Empresarios, sindicatos, universidades y ecologistas (Greenpeace) apoyan el Plan Eólico de Cantabria

Las organizaciones sociales, que no pretenden desgastar al gobierno de turno con fines electorales, casi siempre tienen más lucidez que quién trata de sacar rédito electoral a cualquier precio, como las críticas demagógicas a la eólica en Cantabria realizadas por el PP regional. Deberían aprender del PP en Castilla y León, un PP serio y responsable, a diferencia de los cántabros.

El presidente de CEOE-CEPYME de Cantabria, Miguel Mirones, lo ha dicho muy claramente: su organización apoya el desarrollo eólico de Cantabria, porque supone una "oportunidad magnífica" para centenares de empresas vinculadas con el sector del metal y de los componentes, y porque "los molinos no perjudican al turismo".

Según la CEOE, el desarrollo eólico no perjudicará al turismo. "A mí no me preocupa especialmente el plan eólico en cuanto al perjuicio del sector turístico. Andalucía, con un importantísimo desarrollo de las energías renovables, también ha sido la comunidad que más ha crecido turísticamente en los últimos años. Los molinos no perjudican al turismo, una inadecuada gestión de nuestra política turística en el ámbito internacional, sí".

El consejero de Industria y Desarrollo Tecnológico del Gobierno de Cantabria, Juan José Sota, pidió al PP que sea razonable y no "mienta a los ciudadanos" sobre el desarrollo eólico, algo difícil. Sota añadió que el Ayuntamiento de Santander participa del engaño del PP cántabro, y señaló que a la hora de medir el impacto visual de los aerogeneradores, se debe fijar desde la "vista humana".

El consejero advirtió de que Cantabria sigue aumentando la energía eléctrica importada desde otras comunidades autónomas, un dato que en 2008 alcanzó al 65% de la electricidad consumida en Cantabria. El consejero de Industria ha afirmado que lo que en otras comunidades autónomas gobernadas por el PP está bien, no vale en Cantabria.

La campaña del PP de Cantabria contra el Plan Eólico es un auténtico disparate. La región no se merece tener como principal partido de la oposición a un PP tan alejado del PP que gobierna en Castilla y León, y quizás por eso en la región vecina gobiernan, porque son responsables y serios, y en Cantabria no. El PP de Cantabria debe rectificar y abandonar la demagogia, haciendo una oposición seria y responsable, y dejar de dar el lamentable espectáculo al que estamos asistiendo desde hace unas semanas. Ahora quieren suprimir el Plan Eólico. En democracia, como son minoría, perderán.

La superficie total apta para ubicar estas instalaciones eólicas en el Plan Eólico sólo supone un 2 por ciento del territorio de Cantabria (10.500 hectáreas), determinada en función de los estudios previos de la Universidad de Cantabria y excluyendo zonas como las amparadas por el Plan de Ordenación del Litoral (POL) y los espacios protegidos, entre otras.

El 98% del territorio de Cantabria no va a albergar ningún aerogenerador, algo que desconocen los demagogos en su interesada campaña contra la energía eólica y las empresas eólicas.

El Ejecutivo defiende el impulso de la energía eólica, no sólo por tratarse de una energía limpia y renovable sin residuos radiactivos ni emisiones de CO2, sino también por las implicaciones económicas y de desarrollo que puede suponer para la región, creando empleo, desarrollo tecnológico y actividad productiva.

La energía eólica se traduce en importantes aportaciones económicas a los municipios donde se implantan los parques, por licencias e impuestos, y en generación de empleo especializado en las localidades del entorno y desarrollo del tejido industrial de Cantabria.

Además de las inversiones directas, calculadas en unos 2.000 millones de euros, se calcula que el desarrollo eólico generará inversiones indirectas en el desarrollo industrial de Cantabria y en fomento de I+D+i por importe de otros 1.000 millones de euros.

El Plan Eólico de Cantabria prevé 1.500 megavatios para 2011 y trata de recuperar el tiempo perdido con el Plan Eólico, lo que ha desatado la crítica de algún sector conservador del PP local (que diferencia con el PP de Castilla y León y otras regiones donde el PP gobierna), quizás molesto por no poder gestionar 2.000 millones de euros.

