Fukushima reabre el debate sobre la seguridad de las centrales nucleares

Las centrales nucleares japonesas viven una situación de alerta máxima tras los accidentes sufridos a consecuencia del terremoto y posterior tsunami que ha devastado la isla nipona. El Gobierno y los responsables de estas instalaciones trabajan para controlar la situación. El accidente ha reabierto el debate sobre esta fuente de energía: ¿es la central de Fukushima un nuevo Chernobil? ¿España podría sufrir un accidente similar? ¿Hay que apostar por esta fuente de energía o no es seguro hacerlo?

Autor: Por ALEX FERNÁNDEZ MUERZA

Japón vive "la crisis más grave desde la II Guerra Mundial", según el primer ministro, Naoto Kan. Un terremoto de 8,9 grados en la escala Richter, el mayor de la historia de este país, y el posterior tsunami asolaron el pasado viernes la costa nororiental de Japón, con un balance de miles de muertos y desaparecidos y pérdidas materiales millonarias.

Por si fuera poco, esta catástrofe natural ha afectado a las centrales nucleares de la zona, en especial a la de Fukushima Daiichi. Desde el primer momento del accidente, el organismo regulador japonés, NISA, y la eléctrica Tokyo Electric Power (Tepco) informaron de que todos los reactores cercanos al seísmo pararon de forma automática.

Según los responsables gubernamentales nipones, se actúa de acuerdo a los protocolos establecidos para situaciones extraordinarias: se ha evacuado la zona y se trabaja en la refrigeración e integridad de la contención, claves para evitar posibles fugas radiactivas.

Desde el Centro de Investigaciones Energéticas (CIEMAT) reconocen que se lucha contra un "incidente grave". No obstante, afirman que no hay motivos para el alarmismo, ya que en principio el edificio de contención debería responder. Subrayan que no se puede comparar con el accidente de Chernobil.

Por su parte, en Ecologistas en Acción creen que sí hay riesgos para la población y el medio ambiente porque, aseguran, el escape radiactivo supera el límite legal. Además, si se funde el núcleo de manera total, las consecuencias podrían ser "devastadoras".

Los responsables del Foro Nuclear recuerdan que ninguna central nuclear española está situada en zona sísmica, según los estudios geológicos y geofísicos "exhaustivos" que se realizaron en su día.

Esta organización, que representa al sector nuclear en España, señala que las centrales nucleares están diseñadas y preparadas para la eventualidad de un terremoto gracias a un diseño "robusto, estanco y redundante, unas estructuras reforzadas a base de hormigón con armaduras densas, metales gruesos, uniones flexibles y elementos de contención". De esta forma, en caso de seísmo, las estructuras, sistemas y equipos mantendrían la seguridad de la instalación y no afectarían ni a los trabajadores, ni a la población cercana ni al medio ambiente.

Por su parte, Ecologistas en Acción recuerda que la central nuclear de Fukushima es un modelo muy similar al de Santa María de Garoña (Burgos) y considera que es un "serio aviso" de los peligros que encierra. La organización ecologista reconoce como improbable que Garoña sufra un episodio sísmico como el de Japón, pero un accidente grave o una situación no previsible, como un atentado terrorista, podría reproducir el comportamiento del reactor de Fukushima. En tal caso, se verían afectados "de manera inmediata y severa" 57.000 habitantes de 56 municipios burgaleses situados en un radio de 30 kilómetros en torno a la central, incluida la ciudad de Miranda de Ebro, más otros 10.000 del País Vasco y La Rioja.

Los ecologistas recuerdan que no sería la primera vez que una central nuclear española sufre diversos fallos de seguridad. Rememoran el cierre de Vandellós I (Tarragona) en 1989, a causa del incendio que registró esta central.
Energía nuclear: argumentos a favor

El accidente nuclear de las centrales nucleares japonesas ha reabierto el polémico debate sobre esta fuente de energía. Según sus defensores, la energía nuclear permite un desarrollo sostenible, ya que evita la emisión de gases contaminantes como dióxidos de azufre y nitrogenados y gases de efecto invernadero (GEI). Defienden que el coste de generación de la electricidad de origen nuclear es el más bajo después de la hidráulica.

