, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, la tarea más urgente para cumplir con estos objetivos es que la energía y el agua se transformen en un servicio público y sean cada vez menos una fuente de beneficios financieros.

"En el momento que se deje de utilizar únicamente como un canal para generar utilidades, habrá una posibilidad clara de autosuficiencia en una gran parte del planeta".

Guinea dice que las energías sostenibles ya las utilizaban nuestros antepasados con bastante más sentido común, sin necesidad de desperdiciar la energía procedente de materiales fósiles, como la electricidad. "Hemos sido ricos y como ricos hemos despilfarrado y seguimos despilfarrando todo lo que podemos".

Sin embargo, para la ONU, las cosas van por buen camino. Hoy, China ha adelantado a Estados Unidos en inversiones en energías renovables. Norteamérica lideraba el ranking de inversores hasta el año pasado, en que el gigante asiático prácticamente dobló la cantidad destinada a la construcción de instalaciones especializadas en producir energía limpia -34.600 millones de dólares frente a los 18.600 millones de Estados Unidos-, según la ONG Pew Charitable Trusts.

Esta nación invierte un 148 por ciento más en renovables que en el 2005. Otro país que destaca en su concienciación ecológica es Turquía, que invierte un 178 por ciento más que hace cinco años. En Europa, por su parte, hay más de 20.000 granjas eólicas marinas en construcción.

En Colombia hay esfuerzos en energía eólica en la Alta Guajira, donde Empresas Públicas de Medellín (EPM) puso en funcionamiento el primer parque eólico, Jepirachí, con 15 aerogeneradores que aportan 19,5 megavatios al Sistema Interconectado Nacional. Hay investigaciones para generar energía con biomasa, y, en este caso, con el bagazo de la caña, en los Santanderes, los Llanos Orientales y la costa Atlántica. Así como con las olas del mar, para producir 30 gigavatios en 3.000 kilómetros de costas.

También se ha detectado la posibilidad de producir electricidad con energía geotérmica. Esta energía es libre de contaminación, pero cuesta dos o tres veces más de lo normal y es limitada a zonas con actividad tectónica. El Atlas Geotérmico de Colombia indica que habría posibilidades para tenerla a partir de los volcanes Chiles, Cerro Negro y Azufral (Nariño), en el Parque Nacional de los Nevados y el Área Geotérmica de Paipa-Iza (Boyacá).

También en el nevado del Ruiz. Según estudios de la Universidad Nacional, esta montaña se caracteriza por presentar erupciones explosivas periódicamente y por tener múltiples capas de lava endurecida (piroclastos) y cenizas volcánicas. La fase de exploración se iniciará este año con la perforación de cinco pozos con profundidades de 2 a 3 kilómetros (cada uno con un costo estimado de 5 millones de dólares). Si se comprueba la existencia del recurso, se perforarán los pozos de producción y de reinyección del agua al finalizar el 2013. El paso siguiente será la construcción de una planta de generación de energía eléctrica, que sería operada por Isagen, posiblemente desde el 2013.

Estos esfuerzos locales han llevado a que en los últimos años haya aumentado la inversión en energías ‘verdes’ en todo el globo. Entre el 2004 y el 2009, la capacidad de energías renovables creció entre un 10 y un 60 por ciento. Y mientras que en el 2005 solo 55 países la promovían, en el 2010 esa cifra se incrementó a 100.

Según la AIE, de aquí al 2035 se necesitaría una inversión mundial de 38 billones de dólares en infraestructura energética para satisfacer la creciente demanda, que en un 90 por ciento provendrá de países emergentes como China o India. Pero todo dependerá de que el equilibrio en el manejo de los subsidios cambie y estos se reduzcan para los combustibles fósiles (400.000 millones de dólares al año). Cuentas de Greenpeace dejan claro el camino: "Con solo redirigir todas las subvenciones de los combustibles fósiles a programas de energías renovables, las 2.000 millones de personas pobres tendrían acceso a la energía, no para el 2030, sino en esta misma década".

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