El potencial eólico de Cantabria asciende a un total de 3.500 megavatios, según refleja el ‘Estudio del recurso eólico de Cantabria’. Este informe fue elaborado en septiembre de 2005 por Meteosim S.L., ubicada en el Parque Científico de Barcelona, y su autor principal fue José Vidal Pérez.

Cuando se aborda el impacto ambiental de una fuente de energía ha de estudiarse el ciclo completo. Entre todas las fuentes energéticas, la eólica, junto con la solar directa, es la menos dañina.

La energía eólica es una alternativa clara al cambio climático, a las lluvias ácidas, a los residuos radiactivos y a la pérdida de diversidad biológica, es ya competitiva, aportará unos 20.000 megavatios en España para el año 2010 y 45.000 MW en 2020.

Cuando se aborda el impacto ambiental de una fuente de energía ha de estudiarse el ciclo completo y analizar todas las repercusiones. Entre todas las fuentes energéticas, la eólica, junto con la solar directa (termosolar y solar termoeléctrica), es la menos dañina para el medio ambiente y la más beneficiosa en términos sociales y económicos, pues genera empleo, innovación tecnológica y reduce el déficit comercial.

Los impactos sobre el paisaje y la avifauna son pequeños, o ínfimos. Mueren cientos de veces más aves estrelladas contra las ventanas que en los parques eólicos, que ocasionan una mortalidad ínfima: un ave cada diez años por aerogenerador de última generación. ¿Por qué esos "conservacionistas" no hacen nada contra las ventanas? La energía eólica apenas representa el 0,005% de la muerte de aves por causas antropogénicas. ¿Por qué no se preocupan del otro 99,995%, que es el problema real?

En cuanto al paisaje, es cuestión de percepciones. Para muchos es una visión de sostenibilidad, modernidad, empleo y paz, porque en todos los lugares hay viento y nadie muere por los recursos eólicos, a diferencia del petróleo, y todas las guerras que directa o indirectamente ha provocado, y no sirven para hacer bombas nucleares (seguro que ellos prefieren Chernóbil, el Irán nuclear o Corea del Norte). La eólica nunca ocasionará un accidente como el Prestige. Aunque el PP de Cantabria lo que prefiere es Garoña, las nucleares y el CO2, porque su repentino amor por el paisaje es bastante sospechoso, dado su historial. 

Los grupos conservacionistas, que con tan buena voluntad y tanta ignorancia critican el desarrollo de la eólica, harían bien en destinar sus esfuerzos a otros enemigos infinitamente más dañinos para el medio ambiente. Para ciertas asociaciones y algunas publicaciones parece que el enemigo a batir es la energía eólica, lo que es lamentable, dados sus beneficios ambientales, en término de emisiones evitadas de CO2, SO2 y NOx, o de generación de residuos radiactivos durante miles de años.

La colisión de algún ave contra un aerogenerador, no es nada comparada con los afectos de las lluvias ácidas y el cambio climático en la avifauna, por no hablar de otras especies y los propios seres humanos, efectos que la eólica ayuda a mitigar. La mortandad mayor en algunos lugares se debió a que a veces los parques están situados junto a vertederos o comederos de buitres. Las aves se acostumbran rápidamente a los aerogeneradores, y hasta las aves migratorias desvían su trayectoria.

En cuanto al paisaje, depende de gustos, igual que con los molinos de La Mancha o de Holanda. Afortunadamente Greenpeace y los grupos realmente ecologistas, junto a los sindicatos CC.OO y UGT, defienden el desarrollo de la eólica, minimizando, por supuesto, sus pequeños impactos ambientales.

Pero es que además la eólica se está desarrollando con un respeto para el medio ambiente que nunca se ha dado con ninguna fuente de energía. En Navarra, de los 72 emplazamientos posibles considerados inicialmente, se desecharon 50 por razones medioambientales, de forma que la propuesta inicial sólo contempló la implantación de 18 parques, quedando 4 en reserva, y lo mismo sucede en Cantabria, donde se ha excluido el 98% del territorio.

En los parques eólicos se utilizan al máximo los accesos y las infraestructuras existentes, se evitan afecciones a la vegetación, se restaura la vegetación y se cierran los caminos de acceso a vehículos de motor, entre otras muchas actuaciones. La eólica apenas ocupa suelo (la ocupación real es de sólo el 1 por ciento de la superficie de los parques eólicos), es compatible con otros usos y es una instalación reversible, que tras su clausura devuelve al terreno su apariencia original.