Por otra parte, la cada vez mayor dependencia energética de los países europeos -en la actualidad por encima del 50%, que llega al 85% en España- es otra de las principales razones de la reactivación del debate a favor de la energía nuclear. La Agencia Internacional de la Energía recomienda a la UE en su informe "Perspectivas Energéticas Mundiales" reconsiderar la nuclear como una alternativa viable para contribuir a un escenario menos dependiente y menos contaminante.

En cuanto a las posibilidades de un nuevo accidente como el de Chernóbil, desde el Consejo Mundial de la Energía (WEC) aseguran que son "muy, muy bajas". Además, con la tercera generación de reactores que se empieza a desarrollar es "cien veces más difícil" y se genera "cien veces menos desperdicios porque son más eficientes".

Los responsables del CME señalan también que el desarrollo de la energía nuclear puede convivir con las energías renovables, pero creen que estas últimas no pueden suplir por sí mismas las necesidades actuales de energía. En esta misma postura mixta, se encuentran expertos como Carlo Rubbia, Premio Nobel de Física en 1984. Según este científico italiano, en cuarenta años se agotarán las reservas de petróleo, gas natural y también de uranio, el principal combustible de las centrales nucleares. Sin embargo, la energía solar, la biomasa y las fuentes nucleares alternativas, como el torio, podrán suplirlas para abastecer de energía a los 10.000 millones de personas que habrá en 2050.

En cuanto a la seguridad de las centrales nucleares, el Foro Nuclear afirma que destacan entre las instalaciones industriales mejor protegidas. "El concepto básico de seguridad nuclear se basa en el principio de barreras múltiples colocadas en serie entre los productos radiactivos y el medio ambiente", explican.

Respecto a los residuos radiactivos, el Foro Nuclear asegura que "están perfectamente vigilados, financiados, controlados y gestionados por profesionales cualificados y, de esta forma, no perjudican a la población ni al medio ambiente. Por otro lado, se realizan investigaciones que avanzan en la reutilización del combustible gastado en otras centrales y la reducción de su radiactividad y volumen".

Energía nuclear: argumentos en contra

La organización conservacionista WWF considera que no hay necesidad de regresar a la energía nuclear. "Sería un error mayúsculo", asegura, "ya que volvería a canalizar la mayor parte de las inversiones hacia este tipo de centrales, desviándolas de la toma de medidas de eficiencia energética y de impulso de las renovables".

José Santamarta, de World Watch España recuerda que, aunque el cenit de la producción mundial del petróleo y gas natural llegará en 20 o 30 años, hay tiempo más que suficiente para una transición ordenada hacia un modelo energético más eficiente, menos intensivo y donde las energías renovables sustituyan de forma paulatina a los combustibles fósiles, sin necesidad de recurrir a la energía nuclear.

Además del inconveniente más conocido de un posible Chernobil, las ONG ecologistas enumeran una serie de problemas que deberían tenerse en cuenta para no abrir más centrales nucleares y cerrar de forma progresiva las actuales:

Fugas y contaminación: están presentes en toda la cadena comercial del procesado de materiales nucleares y producen un legado radioactivo muy peligroso para la salud y los ecosistemas durante miles de años.

No es tan barata: sus defensores no incluyen los costes que supone la creación de una central nuclear moderna, ni el tratamiento de la contaminación que generan, ni el sobrecoste del combustible nuclear, ni el gasto que supondría un accidente serio. Además, la construcción de una central es un proceso lento que puede durar varios años. Por todo ello, su única forma de sobrevivir es mediante ayudas estatales transparentes o encubiertas.

La eficiencia energética y algunas energías renovables de tecnología madura como la eólica son soluciones más competitivas para reducir emisiones de GEI.

Una energía mal aprovechada: las centrales solo producen electricidad, por lo que apenas alcanzan el 30% de eficiencia y necesitan grandes redes de transporte eléctricas en las que se pierde hasta un 10-20% de la electricidad generada.

Peligros no previsibles: las centrales nucleares, e incluso los residuos radiactivos (las llamadas "bombas sucias"), se han convertido en un nuevo objetivo terrorista, por lo que sus costes de seguridad, pagados por el Estado, se incrementarán.

Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.

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