Fallos en la central nuclear de Fukushima por Antonio Cerrillo

Uno de los puntos débiles del diseño detectados era la dificultad de estascentrales nucleares para poder evacuar una presión excesiva del vapor en el edificio de contención si no había suficiente refrigeración en el núcleo. La necesidad de liberar esta presión de vapor, que contiene elementos radiactivos, ha sido una de las causas de las explosiones en tres reactores de Fukushima y de la liberación de contaminación radiactiva.

Algunos miembros del organismo regulador de la seguridad de EE UU ya consideraron que no era fiable la disposición del diseño de estas plantas, en el que el edificio de contención se circunscribe al núcleo del reactor.

Uno de los consejeros de la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos –el organismo que luego se convirtió en la Comisión de Regulación Nuclear, NRC– recomendó al resto de los consejeros, por carta –el 20 de septiembre de 1972–, que se “desaconsejara en el futuro el uso de los sistema de alivio de la presión”, que liberan la presión excesiva del vapor en el interior del edificio. Asimismo, pidió que tales diseños no fueran aceptados en los permisos de construcción a partir de la fecha que decidiera este organismo. Toda esta documentación fue manejada por los grupos ecologistas españoles (sobre todo la Asociación Ecologista de Defensa de la Naturaleza), que se opusieron a la construcción de Garoña, que tiene el mismo diseño.

La carta del consejero S.H. Hanauer fue contestada por su colega Joseph Hendrie, que se opuso a la idea de proscribir este sistema. “Una marcha atrás en esta política, especialmente ahora, podría ser el fin de la energía nuclear”, dice antes de admitir que la decisión haría ilegales las plantas de General Electric.

Y todas estas advertencias tiene algo de premonitorio. Los fallos de los sistemas de alivio de la presión han sido una de las claves de la angustiosa situación que viven los tres reactores de Fukushima. Estos sistemas están diseñados para poder extraer la presión excesiva del vapor generado en el edificio de contención y regular así la temperatura del núcleo (conjuntamente con el circuito de refrigeración). Pero sus carencias han sido tales que la empresa explotadora (primero con control y luego sin él) ha debido recurrir a la evacuación masiva de este vapor radiactivo para no causar males mayores.

Tras el seísmo, la seguridad automática funcionó en la planta de Fukushima. Cayeron las barras de control, que neutralizan la reacción en cadena de la fisión nuclear. Y la planta dejó de funcionar. Sin embargo, en esta situación se precisaba una refrigeración extra, dado que los productos de fisión producen, en paralelo a su desintegración, un calor suplementario. De ahí los intentos desesperados de refrigerar el núcleo con aportes de agua de mar y boro al fallar el sistema de emergencia. De hecho, si no se da ese enfriamiento, el agua en ebullición a presión se va evaporando, y eso comporta una peligrosa presión excesiva del vapor en el edificio, que hay que liberar. Además, como las vainas de los elementos combustibles quedan al descubierto, al entrar en contacto con las altas temperaturas y el oxígeno se produce hidrógeno, de gran poder explosivo. De ahí la necesidad adicional de liberar la presión.

La carta ya alertaba también que “la generación de hidrógeno tiende a ser un problema más serio” en los sistemas con este tipo de edificación. No obstante, la contención denominada Mark I fue posteriormente modificada y mejorada.

Jaume Morrón, dirigente ecologista catalán, ya denunció esta situación, gracias a las informaciones que les suministraron sus colegas de Estados Unidos. Y Josep Puig, profesor de energía de la UAB, recuerda el gran debate suscitado en 1987, sobre todo a raíz de la necesidad de reevaluar la seguridad de las plantas con un simple edificio de contención, desacreditadas tras el accidente de Chernóbil.

Josep Puig declaró: “Los reactores con el modelo de contención Mark I, como los GE-BWR, han sido objeto de numerosas críticas por parte de científicos independientes debido a su debilidad inherente. Hoy tenemos la prueba de que no son seguros. Es una lástima que prevalecieran los intereses económicos de la industria nuclear por encima de la seguridad de la población”.

Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.

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