Donde la demagogia llega a límites increíbles es en Cádiz, sólo superada por el PP de Cantabria. La eólica marina ni va a afectar a la pesca, ni al turismo, al contrario. Las plataformas eólicas son un auténtico refugio para los alevines y aumentan los recursos pesqueros. Y en cuanto al turismo, en primer lugar los parques no se ven, porque están a unos diez kilómetros de la costa, y en segundo lugar la experiencia real prueba que son una poderosa atracción turística.

Como recuerda la patronal europea de la energía eólica, instalar 100.000 MW en Europa ocuparía sólo un área de 8.000 Km, y el 99 por ciento de esta superficie seguiría disponible para pastos o la agricultura. Los 20.000 MW propuestos sólo ocuparían realmente 160 Km, menos del 6 por ciento del área ocupada hoy de forma irreversible por los embalses (unos 3.000 kilómetros cuadrados sólo en España).

La reducción del impacto ambiental del sector energético se logra de varias maneras. En primer lugar reduciendo el despilfarro y el consumismo, adoptando un modelo menos intensivo en energía. En segundo lugar aumentando la eficiencia y el ahorro energético. En tercero abandonando y clausurando las centrales nucleares al final de su vida útil, sin lugar a dudas la peor de todas las fuentes energéticas. En cuarto limitando, en este orden, la aportación del carbón, el petróleo y el gas natural, causa del cambio climático. En quinto, frenando la construcción de grandes embalses para producir electricidad, y los proyectos de monocultivos energéticos, que pueden tener graves repercusiones en la diversidad biológica, clausurando las plantas de incineración de residuos. Y en sexto, desarrollando la eólica, la geotérmica y todos los usos directos de la energía solar, como la fotovoltaica, la termosolar y la solar térmica, con el debido cuidado ambiental. La eólica es parte de la solución, no del problema.

Actualmente la capacidad instalada en el mundo supera los 120.000 MW, equivalente a unas 40 grandes centrales nucleares (para sustituir un megavatio nuclear hacen falta tres MW eólicos, dado que las nucleares funcionan más de 7.000 horas anuales y los aerogeneradores no suelen superar el 30% de disponibilidad).

En 2009 ya es competitiva la producción de electricidad con aerogeneradores eólicos de tamaño medio (de 1,5 a 3 MW) y en lugares donde la velocidad media del viento supera los 6 metros por segundo. Se espera que dentro de unos pocos años también la eólica marina llegue a ser rentable.

Los costes de la eólica, incluso sin considerar los ambientales, son ya casi competitivos con los de las energías convencionales. El potencial global de la energía eólica en el mundo es cuarenta veces superior al actual consumo eléctrico, incluso excluyendo todas las áreas con valor ambiental y en España en teoría se podría producir toda la electricidad con eólica, y abastecer a un futuro parque de vehículos eléctricos.

Los antieólicos sólo hacen el juego a la energía nuclear e impiden frenar el cambio climático, contribuyendo así a la pérdida de biodiversidad. Pero ante tanta tontería y tanta irresponsabilidad, va siendo hora de decir basta.

Jacobson ha realizado la primera evaluación científica cuantitativa de las principales soluciones energéticas que se han abordado o propuesto en los últimos años. No sólo ha evaluado su potencial para suministrar energía destinada a la generación de electricidad y para los vehículos eléctricos, sino también sus impactos en el calentamiento global, la salud humana, la seguridad energética, el suministro de agua, los requisitos de espacio, la fauna, la contaminación del agua, la fiabilidad y la sostenibilidad.

Sus resultados indican que las opciones a las que se les está dedicando más atención son entre 25 y 1.000 veces más contaminantes que las mejores alternativas disponibles.

"Las alternativas energéticas que son buenas no son aquellas sobre las que más se ha estado hablando. Y algunas de las que han sido propuestas son francamente espantosas", asevera Jacobson. "Los biocombustibles basados en el etanol causarán en realidad más daños a la salud humana, a la fauna, al suministro de agua y al uso de la tierra, que los combustibles fósiles actuales". El etanol también puede emitir más sustancias contaminantes de efecto invernadero que los combustibles fósiles, según los más recientes estudios científicos.

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